MADRID, 4 Feb. (EUROPA PRESS) -
El doctor Ángel Aledo, médico adjunto al Programa de Epilepsia del Hospital Ruber Internacional, ha recordado que esta enfermedad neurológica es "más común" de lo que se piensa, ya que hasta una de cada diez personas tendrá una crisis epiléptica a lo largo de su vida, y una de cada 100 tendrá epilepsia.
Esta patología, que padecen más de 50 millones de personas en todo el mundo, puede aparecer a cualquier edad de la vida, aunque las épocas más frecuentes son la pediátrica (neurodesarrollo) y la geriátrica (neurodegeneración). Se calcula que más del 70 por ciento de los pacientes con epilepsias de origen genético no tienen un diagnóstico correcto en España por la dificultad de acceso a los estudios genéticos.
El director del Programa de Epilepsia del Hospital Ruber Internacional, Antonio Gil-Nagel, considera fundamental evitar el retraso en el diagnóstico y el tratamiento, ya que la mayoría de las personas podrán llevar una vida normal con epilepsia: en hasta 2 de cada 3 casos las crisis se puede controlar con medicación antiepiléptica. Sin embargo, en alrededor del 30 por ciento de las personas con epilepsia, las crisis serán refractarias a tratamiento, y, en ese caso, es fundamental diagnosticar la causa que origina la epilepsia para proceder a su tratamiento.
Al respecto, el centro sanitario madrileño ha recogido dos testimonios de personas afectadas por la enfermedad. La primera de ellas es María José, de Valladolid, que comenzó con crisis epilépticas a los 15 años de edad. Sin embargo, no fue diagnosticada hasta los 36. Sus crisis terminaron controlándose gracias a una cirugía de epilepsia en el Hospital Ruber Internacional, donde el equipo descubrió la zona del cerebro que generaba las crisis mediante monitorización video-electroencefalograma y resonancia magnética, y realizó la extirpación mediante cirugía.
"Yo entré el día de la operación teniendo crisis por la mañana, era un 28 de junio, y esa fue la última, desde la operación yo no he vuelto a tener crisis, ni a notar esa angustia que sentía. Si hubiera sabido que mi problema se podía solucionar con la cirugía, lo hubiera hecho mucho tiempo antes", asegura María José.
Por otra parte, está el caso de C. M. S., de 10 años. Su epilepsia comenzó antes de cumplir el primer año de vida, con crisis epilépticas convulsivas muy prolongadas que no respondían a los tratamientos. Sin embargo, "tardaron meses hasta diagnosticar un tipo específico de epilepsia genética, el síndrome de Dravet, al observar una mutación en el gen SCN1A", explican sus padres.
Para ellos, fue fundamental el diagnóstico correcto, ya que "lo más importante es que tienes la certeza de que no se van a seguir tratamientos inadecuados y, por tanto, perjudiciales que agraven la enfermedad". "Además, el diagnóstico nos permitió acceder a algunos tratamientos en investigación en ensayos clínicos y desde hace un año nuestra hija tiene la epilepsia controlada gracias a uno de estos tratamientos", concluyen.