MADRID, 18 Abr. (EUROPA PRESS) -
Un estudio de la Universidad McMaster en Canadá descubrió que el tejido adiposo marrón (TAM), también conocido como grasa parda, es menos activo en los niños con obesidad en comparación con los niños con un índice de masa corporal (IMC) normal.
La grasa parda ayuda al cuerpo a quemar grasa regular y se activa con el frío, aunque se observa una actividad reducida de TAM en los niños con obesidad en respuesta a un estímulo de frío. Los investigadores del Centro McMaster para la Investigación del Metabolismo, la Obesidad y la Diabetes realizaron resonancias magnéticas para medir la actividad del TAM en 26 niños de entre ocho y 10 años.
Estudiaron el tejido TAM en el cuello antes y después de una hora de exposición a un conjunto de traje frío a una temperatura de 18 grados Celsius. La muestra de pacientes incluyó a 13 niños con un IMC normal y el mismo número nuevamente con obesidad, en el primer estudio de este tipo en niños.
"La promesa de este estudio es que si podemos entender mejor TAM y cómo imitar o estimular sus efectos, podría ofrecernos nuevas terapias para tratar la obesidad", explica la autora principal, Katherine Morrison, quien es profesora del Departamento de Pediatría de la universidad y pediatra.
"Más allá de ayudar a las familias a mejorar su nutrición, actividad física y sueño, tenemos pocos tratamientos para ayudar a los niños y adolescentes con obesidad. Hay nuevos medicamentos que reducen el apetito que se utilizan en algunos adolescentes. La investigación de la actividad del TAM ofrece la esperanza de desarrollar una nueva clase de medicamentos que aumenten la cantidad de energía que quema", afirma.
Sin embargo, aún se desconoce si la falta de actividad del TAM causa obesidad o si la afección simplemente afecta la capacidad de la grasa parda para quemar energía. La experta explica que los bebés recién nacidos tienen grandes cantidades de TAM, pero disminuye constantemente durante la infancia, de modo que en la edad adulta está presente principalmente solo en la región del cuello. Se desconoce el motivo de la disminución de los niveles de grasa parda en los niños.
Morrison y su equipo usó resonancias magnéticas para medir la actividad del TAM, no expuso a los niños a radiación ionizante, a diferencia de las tomografías computarizadas o PET. Este riesgo potencial de seguridad ha impedido la investigación en niños hasta ahora.