MADRID 21 Feb. (EUROPA PRESS) -
Científicos de la Wayne State University, en Detroit (Estados Unidos), han logrado demostrar por primera vez que se puede medir el desarrollo de la función cerebral del feto en el útero, lo que podría servir en un futuro para detectar trastornos neurológicos como el autismo, el déficit de atención con hiperactividad (TDAH) o la dislexia.
El hallazgo, que publica en su último número la revista 'Science Translational Medicine', ha sido posible gracias al uso de técnicas de imagen por resonancia magnética funcional (IRMf), con el las que han logrado visualizar en tiempo real signos de comunicación entre las diferentes partes del cerebro del feto.
"Muchas de las cosas que sabemos que no van bien en el cerebro no se pueden detectar con una foto. Y ahora, con este nuevo método, podemos mostrar el desarrollo del cerebro en el útero a partir de la observación de la actividad cerebral", ha explicado a la BBC Moriah Thomason, autora de la investigación.
Por el momento ya han usado esta técnica en 110 mujeres embarazadas de entre 24 y 38 semanas, si bien siguen reclutando pacientes para extender el estudio. De momento, la mayoría de los fetos escaneados están sanos, si bien se les está haciendo un seguimiento "después de nacer", para ver como progresan, ha explicado.
Thomason considera que esta herramienta puede ser más útil para detectar trastornos que para predecir si un niño es más inteligente que otro.
El siguiente paso, no obstante, será definir un poco más cómo se forma la red neuronal en el cerebro. "Cuando empezamos (este estudio) no sabíamos si podríamos hacer la medición o si ibamos a comprobar que el sistema del cerebro de un feto de 24 semanas es muy parecido al que vimos más tarde", ha reconocido.
"Así que este es sólo el punto de partida. Todavía nos queda mucho trabajo por delante para definir cómo lucen esas redes; y sólo entonces el paso natural será comparar enfermedades o desarrollos anormales con desarrollos sanos", agrega Thomason.
Los investigadores también descubrieron que las áreas del cerebro que están en la misma zona pero en lados opuestos tenían conexiones más fuertes cuando la distancia entre ellos era menor.
Para los autores del estudio, este fenómeno tiene sentido tomando en cuenta lo que se sabe hasta ahora sobre el desarrollo cerebral de los niños. En la medida en que crecen, las conexiones del cerebro viajan distancias más largas, si bien al principio cubren distancias más cortas.