MADRID, 24 Feb. (EDIZIONES) -
Los ataques de pánico representan una de las principales puertas de entrada a los trastornos emocionales y del estrés. Es muy importante saber manejar las emociones y distinguir qué nos está sucediendo para evitar que los síntomas vayan a más. Comienzan de repente y con mucha frecuencia alcanzan su punto máximo al cabo de 10 a 20 minutos, según explica la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos.
Además, algunos síntomas pueden continuar durante una hora o más y, por ejemplo, esta institución advierte de que un ataque de pánico se puede confundir con un ataque cardíaco. Una persona con ataque de pánico a menudo vive con miedo de otro ataque y puede sentir temor de estar sola o lejos de la ayuda médica, añade.
Así con todo, subraya que las personas con ataque de pánico tienen por lo menos 4 de estos síntomas durante un ataque: molestia o dolor torácico; mareo o sensación de desmayo; miedo a morir; miedo a perder el control o de muerte inminente; sensación de asfixia; sentimientos de separación; sentimientos de irrealidad, náuseas y malestar estomacal; entumecimiento u hormigueo en manos, pies o cara; palpitaciones, frecuencia cardíaca rápida o latidos cardíacos fuertes; sensación de dificultad para respirar o sofocación; sudoración, escalofríos; temblores o estremecimientos.
En concreto, cita que los ataques de pánico no se pueden predecir. Al menos en las primeras etapas del trastorno, no hay ningún desencadenante que comience el ataque. El recuerdo de un ataque pasado puede provocar ataques de pánico, añade.
En este sentido, el presidente de la Sociedad Española para el estudio de la Ansiedad y del Estrés (SEAS), el catedrático de Psicología Antonio Cano, sostiene que una persona que generalmente vive un ataque de pánico entra en un círculo vicioso donde tiene ansiedad, le asustan sus síntomas, lo que le pone más en alerta, de forma que magnifica lo que le sucede, no para de atenderlo, y como consecuencia tiene más ansiedad y aumentan esos síntomas que ya le asustaban, y le generarán más pánico, un gran temor.
También se suele tener una sensación de pérdida de control, pero como no para de observar los síntomas y de asustarse, los incrementa, y pueden hacerle sentir que se está volviendo loco. A veces, esa sensación de pérdida de control puede dar sensaciones de mareo por la ansiedad, y de que puede llegar a perder la conciencia. Esa persona puede pensar que sí, y es muy angustioso, y va a sentir un gran temor o pánico, remarca Cano.
Se trata, por tanto, de una reacción de ansiedad muy intensa, acompañada de la sensación de falta de capacidad para controlar esta reacción, e incluso de la convicción de que uno puede llegar a morir en ese momento. Esta crisis de ansiedad puede producirse en diferentes situaciones (conduciendo, en la calle, por ejemplo), las cuales tenderán a evitarse posteriormente.
Las claves de este desorden dice que hay que buscarlas, por un lado, en el tipo de pensamientos que las provocan, altamente preocupantes, catastrofistas (como muerte inminente, ataque al corazón, mareos y pérdida de conciencia, por ejemplo); y por otro lado, en la hiperventilación (respiración agitada) que provoca un rapidísimo aumento de activación fisiológica generalizada. Los pensamientos catastrofistas se originan por una incorrecta interpretación de síntomas de ansiedad (activación fisiológica), mantiene el experto.
¿SON FRECUENTES?
En este contexto, precisa que hay cerca de un 30% de personas que en un momento de su vida han podido tener un ataque de pánico ante situaciones que le desbordan, como una situación traumática, un evento estresante muy intenso, la pérdida de un ser querido, una amenaza de que podría suceder algo terrible, por ejemplo. En esas situaciones es fácil que aparezca el ataque de pánico, reconoce.
Eso sí, puntualiza que un ataque de pánico hay que distinguirlo de una reacción de ansiedad intensa frente a un examen o otra situación en la que nos sentimos nerviosos, como el hablar en público. La diferencia está en la sensación de pánico y de pérdida de control, de que no sabemos qué va a pasar en nuestro cuerpo, en nuestra mente y en nuestra conciencia porque los síntomas se están incrementando, a pesar de que la persona intenta controlarlos, pero lo que suele suceder al intentarlo es que se disparan y eso es un ataque de pánico, remarca.
EL TRASTORNO DE PÁNICO
No es un trastorno mental, añade, sino una reacción al estrés, de ansiedad, muy intensa y que llega a asustar. A su vez, el presidente de SEAS advierte de que como consecuencia del ataque de pánico puede venir un trastorno de pánico, aunque en estos casos tiene que haber ataques de pánico sucesivos, al menos uno en el último mes, y estos tienen que estar alterando la vida de esa persona de forma importante.
Cuando sucede esto, que se ve alterada mi vida, sufro malestar clínicamente significativo, y estoy pendiente de que voy a sufrir más ataques de pánico, se diagnostica el trastorno de pánico, que puede estar presente en casi un 1% de población, puntualiza el psicólogo clínico.
CÓMO REMEDIARLOS
Además, asegura que quien tiene ya un trastorno de pánico suele desarrollar otros trastornos de ansiedad, como la agorafobia, la fobia social, o incluso la depresión. Por eso ve muy conveniente trabajar, desde la terapia psicológica, los síntomas que nos pueden llevar a padecer esos ataques de ansiedad o de pánico.
El ataque de pánico se puede quedar en mera ansiedad si se trabajan las emociones. No hay que prestarles mucha atención a esas sensaciones físicas, y ocuparnos de otra cosa de manera prioritaria. Nos puede ayudar concentrarnos en otra tarea distractora, como el trabajo, en lugar de estar centrados en esas sensaciones inocuas que no nos van a matar, ni volver loco, ni a generar una pérdida de conciencia, subraya.
En este punto, el presidente de SEAS avisa de que las benzodiacepinas no son la solución, ya que reducen temporalmente los síntomas de ansiedad y de pánico, pero estos pueden volver fácilmente. Por ello, aboga por una terapia cognitivo-conductual, de la mano de un experto psicólogo, que le ayude a gestionar esas emociones y síntomas iniciales de ansiedad. España es el segundo país del mundo en el consumo de estos fármacos, alerta Cano.
Menciona también que existen una serie de factores de riesgo que pueden incrementar la aparición de ataques de pánico, tales como el fumar, el ser mujer, el manejar mejor o peor el estrés, así como las sensaciones de ansiedad.