MADRID, 3 Oct. (EUROPA PRESS) -
La capacidad de detectar y clasificar diversos tipos de estímulos es esencial para interactuar con los objetos circundantes y las personas y para comunicarse correctamente. De hecho, los déficits de interacción social en personas que viven con autismo parecen deberse en parte a las dificultades para detectar e interpretar las señales sensoriales.
La vista, el tacto y el oído son nuestras ventanas al mundo: estos canales sensoriales envían un flujo constante de información al cerebro, que actúa para resolver e integrar estas señales, permitiéndonos percibir el mundo e interactuar con nuestro entorno.
Al identificar firmas de la expresión génica comunes a la vista, el tacto y el oído, neurocientíficos de la Universidad de Ginebra (UNIGE), en Suiza, descubrieron una "lengua franca" sensorial, que facilita la interpretación e integración de la información sensorial del cerebro. Estos resultados, que se detallan en la revista 'Nature', allanan el camino hacia una mejor comprensión de los trastornos de percepción y comunicación.
"Estudiamos la estructura genética de las vías táctiles, visuales y auditivas en ratones --explica Laura Frangeul, primera autora del estudio--. Mediante la observación de la expresión génica neuronal en estas distintas vías durante el desarrollo, se han detectado patrones comunes, como si un lenguaje genético subyacente las juntara".
Los resultados de estos neurocientíficos de Ginebra revelan que durante el desarrollo, las diversas vías sensoriales comparten inicialmente una estructura común de expresión genética, que luego se adapta a la actividad del órgano unido a cada sentido. "Este proceso sólo lleva unos pocos días en ratones, pero podría llevar hasta varios meses en los seres humanos, cuyo desarrollo es mucho más largo y muy sensible con el medio ambiente", subraya Denis Jabaudon.
UNA ARQUITECTURA SIMILAR DE LAS VÍAS SENSORIALES
Esta lengua franca genética, por tanto, permite que se construyan las distintas vías sensoriales de acuerdo con una arquitectura similar, con independencia de sus funciones muy diferentes. Es este lenguaje compartido el que permite al cerebro interpretar con precisión los estímulos procedentes de distintas fuentes y componer una representación coherente de su significado combinado.
El hecho de compartir el mismo plan de construcción también explica cómo las diversas vías pueden equilibrarse, por ejemplo, cuando el tacto o el oído se vuelven altamente sobre-desarrollados en las personas nacidas ciegas. Este descubrimiento argumenta también por qué pueden darse interferencias sensoriales, incluyendo sinestesias y alucinaciones, en personas que sufren de trastornos del neurodesarrollo como el autismo o la esquizofrenia.
El profesor de la Facultad de Medicina UNIGE Denis Jabaudon, líder del estudio, concluye: "Nuestros resultados nos permiten entender mejor cómo los circuitos cerebrales que construyen nuestra representación del mundo se juntan durante el desarrollo. Ahora, estamos en condiciones de examinar cómo se podrían emplear estos hallazgos para reparar cuando fallan".