MADRID 10 Ago. (EUROPA PRESS) -
Las mujeres mayores que sufren apnea del sueño tienen aproximamente el doble de probabilidades de desarrollar demencia respecto a aquellas que no presentan esta patología, según un estudio multicéntrico dirigido por investigadores de la Universidad de California, San Francisco (Estados Unidos) y publicado en 'Journal of the American Medical Association'.
Este trabajo ha mostrado, por primera vez, lo que los especialistas del sueño han sospechado durante mucho tiempo pero no habían probado: la apnea del sueño, también conocida como trastorno respiratorio del sueño, puede privar al cerebro y a otros órganos del oxígeno, provocando que, con el tiempo, disminuya la capacidad cognitiva.
"Este es el primer estudio que muestra que la apnea del sueño puede conducir al deterioro cognitivo", asegura la coordinadora del estudio y profesora de psiquiatría, neurología y epidemiología de la Universidad de California, San Francisco, Kristine Yaffe.
"Esto sugiere que hay una conexión biológica entre el sueño y la cognición y que, por lo tanto, el tratamiento de la apnea del sueño puede ayudar a prevenir o retrasar la aparición de la demencia en los adultos mayores", explica la psiquiatra y añade que, "si bien no podemos concluir con estos resultados que los trastornos respiratorios del sueño causan el deterioro cognitivo, nuestro estudio sugiere que pueden ser, al menos, un factor contribuyente", dice Yaffe.
En las personas con apnea del sueño, las principales vías respiratorias que van de los pulmones a la nariz y a la boca colapsan el sueño de los individuos, lo que interfiere la capacidad de inhalar. Las personas con apnea del sueño generalmente roncan, a veces en voz alta, y se despiertan varias veces por la noche en pequeños fragmentos de tiempo, para tomar aire.
LA FALTA DE OXÍGENO ES CLAVE PARA LA DISMINUCIÓN DE LA COGNICIÓN
Los resultados del estudio mostraron que aproximadamente un tercio de todas las mujeres desarrollaron demencia o deterioro cognitivo leve. Además, los investigadores vieron que las personas con apnea del sueño tenían casi el doble de probabilidades de desarrollar un deterioro cognitivo.
Entre las mujeres que sufren trastornos respiratorios del sueño, más del 44 por ciento desarrollaron demencia o deterioro cognitivo leve, en comparación con el 31,1 por ciento de los que no tienen dificultad para respirar y dormir.
Los resultados sugieren que el factor clave que condujo a la disminución de la cognición fue la falta de oxígeno, también llamada hipoxia. Por el contrario, no hay conexión independiente entre la demencia y el número de veces que las pacientes se despertaron para respirar.
Algunos estudios previos han sugerido que la terapia de oxígeno a los pacientes con Alzheimer y apnea del sueño disminuye su deterioro cognitivo. Los nuevos hallazgos sugieren que esa terapia de oxígeno a las personas mayores con apnea del sueño puede reducir las posibilidades de que desarrollen un deterioro cognitivo o retrasar la aparición de un deterioro mental.
SEGUIMIENTO DE LAS PACIENTES A LARGO PLAZO
Aunque investigaciones anteriores habían encontrado una asociación entre la apnea del sueño y la demencia, los estudios no fueron estructurados para seguir el impacto de la apnea del sueño en personas que tenían capacidades cognitivas normales al inicio de la investigación.
La fuerza de los nuevos hallazgos proviene del hecho de que las 298 mujeres que participaron el estudio al inicio del mismo no tenían demencia o deterioro cognitivo mensurable, permitiendo a los investigadores medir la relación entre la apnea del sueño y la agudeza mental.
Estas mujeres, provenientes de un estudio más grande que se está realizando para evaluar la osteoporosis en más de 10.000 mujeres mayores de 65 años, fueron examinadas por primera vez en las clínicas de Pittsburgh y Minneapolis con pruebas que evaluaron sus habilidades mentales y cognitivas.
Unos cuatro años más tarde, especialistas del sueño acudieron a los hogares de las mismas mujeres para realizarles un seguimiento mientras dormían utilizando un equipo especializado que mide la actividad cerebral, ritmo cardíaco, movimientos de las piernas, el flujo de aire, la actividad de respiración en el pecho y el abdomen y el contenido de oxígeno en sangre a través de sus dedos.
Estos instrumentos permitieron a los investigadores rastrear la frecuencia con que las mujeres experimentaban apneas (la obstrucción completa o flujo de aire) o hipopneas (reducción del flujo de aire del 30 por ciento o más) y la cantidad de tiempo que pasaban en un estado de privación de oxígeno.
Unos cinco años después de su primera visita, las mujeres regresaron a la clínica y realizaron una batería más amplia de pruebas que medían sus habilidades cognitivas, memoria y fluidez verbal. Estas pruebas incluían un mini-examen del estado mental, la prueba de aprendizaje verbal de California y una prueba de función ejecutiva llamada Trails B.