MADRID 4 Abr. (EUROPA PRESS) -
Investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en San Luis (EEUU) han publicado en 'Science Translational Medicine' un estudio que revela el papel prometedor de la inmunoterapia -fármacos que aprovechan el sistema inmunitario- contra el Alzheimer.
La enfermedad de Alzheimer comienza con una proteína pegajosa llamada beta amiloide que se acumula en placas en el cerebro, desencadenando una cadena de acontecimientos que provoca atrofia cerebral y deterioro cognitivo.
La nueva generación de fármacos contra el Alzheimer -los primeros que han demostrado cambiar el curso de la enfermedad- actúa marcando el amiloide para que las células inmunitarias del cerebro lo eliminen.
Ahora, los investigadores han hallado una forma distinta y prometedora de eliminar las placas nocivas: movilizando directamente las células inmunitarias para que las consuman.
En el estudio, los investigadores demostraron que la activación de las células inmunitarias llamadas microglía con un anticuerpo reduce las placas amiloides en el cerebro y mitiga las anomalías de comportamiento en ratones con una enfermedad similar al Alzheimer.
El enfoque podría tener implicaciones más allá del Alzheimer. Las aglomeraciones tóxicas de proteínas cerebrales son características de muchas enfermedades neurodegenerativas, como la enfermedad de Parkinson, la esclerosis lateral amiotrófica (ELA) y la enfermedad de Huntington.
Alentados por los resultados del estudio, los investigadores están explorando otras posibles inmunoterapias para eliminar del cerebro proteínas basura que se cree que hacen avanzar otras enfermedades.
"Al activar la microglía en general, nuestro anticuerpo puede eliminar las placas de beta amiloide en ratones, y potencialmente podría eliminar otras proteínas dañinas en otras enfermedades neurodegenerativas, incluyendo la enfermedad de Parkinson", ha explicado el autor principal del estudio, Marco Colonna.
La microglía rodea las placas para crear una barrera que controla la propagación de la proteína dañina. También pueden engullir y destruir las proteínas de la placa, pero en la enfermedad de Alzheimer no suelen hacerlo.
"El origen de su pasividad podría estar en una proteína llamada APOE que es un componente de las placas amiloides. Las proteínas APOE de la placa se unen a un receptor -LILRB4- de la microglía que rodea las placas, inactivándolas", ha explicado Yun Chen, coautor del estudio.
FUNCIONÓ EN RATONES Y PERSONAS CON ALZHEIMER
Por razones que aún se desconocen, los investigadores descubrieron que, en ratones y personas con enfermedad de Alzheimer, la microglía que rodea las placas produce y coloca LILRB4 en su superficie celular, lo que inhibe su capacidad de controlar la formación de placas dañinas al unirse a APOE.
El otro cofundador, el doctor Jinchao Hou, que actualmente trabaja en el Hospital Infantil de la Facultad de Medicina de la Universidad de Zhejiang, en la provincia china de Zhejiang, trató a ratones con placas de beta amiloide en el cerebro con un anticuerpo casero que impedía que la APOE se uniera a LILRB4.
Tras colaborar con el doctor Yongjian Liu, profesor de radiología del Instituto Mallinckrodt de Radiología de la Universidad de Washington (EEUU), para confirmar que el anticuerpo llegaba al cerebro, los investigadores descubrieron que la microglía activada era capaz de engullir y eliminar las placas de beta amiloide.
La eliminación de las placas de beta amiloide en ratones también alivia el comportamiento de riesgo. Las personas con EA pueden carecer de recuerdos de experiencias pasadas que les ayuden a tomar decisiones. Pueden adoptar conductas de riesgo, lo que les hace vulnerables a ser víctimas de fraudes o abusos financieros. Tratar a los ratones con un anticuerpo para eliminar las placas resultó prometedor para alterar el comportamiento.
"Tras la formación de placas de beta amiloide en el cerebro, otra proteína cerebral -la tau- se enreda en el interior de las neuronas. En esta segunda fase de la enfermedad, las neuronas mueren y aparecen los síntomas cognitivos. Se han observado niveles elevados de LILRB4 y APOE en pacientes con EA en esta última etapa", ha explicado Chen, quien ha añadido que "es posible que impedir que las proteínas interactúen y activen la microglía pueda alterar las últimas fases de la enfermedad".
En futuros estudios, los investigadores probarán el anticuerpo en ratones con ovillos de tau.