MADRID, 6 Jun. (EUROPA PRESS) -
La cirujana pediátrica Laura Burgos Lucena, responsable de la Unidad de Suelo Pélvico Pediátrico de ROC Clinic, ha reafirmado la importancia de conocer cuáles son las enfermedades más frecuentes durante el crecimiento y desarrollo de los niños, ya que facilita la detección precoz de las patologías.
La experta ha recalcado que las enfermedades más frecuentes varían en cada etapa de la vida. Así, mientras que en los lactantes la consulta más común es la criptoquídia (ausencia de testículo en la bolsa escrotal), a partir de los tres años es habitual empezar a tratar la fimosis y en la adolescencia los varones deben comenzar con la autoexploración para descartar tumores o quistes.
"Al principio de la vida, las patologías más frecuentes son las anomalías congénitas debidas a problemas durante la formación de los diferentes órganos y sistemas. Durante la infancia, la mayoría de las enfermedades urológicas siguen siendo debidas a anomalías congénitas y se van añadiendo los trastornos debidos a los hábitos adquiridos y al retraso en la madurez de algunos sistemas. Y finalmente, en la etapa prepuberal y puberal, predominan las alteraciones funcionales y cobran más importancia los tumores", ha explicado.
En la etapa prenatal, la enfermedad más común es la ureterohidronefrosis (UHN), diagnosticada durante la gestación. La experta ha aclarado que la UHN es la dilatación de la vía urinaria superior, es decir, del conducto que lleva la orina desde el riñón hasta su entrada en la vejiga. Esto puede deberse a varias patologías que deben ser diagnosticadas y seguidas en el recién nacido, siendo las más prevalentes el reflujo vésico-ureteral (RVU) y la estenosis pieloureteral (EPU).
Durante el primer año de vida del menor, la experta ha afirmado que es importante que el niño siga revisiones periódicas para diagnosticar de forma precoz posibles anomalías del desarrollo que requieran tratamiento en edades tempranas. El motivo de consulta más común en esta etapa es la ausencia del testículo en la bolsa escrotal. Esta anomalía se conoce como criptorquídia y se debe a un fallo en el descenso normal del testículo, desde la cavidad abdominal hasta el escroto, durante los últimos meses de embarazo o los primeros seis meses de vida.
Otra patología común es la hidrocele, que no afecta al crecimiento del testículo y no provoca dolor, pero debe ser valorado por un especialista, pues el testículo se encuentra en su sitio, pero la comunicación con la cavidad abdominal permanece abierta y el líquido desciende al escroto, provocando el aumento de tamaño de éste a lo largo del día.
A partir de los tres años se empiezan a tratar patologías más comunes, como son la fimosis o la incontinencia urinaria. "Lo primero es la valoración por parte de un especialista para determinar si el niño tiene o no fimosis y si está indicado el tratamiento con pomada o la intervención quirúrgica, iniciando el tratamiento alrededor de los tres años con el fin de que la patología se resuelva antes de los cuatro", ha recomendado la doctora Burgos.
En cuanto a la incontinencia urinaria, es habitual que aparezca en esta etapa, ya que el niño empieza a adquirir más autonomía, sucediéndose situaciones en las que es habitual que priorice el juego y reprima las ganas de orinar.
ADOLESCENCIA
En la etapa adolescente, la experta ha insistido en que los motivos de visita a la consulta de Urología Pediátrica suelen ser las anomalías del pene y del testículo. Entre las primeras, destacan la presencia de incurvación peneana o de frenillo corto, que provocan molestias durante la erección.