MADRID, 25 Oct. (EUROPA PRESS) -
La Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH) ha alertado, con motivo de la conmemoración del Día Mundial de los Síndromes Mielodisplásicos, de que "es probable" que estas patologías se conviertan en el cáncer de la sangre más frecuente en los próximos años debido al aumento en la esperanza de vida en España.
Los síndromes mielodisplásicos son un conjunto de enfermedades que afectan a cuatro de cada 100.000 habitantes y año. Esta cifra aumenta con la edad y alcanza los más de 50 afectados por cada 100.000 habitantes y año en mayores de 60 años.
En este sentido, la presidenta del Grupo Español de Síndromes Mielodisplásicos de la SEHH, la doctora María Díez, ha querido recordar que la incidencia de estas enfermedades "está aumentando".
No obstante, en los últimos años se han sucedido progresos en el conocimiento de la biología de los síndromes mielodisplásicos, lo que se traduce en avances en el diagnóstico, pronóstico y tratamiento de estos pacientes.
La secuenciación genómica masiva está permitiendo conocer el cómo y el porqué se desarrollan y progresan los síndromes mielodisplásicos, y está ayudando a desentrañar su heterogeneidad, a afinar su diagnóstico, a conocer mejor el pronóstico individual de cada paciente y a adaptar los tratamientos a cada subtipo de enfermedad.
Además, la identificación de biomarcadores predictivos de la respuesta al tratamiento evita la exposición a fármacos ineficaces de elevado coste y, por consiguiente, aumenta la eficiencia del sistema sanitario.
TRATAMIENTO
Para un mejor abordaje, es clave estratificar los síndromes mielodisplásicos, ya que son procesos muy heterogéneos, tanto biológicamente como por su comportamiento evolutivo. Hay pacientes con una esperanza de vida similar a la de la población general, los llamados de bajo riesgo, mientras que otros ven su vida reducida a pocas semanas o meses, los de alto riesgo. Por ello, es necesario adaptar los tratamientos al riesgo individual.
En los pacientes de bajo riesgo, se persigue la mejora de la calidad de vida del que sufre la enfermedad mediante la reducción de las transfusiones motivadas por la anemia que produce la enfermedad. En los de alto riesgo, en los que la esperanza de vida es corta, se debe intentar modificar la historia natural de la enfermedad, lo que mejora la supervivencia y retrasa la transformación leucémica.
Actualmente, el único tratamiento curativo de los síndromes mielodisplásicos es el trasplante alogénico de células hematopoyéticas, pero es una modalidad terapéutica que sólo es posible en el 10 por ciento de los pacientes, dada la edad avanzada de los mismos y/o la presencia de otras enfermedades que impiden la realización del trasplante, al diagnóstico de esta enfermedad.
Para los pacientes de bajo riesgo, la eritropoyetina es el tratamiento de elección en la anemia, que mejora la calidad
de vida y retrasa el inicio de las transfusiones. Por su parte, lenalidomida, es capaz de eliminar el clon mielodisplásico y mejorar la anemia en pacientes con la enfermedad de bajo riesgo y una alteración citogenética concreta, una deleción del brazo largo del cromosoma 5.
Para el resto de los pacientes de alto riesgo, el tratamiento es azacitidina, que ha demostrado dar marcha atrás al reloj de la enfermedad y aumentar la supervivencia. No obstante, dado que no
puede curar la mielodisplasia, debe investigarse cómo mejorar su eficacia.
En los últimos años, se encuentran en análisis nuevos fármacos que arrojan resultados "prometedores", según la SEHH, y "podrían incorporarse próximamente al esquema actual de tratamiento de estos
pacientes". Destacan los inhibidores del TGF-B e inhibidores de telomerasa en los pacientes de bajo riesgo, y los inhibidores de BCL-2, inhibidor enzimático de la activación de NEDD8 y nuevos hipometilantes en los pacientes de alto riesgo.