MADRID, 23 Sep. (EUROPA PRESS) -
Una nueva investigación de la profesora Juliana Chan, de la Universidad China de Hong Kong y Hospital Príncipe de Gales en Shatin (China), revela que los pacientes diabéticos, que constituyen el 30 por ciento de los contagiados de COVID-19 tienen entre dos y tres veces más riesgo de morir que el resto, según han anunciado en la sesión especial de COVID-19 que tiene lugar en la Reunión Anual en línea de la Asociación Europea para el Estudio de la Diabetes (EASD).
"Los principales factores de riesgo de mortalidad incluyen la edad avanzada y las afecciones crónicas, en particular la obesidad, la diabetes, la hipertensión, las enfermedades cardíacas y renales, así como la privación social, los grupos étnicos minoritarios y las personas con acceso deficiente a la atención. Estas afecciones coexistentes frecuentes resaltan la complejidad de COVID-19", explica la profesora Chan.
En un informe reciente de 'The Lancet Diabetes & Endocrinology', en una encuesta basada en la población del Reino Unido de más de 60 millones de personas registradas en el sistema de atención primaria, el 0,4% tenía diabetes tipo 1 y el 4,6% tenía diabetes tipo 2. Sin embargo, entre las más de 24.000 muertes debidas a COVID-19, el 30% ocurrió en personas con diabetes.
Después de ajustar por múltiples factores de riesgo, incluidas la privación social, el origen étnico y otras afecciones crónicas, las personas con diabetes tipo 1 tenían un riesgo de muerte de casi 3 veces (2,86 veces) y las que tenían diabetes de tipo 2, casi 2 veces (1,8) más riesgo de muerte por COVID-19 frente a personas sin diabetes.
A pesar de la corta duración de la pandemia, todavía menos de un año, un término de búsqueda de 'COVID-19 y diabetes' produjo más de 1.800 publicaciones en PubMed. "Muchos de estos informes indican una estrecha relación entre los niveles altos de glucosa en sangre y los malos resultados, incluida la ventilación mecánica, los ingresos a la unidad de cuidados intensivos y la muerte de pacientes con COVID-19", explica la profesora Chan.
La glucosa es un combustible y su uso eficaz depende del suministro adecuado de oxígeno y de la acción de la insulina para promover la entrada de glucosa en las células para mantener las funciones corporales y la supervivencia. La diabetes se debe a una insuficiencia de insulina absoluta o relativa. Las personas con diabetes mal controlada tienen inflamación de bajo grado, mala circulación y defensas corporales.
Durante un estrés agudo como el COVID-19, estos sistemas interconectados pueden desestabilizarse y provocar una glucosa en sangre descontrolada y una falla multiorgánica. En una declaración de consenso publicada en 'The Lancet Diabetes & Endocrinology', los expertos internacionales piden la optimización de la atención ambulatoria y hospitalaria, incluido el uso apropiado de insulina para controlar la glucosa en sangre y el uso de medicamentos protectores de órganos para mejorar los resultados de estos pacientes de alto riesgo.
La profesora Chan destaca que "el SARS-CoV-2 puede dañar las células beta pancreáticas, las únicas secretoras de insulina. Como tal, el COVID-19 puede precipitar la diabetes en personas con factores de riesgo como aquellos con obesidad, bajo nivel socioeconómico y estrés psicosocial", alerta.
El uso del distanciamiento social y los viajes restringidos han controlado el brote hasta cierto punto, pero también han provocado dificultades económicas y angustia emocional. Estos pueden tener efectos sobre la salud personal, la productividad social y el acceso a la atención de rutina.
"En una nota más positiva --agrega--, la crisis de COVID-19 ha aumentado la conciencia pública sobre la difícil situación de estas personas vulnerables y ha motivado el desarrollo de nuevas estrategias, como la telesalud, destinadas a brindar atención preventiva y apoyo continuo para reducir los impactos de enfermedades agudas y complicaciones crónicas en estos individuos de alto riesgo".
En este sentido, recuerda que "la diabetes y el COVID-19 son epidemias silenciosas con consecuencias devastadoras si no se diagnostican o controlan. Estas epidemias globales tienen fuertes determinantes ambientales, del comportamiento y del sistema. La historia de la diabetes COVID-19 destaca la enorme carga de la diabetes que afecta 460 millones de personas en todo el mundo, principalmente provenientes de países en desarrollo con sistemas de salud no preparados".
Asimismo, considera que "esta doble epidemia también ilustra cómo la disparidad social y asistencial generalizada puede afectar los sistemas económicos y de salud mundiales durante una crisis aguda. En este mundo interconectado, existe una necesidad urgente de mejorar nuestro ecosistema, promover la alfabetización en salud y reformar nuestros sistemas sociales y de salud para proteger la salud y la humanidad de las personas con afecciones vulnerables como la diabetes".