MADRID, 12 Jul. (EUROPA PRESS) -
Científicos han desmontado los circuitos cerebrales que orquestan el comportamiento de los padres en los ratones. El equipo, dirigido por la investigadora del Instituto Médico Howard Hughes, en Estados Unidos, Catherine Dulac, descubrió que más de 20 partes diferentes del cerebro están integradas en este circuito.
Distintos grupos de células dentro de un centro de control de crianza desencadenan los cambios motivacionales, conductuales y hormonales implicados en la crianza de animales jóvenes, informa el equipo en un artículo publicado en la revista 'Nature'.
"Nadie ha diseccionado el control de cualquier comportamiento social complejo con tanto detalle, en este nivel de comprensión", afirma Dulac, neurobióloga de la Universidad de Harvard. Todavía no se sabe si los humanos y otros animales comparten los circuitos cerebrales parentales identificados en ratones. Pero Dulac señala que las neuronas que se ha encontrado que controlan otros comportamientos esenciales en los ratones existen en otros vertebrados.
Descubrir cómo el cerebro controla la crianza de los hijos podría algún día ayudar a los investigadores a idear formas de ayudar a las madres a vincularse con sus hijos en casos de depresión posparto, dice esta experta, quien sentía curiosidad por los circuitos cerebrales que controlan la crianza de los hijos, no solo debido a las muchas actividades diferentes que deben coordinar, sino también debido a una distinción clave entre hombres y mujeres.
Los ratones hembras exhiben comportamientos maternos, tengan cachorros propios o no. Los ratones machos no comparten ese instinto de crianza, a menos que se hayan apareado recientemente. Su comportamiento habitual hacia los ratones jóvenes es la agresión, pero tres semanas después del apareamiento, aproximadamente el momento en que nacerían las crías, las cosas cambian. "Los machos pierden su agresividad hacia los cachorros y su comportamiento se ve exactamente como el de una mujer", dice Dulac.
Estos ratones pasan su tiempo construyendo nidos, acurrucándose cerca de los cachorros, acicalándolos y manteniéndolos cerca. Se vuelven menos interesados ??en interactuar con animales adultos, y mucho más interesados ??en interactuar con los cachorros. Los niveles hormonales también sufren modificaciones. "Lo que agrupamos en un solo término, el cuidado de los padres, en realidad significa que muchas cosas cambian --señala Dulac--. Muchos circuitos neuronales se modifican dentro del cerebro".
Hace varios años, Dulac y su equipo descubrieron un grupo de neuronas en una parte del cerebro conocida como el área preóptica medial que coordina estos cambios generalizados. Para el estudio actual, el equipo rastreó conexiones hacia y desde estas células de control parental, todas las cuales producen una molécula de señalización llamada galanina. Sus mapas revelaron que el centro de crianza recibe señales de 20 regiones cerebrales diferentes y transmite información a otras tantas. Cada neurona productora de galanina individual se proyecta a solo una de estas regiones del cerebro, lo que sugiere que subconjuntos de células controlan diferentes funciones, dice Dulac.
HALLAN DOS CONJUNTOS DE NEURONAS CLAVE
Para desentrañar estos roles, el equipo, junto con el primer autor Johannes Kohl, investigador postdoctoral en el laboratorio de Dulac, utilizaron herramientas basadas en la luz para manipular la actividad de diferentes conjuntos de células. Un conjunto se proyecta desde el centro de crianza hasta una región dentro del área del cerebro medio premotor del cerebro llamada gris periacueductal.
"Esas neuronas están dedicadas al control motor de la crianza de los hijos", dice Dulac. Cuando el equipo activó estas neuronas, los roedores aumentaron el aseo de cachorros, incluso machos vírgenes, que normalmente no tienen ese instinto. La desactivación de las mismas neuronas redujo la preparación de los cachorros tanto en machos como en hembras.
Otro conjunto de neuronas que generan galanina envía señales al área tegmental ventral, un componente clave del centro de recompensa del cerebro. La activación de esas neuronas aumentó drásticamente la motivación de los animales para interactuar con los cachorros. Cuando el equipo conectó estas células, tanto los ratones machos como las hembras escalaron las barreras de plástico colocadas en su jaula para alcanzar a los cachorros del otro lado. Sin embargo, la activación de estas células no tuvo impacto en el comportamiento de crianza de los animales. Esto fue más claro en los experimentos con ratones machos vírgenes, que escalaron la barrera solo para atacar a los cachorros.
El equipo también demostró que las neuronas de galanina que se proyectan hacia la amígdala, una región con forma de almendra conocida por su papel en el procesamiento emocional, mantienen a los padres centrados en sus cachorros. Los padres se mantuvieron centrados al ignorar las señales sociales de otros adultos, halló el equipo de Dulac. Y las células que señalan una región reguladora de hormonas del hipotálamo del cerebro parecen modular las hormonas relacionadas con la crianza, la oxitocina, la vasopresina y la hormona del estrés liberadora de la hormona corticotropina.
El equipo no encontró diferencias dramáticas en el cableado de los circuitos de crianza entre machos y hembras, por lo que continuarán investigando qué es lo que activa el modo de crianza posterior al apareamiento de los machos. Curiosamente, dice Dulac, el circuito de crianza que su equipo descubrió comparte similitudes organizativas con las neuronas en la médula espinal que controlan el movimiento muscular. Ambos comprenden conjuntos coordinados pero distintos de células que controlan funciones discretas. Queda por ver si los circuitos que subyacen a otros comportamientos sociales comparten esta lógica, concluye esta experta.