MADRID, 29 Mar. (EUROPA PRESS) -
Investigadores de la Universidad de Vermont, en Estados Unidos, han identificado un mecanismo por el que nuestro organismo sabe cuándo se debe vaciar la vejiga, lo que a su vez podría servir para desarrollar futuros tratamientos frente a la disfunción del sistema urinario.
Los riñones eliminan los desechos y el exceso de líquido del cuerpo a través de la vejiga, que cuando se llena indica al sistema nervioso central que es el momento de orinar para vaciarla.
Sin embargo, según describen los investigadores en un artículo publicado en la 'The Journal of General Physiology', han visto que, además de la presión de llenado, también es clave en este proceso la aparición de unas contracciones temporales del músculo de la vejiga que "impulsan la actividad de los nervios aferentes" durante ese proceso, ha explicado Thomas J. Heppner, autor del estudio.
Además, han visto que estas contracciones no sólo ofrecen información de cuándo está llena la vejiga, sino que también alertan de cuándo se dan las condiciones adecuadas para que la evacuación de orina sea más eficaz.
"La presencia o ausencia de estas contracciones, y la rapidez con la que se producen, puede hacer que la vejiga tenga más o menos actividad", ha añadido Mark T. Nelson, también coautor del estudio.
En un modelo de ratón 'ex vivo', ambos investigadores y su equipo analizaron el papel que juegan estas contracciones y vieron que a medida que se iba llenando su actividad aumentaba aproximadamente diez veces más, y que la presión de llenado no afectó a la frecuencia de estas contracciones.
"El incremento de las contracciones temporales muestra al cerebro no sólo cómo se llena la vejiga, sino también que el músculo puede contraerse lo suficiente para que se produzca una micción normal", han explicado.
Los investigadores reconocen que el siguiente paso es identificar qué mecanismos pueden determinar las diferencias de la frecuencia y velocidad de estas contracciones entre unas vejigas y otras, y apuntan que puede haber otro tipo de células no musculares, quizá nerviosas, que también intervengan en este proceso.