MADRID, 15 Sep. (EDIZIONES) -
No todos los niños comienzan a hablar al mismo tiempo, como tampoco lo hacen a la hora de andar o de comer solos. Cada uno lleva su propio ritmo. Lo que sí que está claro es que finalmente todos acaban haciéndolo, antes o después, mejor o peor. ¿Cómo detectar que nuestro hijo tarda en hablar o no lo hace correctamente?
"La dislalia consiste en un trastorno del lenguaje que se manifiesta con una dificultad para articular las palabras, y que es debido a malformaciones o defectos en los órganos que intervienen en el habla", define a Infosalus, en una entrevista, el presidente de la Asociación de Logopedas de España, Ismael Fuentes Cortés.
El experto de la Clínica Cedesna (Xàtiva,Algemesí, Valencia) explica así que los niños nacen con una parte genética y con otra que se adquiere a lo largo de la vida. "En los primeros meses y años de vida es cuando el 'input' o entrada de datos en el cerebro en referencia al aprendizaje es el más importante. A medida que un niño crece va aprendiendo todo del mundo que le rodea. Algunas cosas las aprende porque se las enseñamos y otras, como el gatear o caminar, las aprende por instinto o intuición", señala.
En concreto, el aprendizaje del habla lo aprenden sin que les enseñemos, por imitación, y dice que son los niños los que observan el movimiento de los labios, a la vez que oyen los sonidos del habla y se van creando los esquemas neuronales de la comunicación.
'Mamá' y 'papá' suelen ser las primeras palabras que dicen, y después de éstas sostiene que vienen todas las demás palabras obedeciendo a una estructura fonológica, morfológica, sintáctica y léxico-semántica, que irá apareciendo en el niño a medida que va creciendo su vocabulario e interacción comunicativa.
El momento de que empiecen a hablar los niños sostiene que "depende de muchos factores", ya que no todos los niños tienen el entorno y una estructura familiar o social iguales, no todos los niños empiezan a caminar a la misma edad, y no todos los niños empiezan a hablar en el mismo momento.
"No es bueno obsesionarse, pero tampoco es bueno que un proceso patológico o una alteración determinada no se trate de manera temprana. Lo mejor es consultar con el logopeda que es quien mejor puede valorar este aspecto y proceder en consecuencia", afirma Fuentes.
Para saber las pautas del habla de un niño dice que existe una directriz o tabla subjetiva y hay que tener siempre en cuenta y entender que el ritmo de los niños es variable. "Haremos uso de la conocida 'tabla de desarrollo Haizea-Llevant', basada en una población de 1.702 niños de diferentes edades que fueron estudiados para determinar cuándo empiezan con los procesos de la comunicación, socialización, manipulación y postura", indica.
A nivel comunicación, señala que lo primero que suelen hacer es atender en una conversación, seguido de la risa, o del balbuceo. "El 50% de los niños puede decir 'pa-pa-ya' a los 7,6 meses de edad. El 75% lo dice a los 8,8 meses y el 95% a los 9,6 meses. Es un 'pa-pa' o 'ma-ma' que puede ser inespecífico. O sea, que lo dice porque sí, porque sabe, sin tener muy claro el significado de lo que dice", añade.
Así, llama la atención sobre la dislalia antes mencionada, un trastorno qué básicamente se produce por una mala articulación de la palabra y que se debe a las alteraciones morfológicas y biomecánicas que presentan los niños en la cavidad bucofonatoria y orofacial.
"Pueden ir asociadas a otras alteraciones, como la deglución atípica o las alteraciones bucodentales, malformaciones neonatales, entre otras. Tienen un común denominador, la dificultad respiratoria que tiene el niño debido, en general, a la hipertrofia adenoidea, amigdalar o de ambas. También puede ser debido a alteraciones morfológicas del paladar duro, a causa de la descompresión que sufre éste, y por la posición forzada de la lengua, que es llevada a posicionarse en el suelo de la boca", señala.
Paralelo a este tipo de alteraciones, Fuentes dice que el organismo humano tiende a la compensación y hace que las estructuras que estaban bien comiencen a adaptarse al medio, no dejando otra opción que entrar en la dinámica del síndrome patológico.
Así pues, incide en que la dislalia es un proceso o puede ser un proceso más dentro de un enjambre de alteraciones que tienden a provocar malformaciones bucales, y éstas a desencadenar posiciones incorrectas o inadecuadas de la lengua dentro de la cavidad bucal.
En ocasiones, indica que la estrechez del maxilar superior condiciona la posición de la misma, apareciendo marcas dentales alrededor de la lengua. El niño no será capaz de pronunciar de forma correcta la 'R', la 'L', o algunos fonemas o sílabas que le resultarán dificultosos o imposibles por no poder, o no saber colocar o coordinar una serie de músculos que están implicados en la colocación de la lengua y de la abertura bucal, destaca Fuentes.
Por ello, el presidente de la Asociación de Logopedas de España ve muy importante la detección temprana de este tipo de procesos y desde la escuela, y en casa los padres, deben derivar o llevar al niño al especialista para que trate el problema desde una perspectiva multidisciplinar. "Es un trastorno que debe ser tratado por un especialista sanitario, y el logopeda y el odontopediatra son las figuras profesionales que deben tratar estos trastornos ya que tienen trasfondos de carácter importante y que pueden condicionar al niño, después al adolescente, y también cuando se es adulto", confirma.
Para concluir, Fuentes subraya que es necesario entender que si muchos de los niños que no pronuncian correctamente algún fonema o palabra es porque han creado una condición para ello. "La mayoría de las ocasiones de trata de un trastorno multifactorial que debe ser diagnosticado y tratado adecuadamente por un especialista sanitario", concluye.