Dislexia: nada que esconder

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Actualizado: martes, 11 noviembre 2014 16:44

MADRID, 8 Nov. (INFOSALUS) -

   La dislexia es un trastorno de origen neurobiológico con una gran carga hereditaria que afecta al aprendizaje y que supone una dificultad persistente en la lectura y escritura que suele ocasionar problemas desde la escolarización. Se estima que entre un 10% y un 15% de la población general podría padecer algún grado de dislexia.

   Para la clasificación internacional de enfermedades en su décima versión (CIE-10), los disléxicos manifiestan de forma característica dificultades para recitar el alfabeto, denominar letras, realizar rimas simples y para analizar o clasificar los sonidos. Además, la lectura se caracteriza por las omisiones, sustituciones, distorsiones, inversiones o adicciones, lentitud, vacilaciones, problemas de seguimiento visual y déficit en la comprensión.

   Según explica a Infosalus, Araceli Salas, educadora infantil, terapeuta de psicomotricidad y fundadora de la Asociación Dislexia y Familia (Disfam), cuando los niños se enfrentan en primaria a la lectoescritura, que supone la necesidad de recordar los sonidos que se asocian a cada letra, se presentan dificultades para memorizar y con ello las primeras dificultades en el ámbito escolar.

   "No hay dos niños ni dos adultos iguales en lo que se refiere a la dislexia que padecen", señala Salas sobre la singularidad individual del trastorno y aclara que la dislexia puede venir acompañada de otras dificultades como las alteraciones en la memoria a corto plazo, los problemas de lateralidad (no se distingue bien entre derecha e izquierda) o una peor motricidad.

   Entre quienes padecen dislexia se presentan también características comunes como una mayor creatividad, un pensamiento más afín a las imágenes y lo visual y una mayor capacidad de intuición. La inteligencia de estos menores y adultos con dislexia está preservada e incluso superan la media en muchas ocasiones.

   Los estudios de neuroimagen en los que se ha comparado el funcionamiento cerebral en personas con y sin dislexia han mostrado que el cerebro de quienes padecen el trastorno no procesa igual la información referida a la lectura, escritura o espacio que aquellos que no lo padecen. Además, la comunidad científica ha identificado ya diversos genes que influyen sobre el desarrollo del trastorno.

   La dislexia es crónica y no existe cura aunque sí un abordaje que proporcionan educadores, pedagogos, logopedas y que se basa en un aprendizaje multisensorial, asistido por las nuevas tecnologías y las nuevas tendencias educativas que fomentan las inteligencias múltiples y la cooperación que deja atrás el sistema tradicional de enseñanza basada únicamente en lo escrito.

DETECTAR LA DISLEXIA A TIEMPO

   Salas señala que si no se diagnostica en las primeras etapas escolares y comienzan las dificultades para aprender a leer y acceder a los contenidos educativos el nivel de ansiedad de estos niños va en aumento.

   "Son niños listos que se dan cuenta de que los demás van más rápido y en esta comparación su autoestima queda muy perjudicada", apunta Salas que hace un llamamiento no sólo a padres sino también a la comunidad educativa y sanitaria a través de los pediatras para tomar conciencia de un problema que se convierte en social cuando estos niños crecen y tienen dificultades en todas las esferas de su vida.

   El protocolo Prodislex, descargable desde la web de Disfam, establece parámetros para la detección de la dislexia y cómo actuar en las distintas etapas escolares. "Es fundamental que los profesores salgan de las universidades formados para detectar y actuar ante trastornos del aprendizaje como la dislexia", señala Salas.

   Aunque el diagnóstico no se realiza antes de los 7 años, el protocolo de detección puede identificar a niños con 5 años en los que puede existir sospecha de dislexia y en los que ya se puede intervenir para conseguir mejorar su evolución.

   "Si no reciben ayuda adecuada estos niños cada vez estarán más imposibilitados, cada curso será como una losa para ellos y las secuelas emocionales irán empeorando, hasta llegar a la adolescencia donde se pueden dar casos de depresión y trastornos de la alimentación", concluye Salas.

SECUELAS EMOCIONALES

   "Las secuelas emocionales son muy graves en algunos casos. El niño, adolescente o adulto arrastra fracasos escolares, etiquetas de 'vago', comparaciones negativas con sus compañeros o colegas y una sensación de culpabilidad injustificada al no encontrar respuesta a todo lo que le sucede", señala Salas.

   El trastorno puede aparecer hasta entre un 10% o un 15% de la población, según apunta Salas que recuerda que cuatro de cada seis casos de fracaso escolar se deben a los trastornos asociados a los trastornos ligados al aprendizaje.

"La mayoría de las personas con dislexia no están diagnosticadas. Existen casos en los que no ha sido un obstáculo para una vida personal y laboral feliz ya que se han podido desarrollar estrategias para superar las dificultades de aprendizaje, pero en otros casos estas personas optan por 'tirar la toalla' y abandonar los estudios, lo que les lleva a terminar en puestos laborales que no se corresponden con sus posibilidades", señala Salas.

   Como apunta la educadora, el tema es muy serio pues muchos menores se ven abocados a dejar los estudios o pueden entrar en situaciones de gran fragilidad emocional y caer en la depresión. "Muchos niños somatizan sus problemas. Si un niño por la mañana no quiere ir al cole, se queja a menudo de dolores de cabeza o de tripa, presenta dermatitis o alergias o no juega en el patio algo le está sucediendo".