MADRID, 20 Jul. (EUROPA PRESS) -
Las personas que hacen ejercicio con regularidad tienden a tener un menor riesgo de padecer hipertensión, incluso si viven en zonas donde la contaminación atmosférica es relativamente alta, según una nueva investigación publicada hoy en la revista 'Circulation', editada por la Asociación Americana del Corazón.
La relación riesgo-beneficio entre la contaminación del aire y la actividad física es una importante preocupación pública porque más del 91 por ciento de las personas de todo el mundo viven en zonas donde la calidad del aire no cumple las directrices de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
"La actividad prolongada al aire libre en las zonas urbanas aumenta la ingesta de contaminantes del aire, lo que puede empeorar los efectos nocivos para la salud de la contaminación atmosférica. Si bien descubrimos que la actividad física elevada combinada con una menor exposición a la contaminación del aire estaba relacionada con un menor riesgo de hipertensión, la actividad física seguía teniendo un efecto protector incluso cuando las personas estaban expuestas a altos niveles de contaminación. El mensaje es que la actividad física, incluso en aire contaminado, es una importante estrategia de prevención de la hipertensión", recuerda Xiang Qian Lao, de la Escuela de Salud Pública y Atención Primaria del Jockey Club de la Universidad China de Hong Kong en Shatin.
Los investigadores estudiaron a más de 140.000 adultos no hipertensos en Taiwán y les hicieron un seguimiento durante un promedio de 5 años. Los investigadores clasificaron los niveles semanales de actividad física de cada adulto como inactivos, moderadamente activos o altamente activos.
Los investigadores también clasificaron el nivel de exposición a las partículas finas (PM2,5) como bajo, moderado y alto. El PM2,5 es el indicador más utilizado de la contaminación del aire. La presión arterial alta se definió como 140/90 mm Hg. La Asociación Americana del Corazón/Colegio Americano de Cardiología 2017 Guía para la Prevención, Detección, Evaluación y Manejo de la Presión Arterial Alta en Adultos define la presión arterial alta como 130/80 mm Hg.
En general, las personas que son altamente activas y están expuestas a bajos niveles de contaminación tenían un menor riesgo de desarrollar hipertensión. Las personas inactivas y expuestas a un aire altamente contaminado tenían un mayor riesgo de padecer hipertensión.
Cada aumento en el nivel de PM2,5 se asoció con un aumento del 38 por ciento en el riesgo de hipertensión incidente, mientras que cada aumento en el nivel de actividad física condujo a un riesgo 6 por ciento menor de hipertensión. Esto sugiere que la reducción de la contaminación del aire es más eficaz para prevenir la hipertensión.
Los beneficios de la actividad física regular se mantienen independientemente del nivel de contaminación. Las personas que hacían ejercicio moderado tenían un riesgo 4 por ciento menor de padecer hipertensión que las que no lo hacían. Las personas que se ejercitaban a un nivel alto tenían un 13 por ciento menos de riesgo de presión arterial alta que los que no hacían ejercicio.
"Este es el estudio más grande para analizar los efectos combinados de la contaminación del aire y la actividad física regular en la presión arterial alta. Nuestros hallazgos indican que la actividad física regular es un enfoque seguro para las personas que viven en regiones relativamente contaminadas para prevenir la presión arterial alta. El ejercicio debe ser promovido incluso en áreas contaminadas. Los hallazgos también ponen de relieve lo fuerte que puede ser el impacto de la contaminación en la presión arterial y lo importante que es controlar los niveles de contaminación para prevenir la hipertensión", reflexiona Lao.
Los investigadores puntualizan que las conclusiones de este estudio son limitadas y no pueden generalizarse a otras poblaciones con mayor exposición a la contaminación atmosférica porque sólo incluye a las personas que viven en Taiwán, donde el aire ambiente está moderadamente contaminado (la concentración anual de PM2,5 era 2,6 veces el límite recomendado por la Organización Mundial de la Salud).
Los investigadores no distinguieron entre la actividad física al aire libre y la actividad física en interiores, lo que significa que no podían examinar exclusivamente la asociación de las PM2,5 y la hipertensión en relación con la actividad física al aire libre o en interiores. Los investigadores también incluyeron el fumar cigarrillos en el interior como una variable.