BILBAO, 7 Ago. (EUROPA PRESS) -
Una investigación coordinada por el centro de investigación cooperativa en biociencias CIC bioGUNE ha demostrado in vivo que los conejos no son resistentes a las encefalopatías espongiformes, enfermedades neurodegenerativas causadas por priones.
El estudio, dirigido por el científico Joaquín Castilla, se ha prolongado durante cuatro años y ha sido recientemente publicado en la prestigiosa revista PLoS Pathogens.
Según ha informado CIC bioGUNE, los priones son una versión anómala e infecciosa de la proteína PrP, que en su estado benigno se encuentra en las neuronas de todos los mamíferos. Cuando un prión, palabra derivada de partícula proteica infecciosa, se introduce en un organismo sano, actúa sobre la forma normal de la proteína, causa su mal plegamiento y la convierte en un nuevo prión.
La acumulación de estas proteínas anómalas e infecciosas activa la muerte neuronal y desencadena las denominadas encefalopatías espongiformes, enfermedades neurodegenerativas que no disponen de cura ni tratamiento y reciben este nombre por el aspecto horadado que presenta el encéfalo de los ejemplares enfermos. Una de las más conocidas es la variante bovina, denominada popularmente como el mal de las vacas locas.
Para llevar a cabo la investigación, el equipo de CIC bioGUNE, que ha contado con la colaboración de investigadores del Centre de Recerca en Sanitat Animal (CReSA) de la Universitat Autònoma de Barcelona, ha diseñado una serie de ratones transgénicos a los que se les sustituyó el gen que codifica la proteína PrP por la correspondiente al conejo.
"Se trata de modelos más pequeños que los lepóridos, pero que representan muy bien al conejo real y debido a su coste más económico nos permiten llevar a cabo la investigación con un número mucho más elevado de ejemplares", ha precisado Castilla.
Los ratones transgénicos fueron posteriormente inoculados con priones circulantes reales de oveja, vaca, ratón y ciervo y los investigadores observaron que los animales desarrollaban una encefalopatía espongiforme bovina y también scrapie, la dolencia priónica de ovejas y cabras. Sin embargo, no se produjo infección con el prión procedente del ciervo.
"Durante 40 años pensamos que la proteína del conejo no se podía mal plegar. Sin embargo no es así y éste es el primer hecho que hemos demostrado. No hay nada en la proteína del conejo que la haga resistente al mal plegamiento", ha indicado Castilla.
En 2012, el equipo dirigido por Castilla puso la primera piedra al confirmar la infección de conejos utilizando un prión de síntesis diseñado en el laboratorio, pero el estudio actual supone la verificación in vivo, con priones reales que se encuentran en especies ganaderas.
"Estas conclusiones deben ser tomadas en cuenta en la alimentación de los conejos, especialmente si se usan piensos que contengan proteína animal", ha razonado Castilla.
DIFERENTES ESTUDIOS, CONCLUSIONES IDÉNTICAS
Además de la investigación de CIC bioGUNE, científicos del Instituto de Investigación Agronómica de Francia (INRA) han llevado a cabo un estudio directamente con conejos transgénicos a los que se les introdujo el gen de la proteína PrP de origen ovino.
Posteriormente, los investigadores les inocularon priones ovinos y observaron que pasados entre seis y ocho meses los conejos enfermaban de una encefalopatía espongiforme, por lo que ese estudio también concluye que no hay ningún elemento en los conejos que los haga resistentes.
Durante cuatro décadas se ha creído que los lepóridos eran resistentes a la infección por priones, basándose en la inexistencia de encefalopatías espongiformes en conejos.
Las investigaciones más recientes han refutado esa teoría y de momento no han sido capaces de desvelar las causas por las que parece más difícil la transmisión de dolencias priónicas en conejos que en el resto de mamíferos.
En opinión de Joaquín Castilla, la ausencia de casos de conejos con esta enfermedad podría residir en el hecho de que los lepóridos no han sido alimentados con piensos derivados de proteína animal infectada como sucedió con otras especies.
Otra de las claves radica en la edad del animal. Las encefalopatías espongiformes presentan un tiempo de incubación generalmente prolongado y los conejos son sacrificados en edades muy tempranas.
"Las vacas de 10 meses nunca sufren el mal de la vaca loca. Los casos detectados siempre se producen en ejemplares bovinos de avanzada edad", ha argumentado el experto.
HACIA UNA COMPRENSIÓN PROFUNDA DE LOS PRIONES
El equipo de Joaquín Castilla acredita una amplia experiencia en el ámbito de las enfermedades priónicas y además de liderar varios estudios también colabora en investigaciones internacionales.
Recientemente ha participado en una investigación liderada por el instituto de Investigación Farmacológica Mario Negri de Milán centrada en el insomnio familiar fatal (IFF), una enfermedad priónica humana de origen genético que se encuentra sólo en unas cuantas familias de todo el mundo.
En este caso, la enfermedad no se produce por la ingesta de productos contaminados con priones, sino que el gen que codifica la proteína presenta una mutación que la hace propensa al mal plegamiento.
Los pacientes que sufren IFF no logran dormir, pierden el equilibrio interno y en la fase final caen en un estado de coma irreversible y finalmente mueren. El estudio se ha centrado en la comprensión de la genética de la dolencia y su mecanismo de propagación.
Hasta la fecha, los expertos sabían que la misma mutación del gen podía desencadenar dos cepas de priones distintas: la que causa la variedad genética de Creutzfeld Jacob y la responsable de IFF. Sufrir una enfermedad u otra depende del polimorfismo que acompañe a la mutación.
En el presente estudio, los investigadores han diseñado ratones transgénicos que presentan la proteína mutada acompañada de cada uno de los polimorfismos y han podido comprobar que los animales desarrollaban dos enfermedades distintas.
"Hasta ahora no disponíamos de ningún modelo que reprodujera de forma fiel este fenómeno, es decir cómo una misma mutación deriva en dos enfermedades distintas", ha precisado Castilla.
La representación del modelo es el primer hito del estudio, sin embargo los investigadores observaron un segundo fenómeno: los priones generados para el experimento fueron capaces de desencadenar la enfermedad pero no eran infecciosos, una característica inherente a los priones circulantes que afectan a los humanos.
"El hallazgo es relevante porque se demuestra que el mecanismo por el cual los priones se propagan o, en otras palabras, infectan, es diferente al mecanismo por el cual los priones causan la enfermedad", ha agregado Castilla.
El experto considera que el hallazgo tiene relevancia para la comprensión de la enfermedad y el desarrollo futuro de terapias.
"De nada sirve bloquear un prión para evitar que se propague en el encéfalo si sigue siendo tóxico. Este modelo ha mostrado que el mecanismo por el cual el prión mata a las neuronas no está relacionado con la forma en la que propaga", ha concluido.