¿El ejercicio puede ayudar a prevenir el cáncer de hígado?

Padre e hijo. Hombres haciendo ejercicio. Deporte.
Padre e hijo. Hombres haciendo ejercicio. Deporte. - GETTY IMAGES/ISTOCKPHOTO / GROUP4 STUDIO - Archivo
Publicado: martes, 14 abril 2020 8:00


MADRID, 14 Abr. (EUROPA PRESS) -

Un nuevo estudio publicado en el 'Journal of Hepatology', proporciona una fuerte evidencia de que el ejercicio voluntario podría ayudar a prevenir el tipo más común de cáncer de hígado, el carcinoma hepatocelular, e identifica las vías de señalización molecular involucradas.

La enfermedad del hígado graso es común con la obesidad y la diabetes y contribuye a aumentar rápidamente las tasas de cáncer de hígado en todo el mundo. Más de 800.000 personas en todo el mundo son diagnosticadas con este cáncer cada año. Es la cuarta causa más común de muerte por cáncer en todo el mundo con más de 700.000 muertes cada año en todo el planeta.

"Hasta el momento, hay muy pocas terapias efectivas para el cáncer de hígado (la tasa de mortalidad se aproxima a la incidencia), por lo que son muy necesarios enfoques para prevenir el cáncer de hígado", explica el investigador principal Geoffrey C. Farrell, del Grupo de Investigación del Hígado, en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Australiana y el Hospital Canberra.

"Algunos datos de población sugieren que las personas que hacen ejercicio regularmente tienen menos probabilidades de desarrollar cáncer de hígado, pero los estudios que abordan la cuestión de si esto tiene una base biológica real y, en caso afirmativo, la identificación del mecanismo molecular que produce ese efecto protector, son pocos y los resultados no han sido concluyentes", añade.

Los investigadores estudiaron si el ejercicio reduce el desarrollo de cáncer de hígado en ratones obesos / diabéticos. Los ratones genéticamente impulsados a comer para que se vuelvan obesos y desarrollen diabetes tipo 2 cuando los adultos jóvenes fueron inyectados temprano en la vida con una dosis baja de un agente cancerígeno.

A la mitad de los ratones se les permitió el acceso regular a una rueda para correr; a la otra mitad no y seguía siendo sedentaria. Los ratones corrieron hasta 40 kilómetros por día, medidos por las rotaciones de la rueda de ejercicio.

Esto desaceleró el aumento de peso durante tres meses, pero al final de los seis meses de experimentos, incluso los ratones en ejercicio eran obesos. A los seis meses, la mayoría de los ratones sedentarios tenían cáncer de hígado, mientras que ninguno de los ratones en ejercicio lo había desarrollado.

Esta investigación muestra que el ejercicio puede detener el desarrollo de cáncer de hígado en ratones que tienen enfermedad del hígado graso relacionada con la obesidad y la diabetes tipo 2.

Específicamente, mientras casi todos los ratones obesos inyectados con una dosis baja de un agente cancerígeno desarrollaron cáncer de hígado en seis meses, los ratones que hicieron ejercicio regularmente no lo hicieron. Estaban completamente protegidos contra el desarrollo de cáncer de hígado en el marco temporal de estos experimentos. El control de peso no mitigó el desarrollo de cáncer de hígado.

Los investigadores también llevaron a cabo estudios mecanicistas detallados que aclararon en parte cómo el ejercicio puede prevenir el cáncer de hígado.

Demostraron que los efectos beneficiosos del ejercicio voluntario se ejercían a través de vías de señalización molecular, dos de las cuales se identificaron como el gen supresor de tumores p53 y la proteína quinasa JNK1 activada por el estrés.

Los investigadores primero demostraron que la activación de JNK1 es un factor clave que puede "desconectarse" con el ejercicio y demostraron su participación en estudios separados en ratones obesos que carecen de JNK1.

También demostraron que la p53 activada, conocida como "guardián de la célula" y "policía de los oncogenes", es importante para la regulación del inhibidor del ciclo celular, p27, deteniendo así el crecimiento persistente de las células alteradas destinadas a volverse cancerosas.

"Ya se ha demostrado que el ejercicio mejora algunos resultados para los pacientes con cirrosis. Si los estudios actuales en un modelo animal que se parece mucho a los humanos con enfermedad del hígado graso pueden replicarse en los pacientes, es probable que el ejercicio pueda retrasar la aparición del cáncer de hígado y mitigar su gravedad, si no lo previene por completo, lo que mejora enormemente los resultados del paciente", comenta el doctor Farrell.

"Además, conocer las vías moleculares involucradas apunta a formas en que los medicamentos o los farmaconutrientes podrían emplearse para aprovechar el poderoso efecto protector del ejercicio para reducir el riesgo de cáncer de hígado en personas con diabetes con sobrepeso", añade.

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