MADRID 7 Mar. (EUROPA PRESS) -
Científicos de la Universidad de Columbia, en Estados Unidos, han desentrañado los entresijos neuronales que permiten al ser humano centrarse en una conversación cuando está en un ambiente ruidoso en el que hay varias señales auditivas.
En neurociencias este hecho se conoce como el problema de la fiesta de cóctel, según han explicado en un artículo en la revista 'Neuron', ya que las fiestas son un ejemplo claro de como un individuo puede estar pendiente de la conversación que mantiene con otra persona a pesar de que la música, las risas y las conversaciones de otros.
En estos casos, han desvelado los mecanismos por los que, sin que seamos conscientes de haber realizado un esfuerzo excesivo, el cerebro consigue reducir todo el barullo que nos rodea y quedarse solo con lo que le interesa, una capacidad cognitiva de gran importancia social.
Este proceso de filtrado se produce en dos etapas, la primera en la corteza auditiva primaria donde se modulan las señales, es decir, se sube el volumen de lo que interesa y se baja lo demás que está presente. Al mismo tiempo, también intervienen las áreas destinadas a funciones superiores, que hacen una selección y eliminan ya totalmente lo que se quiere ignorar.
El estudio requería el registro de la actividad eléctrica directamente sobre la corteza cerebral. Por eso se realizó, previo consentimiento, en seis pacientes con epilepsia aprovechando que, para identificar las zonas donde se originaban los ataques de epilepsia, se les iba a realizar una electrocorticografía. En esta intervención se aplican electrodos sobre la superficie expuesta del cerebro.
Los participantes observaron un vídeo con dos personas hablando simultáneamente y se les dio instrucciones de prestar atención solamente a uno de los discursos, ignorando el otro.
OBSERVAR LA CARA Y LOS GESTOS TAMBIÉN AYUDA
Durante el experimento se midieron sus ondas cerebrales con electrodos. Además, observar la cara y gestos del hablante contribuye al procesamiento del discurso, lo que da lugar a pensar que algunos de los efectos observados en el estudio estén influenciados no solo con lo escuchado sino también con estímulos visuales.
En la corteza auditiva primaria se percibieron tanto las señales del discurso principal, como las que no interesaban; algo esperable, puesto que, como ha explicado a SINC Charles Schroeder, científico de la Universidad de Columbia y uno de los autores principales del estudio, "no podemos cerrar los oídos". Sin embargo, ya en este momento la señal correspondiente al discurso de interés se detectaba con una amplitud mayor que las demás.
Por otro lado y simultáneamente, se analizaron las ondas cerebrales de áreas dedicadas a funciones superiores, como el lenguaje o el control de la atención. Es en este punto cuando el cerebro selecciona específicamente lo que le interesa. La señal del discurso de interés era muy clara, pero las demás conversaciones no fueron detectadas.
"Esta es la primera evidencia clara de que hay zonas del cerebro donde solo se tiene en cuenta la conversación a la que se atiende, mientras las ignoradas se filtran y eliminan", ha explicado Schroeder.
EL CEREBRO PREDICE LOS GIROS DEL DISCURSO
Además, a medida que la frase toma forma y significado la señal se hace cada vez más definida, algo que parece ocurrir porque la forma en la que se estructura el discurso permite al cerebro predecir cuándo van a tener lugar ciertos eventos clave y así las propias neuronas se predisponen para encenderse con mayor facilidad en estos momentos.
Otras investigaciones para revelar las zonas del cerebro implicadas en focalizar la atención habían utilizado estímulos simples, como pitidos breves o frases cortas. Esta vez, se ha utilizado un discurso natural y completo, lo cual proporciona herramientas para alcanzar los objetivos del proyecto mundial de mapeo de la actividad cerebral.
Hasta ahora este tipo de estudios solamente se habían realizado en animales, pero ahora Schroeder y su equipo han demostrado que es posible aprovechar operaciones en pacientes con epilepsia para el estudio de capacidades puramente humanas, como el lenguaje o la música.