MADRID, 26 Abr. (EUROPA RPESS) -
Muchos de nosotros nos 'bañamos' en repelente DEET cada verano con la esperanza de evitar las picaduras de mosquitos, y generalmente funciona bastante bien. Ahora, investigadores informaron en la edición de este jueves de la revista' Current Biology' que han descubierto que parte de la razón del éxito de DEET se puede encontrar en las patas de los mosquitos, no en sus piezas bucales.
"Demostramos que, aunque los mosquitos encuentran que el DEET y el sabor amargo son igualmente desagradables de ingerir, solo el DEET repele a los mosquitos en el contacto", destaca Emily Dennis, de la Universidad Rockefeller y el Instituto Médico Howard Hughes, en Estados Unidos. Los investigadores afirman que los hallazgos pueden ayudar en la búsqueda de repelentes de insectos incluso mejores y más duraderos.
Dennis junto con Leslie Vosshall, también de la Universidad Rockefeller, y sus colegas habían desarrollado previamente mosquitos mutantes que pierden parte de su sentido del olfato, incluida la parte necesaria para evitar los brazos tratados con DEET. Mientras que los mosquitos normales se alejan de los DEET, esos mutantes permanecieron atraídos por las personas incluso cuando estaban cubiertos por el repelente. Pero a pesar de esa atracción, en realidad no picaron porque sintieron rechazo por el contacto con la piel cargada de DEET.
La pregunta era: ¿por qué? Otros investigadores demostraron hace varios años que el DEET puede tener un sabor amargo y especularon que el sabor amargo podría explicar su capacidad para repeler a los mosquitos de entrar en contacto con el producto. Para probar esta idea, los investigadores primero se aseguraron de que a los mosquitos no les gustaran los sabores amargos o el sabor de DEET, ofreciéndoles agua azucarada con y sin DEET u otro compuesto amargo.
Como era de esperar, los insectos tenían una clara preferencia por el agua azucarada sin el sabor amargo o DEET. Luego, pusieron compuestos amargos en sus brazos, y se sorprendieron al ver que los mosquitos seguían alimentándose de sangre. De hecho, seguirían mordiendo incluso cuando esos compuestos amargos estuvieran presentes a una concentración diez veces mayor que la utilizada en los experimentos de consumo de agua con azúcar.
Esto sugirió que el hecho de que los insectos evitaran el DEET, incluso cuando no podían olerlo, no se debía a que dejara un mal sabor de boca. Para seguir explorando, ofrecieron a los mosquitos sangre caliente debajo de una membrana que debían pinchar para beber. Cuando el DEET o el amargo se mezclaron con la sangre, los insectos no estaban interesados en beberla.
EFECTO ÚNICO DEL REPELENTE SOBRE LA PIEL
Cuando los sabores amargos se derramaron sobre la membrana, los insectos continuaron aterrizando y bebiendo la sangre. Pero descubrieron que una capa de DEET en la superficie de la membrana era increíblemente eficaz para evitar que los insectos zumbantes hicieran contacto. "Estábamos seguros de que DEET estaba haciendo algo interesante y bastante único en la superficie de la piel", afirma Dennis.
Los mosquitos y otros insectos tienen pequeños pelos en sus partes bucales y en sus patas que pueden detectar las moléculas. Significa que, al igual que nuestras lenguas, sus patas tienen la capacidad de probar. Experimentos adicionales mostraron que los mosquitos continuaron alimentándose de los brazos tratados con DEET solo cuando los investigadores los manipularon para que sus patas no tocaran la piel. De esta forma, vieron que las patas de un mosquito son importantes para detectar el DEET.
El estudio es el primero en separar experimentalmente los diversos efectos del DEET e identificar las partes del cuerpo que los mosquitos necesitan para detectar el repelente. Los investigadores dicen que los hallazgos ahora les permitirán a ellos y a otros identificar las neuronas y proteínas críticas involucradas, con importantes implicaciones para el desarrollo de nuevos repelentes.
"El DEET es el repelente más efectivo disponible en el mercado y es posible que otros repelentes se queden cortos porque solo son capaces de imitar uno o dos aspectos de cómo funciona el DEET --dice Dennis--. Si la clave de la efectividad de DEET es su capacidad para actuar en todo tipo de sistemas sensoriales de muchas maneras, saber cuáles son pueden ayudarnos a detectar nuevos repelentes potencialmente más duraderos".