MADRID, 3 Sep. (EUROPA PRESS) -
Investigadores de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) han utilizado imágenes por resonancia magnética para demostrar que la dislexia, dificultad en el aprendizaje de la lectura, la escritura o el cálculo, está provocada por una disfunción principalmente neurológica y no de percepción visual como se pensaba.
Este problema suele impedir que los niños que lo sufren aprendan a escribir con normalidad "independientemente de otras destrezas cognitivas como la inteligencia, el razonamiento o la memoria", según ha reconocido Ibone Saralegui, neurorradióloga que ha liderado el estudio. E históricamente, se asociaba a problemas de percepción visual.
En este trabajo utilizaron imágenes obtenidas mediante resonancia magnética para evaluar la red neuronal relacionada con la lectura en niños con dislexia que no habían recibido tratamiento específico con anterioridad.
Así, vieron que los lectores con dislexia parecían tener una red neuronal para la lectura diferenciada de los normolectores y de aquellos con alteraciones de la motilidad (movilidad) ocular. Un hallazgo que, según la investigadora, prueba que en la dislexia intervienen varios factores.
"Uno de sus principales causantes es una alteración en la ruta fonológica para la lectura de los niños, lo que tiene una gran incidencia en la terapia que se les debe aplicar. Las terapias visuales y auditivas, por ejemplo, no son adecuadas en el tratamiento de estos niños", ha explicado Saralegui.
Esto explicaría que la dislexia no tenga cura a pesar de que muchos padres van a la consulta del oftalmólogo o del logopeda pensando que, tras un buen tratamiento, su hijo va a dejar de serlo. "Un niño es disléxico siempre", ha insistido, si bien reconoce que con un tratamiento precoz y correcto, puede mejorar "notablemente" la habilidad lectora y su capacidad de comprensión.
EN LAS LENGUAS OPACAS HAY MÁS DISLEXIA
Además, en su estudio también observaron como el porcentaje de disléxicos es muy superior entre los hablantes de lenguas opacas, como el inglés y el francés, en las que un mismo grafema puede pronunciarse de varias formas (la letra 'a', por ejemplo, puede leerse como 'a' o 'ei' en función de su posición dentro de la palabra).
El trabajo se realizó con niños castellanoparlantes pero admite que sus conclusiones podrían extrapolarse a los vascoparlantes ya que el euskera y el castellano tienen un "nivel de semitransparencia muy parecido". En ambas lenguas, el grafema coincide con el fonema, es decir, a una letra le corresponde, por lo general, un sonido.
En la lectura el primer paso fundamental es este ensamblaje entre los fonemas y los grafemas, por lo que las lenguas opacas presentan un problema añadido: hay que aprender varios fonemas para un mismo grafema.
"Por eso, en dichas lenguas se duplica, casi, el porcentaje de niños disléxicos. En las lenguas transparentes y semitransparentes hay una menor incidencia de la dislexia, y ésta se presenta más tarde, aunque el problema de comprensión persiste", señala la investigadora.