¿Cómo evoluciona el neurodesarrollo de un niño?¿Son tan necesarios los estímulos?

Cómo mejorar la comunicación con niños pequeños.
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Actualizado: viernes, 7 agosto 2020 16:07

MADRID 6 Sep. (EDIZIONES) -

Muchas veces nos sorprendemos de lo rápido que crecen los niños, de cómo pronto empiezan a andar, a hacerse entender por los padres, a hablar, o por ejemplo a relacionarse con su entorno. "Son como esponjas" siempre se ha dicho. Pero, ¿por qué esto es así y van tan rápido?

La médico especialista en Pediatría y Neuropediatría, María José Mas Salguero, cuenta en 'La aventura de tu cerebro. El neurodesarrollo: de la célula al adulto' (Next Door Publishers) que todo empieza en el propio embarazo, donde la salud de la madre es "determinante".

"Influye en el desarrollo embrionario. Los primeros esbozos del cerebro aparecen a partir de la cuarta semana, cuando el embrión completo mide entre tres y cinco milímetros, el tamaño de una lenteja, y a partir de este momento podemos empezar a hablar de neurodesarrollo", precisa la también máster en Neurociencia y Biología del Comportamiento.

Así, subraya en una entrevista con Infosalus que la clave de este neurodesarrollo se encuentra en el subtítulo del libro, 'de la célula al adulto', ya que biológicamente todas las personas tenemos un patrón similar de neurodesarrollo y, por ejemplo, todos los niños hablan o caminan más o menos a la misma edad.

"A nivel biológico sucede que en las etapas iniciales, durante la gestación, se generan los elementos que van a formar este sistema nervioso y el cerebro como su principal órgano. Después se van ensamblando, como en un andamio, para generar los circuitos cerebrales necesarios. Estos nos permiten percibir y nos dan cierta movilidad al nacer, están ya formados", indica.

Eso sí, dice que el niño ha estado en un ambiente tranquilo dentro de su madre, sin percepciones externas, ni estímulos que le permitan generan más circuitos, que es lo que le sucederá fuera.

"A partir del nacimiento esos estímulos externos serán muy importantes para formar esos circuitos neuronales. Más o menos los niños dicen sus palabras a la misma edad, o caminan a la misma edad, por ejemplo. Los circuitos neuronales se forman por necesidades. Hay un patrón hereditario que dice cómo se tiene que formar ese circuito, pero después, a lo largo de su vida, se puede modificar por las necesidades o estímulos que encuentre en el ambiente externo e interno", indica.

Cuando el niño pasa su primera infancia, a los tres años, el cerebro sigue creciendo, comenta Mas Salguero, si bien sostiene que no lo hace a base de crear circuitos, sino que estos se cargan con lo que vaya a necesitar con respecto a la edad adulta. En concreto, dice que la cultura es fundamental en esta etapa y, por ejemplo, aunque las funciones serán las mismas para todos los niños, como por ejemplo comer, los orientales aprenderán a hacerlo con palillos, mientras que los occidentales con cuchillo y tenedor. "Esos circuitos motores en el caso de la comida se especializarán en función de la cultura", precisa, e incide en que lo mismo sucederá con el lenguaje.

LA ESPECIALIZACIÓN DE LA ADOLESCENCIA

En la adolescencia lo que le pasa a esos circuitos cerebrales es que "se especializan", indica la neuropedriatra. Como lo primero a lo que está destinado el ser humano es a reproducirse, Mas Salguero reconoce que a los adolescentes les florece ese impulso reproductor, que lo tenían latente.

También en esta etapa dice que los niños se especializan en lo que querrán hacer de mayores. "Los circuitos de pensamientos están muy modulados por la profesión de cada persona, y a la hora de realizar una tarea, si es tu profesión, te sale automática, pero otra cosa no. Eso sucede porque esos circuitos se han perfeccionado para esa tarea, y eso pasa en la adolescencia", sostiene.

Aparte de este proceso biológico que hace que se manifiestan conductas muy similares entre niños, que hagan cosas repetitivas, pregunten por qué muchas veces a determinada edad, o la rebeldía adolescente. "Todo está justificado por los cambios en nuestro cerebro, que es el órgano más grande. Por eso no hay dos personas iguales, todas las experiencias te modulan tu cerebro, tu personalidad", indica.

OBSTÁCULOS EN EL NEURODESARROLLO: LA FALTA DE ESTÍMULOS

En todo este proceso valora el papel de los estímulos ya que, según resalta, las privaciones sensoriales, afectivas, nutricionales o educativas obstaculizan el proceso normal del desarrollo cerebral y, sobre todo en las edades más tempranas, condicionan de forma incuestionable el futuro del niño.

"No es una cuestión de cantidad únicamente sino de calidad. Tienen que estar bien presentados y organizados, con una estructura lógica, de manera ordenada, con una secuencia que permita al niño muy pequeño poder entender. Mostrar muchos estímulos a la vez le dificulta comprender el más importante y al que debe dirigirse. La cantidad es importante, pero estos deben ser interesantes, no repetitivos en exceso y que no les dé tiempo a enterarse", advierte.

Es más, la neuropediatra destaca que si el niño reclama muchos estímulos hay que proporcionárselos. "Cada niño es una persona con unas predisposiciones y características genéticas que si se le estimula adecuadamente en un ambiente desarrollará mejor las capacidades que tenga", concluye.