MADRID, 22 Mar. (EUROPA PRESS) -
Investigadores del Instituto Paul Scherrer (Alemania) han observado por primera vez procesos fotoquímicos en el interior de las partículas más pequeñas del aire. Así, han descubierto que en estos aerosoles se forman radicales de oxígeno adicionales que pueden ser perjudiciales para la salud humana en condiciones cotidianas.
Se sabe que las partículas suspendidas en el aire pueden suponer un peligro para la salud humana. Las partículas, con un diámetro máximo de diez micrómetros, pueden penetrar profundamente en el tejido pulmonar y depositarse en él. Contienen especies reactivas de oxígeno (ROS), también llamadas radicales de oxígeno, que pueden dañar las células de los pulmones.
Cuantas más partículas haya flotando en el aire, mayor será el riesgo. Las partículas llegan al aire desde fuentes naturales como los bosques o los volcanes. Pero las actividades humanas, por ejemplo en las fábricas y el tráfico, multiplican la cantidad de modo que las concentraciones alcanzan un nivel crítico. El potencial de las partículas para llevar radicales de oxígeno a los pulmones, o para generarlos allí, ya se ha investigado en relación con diversas fuentes.
Por investigaciones anteriores se sabe que algunas ROS se forman en el cuerpo humano cuando las partículas se disuelven en el líquido superficial del tracto respiratorio. Las partículas suelen contener componentes químicos, por ejemplo, metales como el cobre y el hierro, así como determinados compuestos orgánicos.
Estos intercambian átomos de oxígeno con otras moléculas y se crean compuestos altamente reactivos, como el peróxido de hidrógeno (H2O2), el hidroxilo (HO) y el hidroperoxilo (HO2), que provocan el llamado estrés oxidativo. Por ejemplo, atacan a los ácidos grasos insaturados del cuerpo, que entonces ya no pueden servir como bloques de construcción para las células. Los médicos atribuyen a estos procesos la neumonía, el asma y otras enfermedades respiratorias. Incluso el cáncer podría desencadenarse, ya que las ROS también pueden dañar el material genético ADN.
Hace tiempo que se sabe que ciertas especies reactivas de oxígeno ya están presentes en las partículas de la atmósfera, y que entran en nuestro cuerpo como las llamadas ROS exógenas a través del aire que respiramos, sin necesidad de formarse allí primero.
Ahora resulta que los científicos aún no habían mirado con suficiente atención. "Los estudios anteriores han analizado las partículas con espectrómetros de masas para ver de qué están compuestas. Pero eso no da ninguna información sobre la estructura de las partículas individuales y lo que ocurre en su interior", explica Peter Aaron Alpert, primer autor de este nuevo estudio.
Los investigadores examinaron partículas que contenían componentes orgánicos y hierro. El hierro procede de fuentes naturales, como el polvo del desierto y las cenizas volcánicas, pero también está contenido en las emisiones de la industria y el tráfico. Los componentes orgánicos también proceden de fuentes naturales y antropogénicas. En la atmósfera, estos componentes se combinan para formar complejos de hierro, que luego reaccionan a los llamados radicales cuando se exponen a la luz solar. Estos, a su vez, se unen a todo el oxígeno disponible y producen así las ROS.