MADRID, 15 Feb. (EDIZIONES) -
Llega la adolescencia y muchos padres se echan a temblar. Es una etapa llena de cambios, tanto físicos como psicológicos, donde no hay control, ni por parte de los padres, ni tampoco de los adolescentes. Encima, parece que se está adelantando su edad de comienzo, ¿qué pueden hacer los padres con sus hijos adolescentes rebeldes?¿Por qué actúan así?
Lola Álvarez Romano, licenciada en Pedagogía por la Universidad de Barcelona, máster de Estudios de Observación Psicoanalítica, y formación doctoral de Psicoterapeuta de Niños y Adolescentes en la Clínica Tavistock de Londres, acaba de publicar 'Pero, ¿qué te pasa?' (Planeta), un manual que terminó de escribir durante el confinamiento y que tiene por objetivo guiar a esos padres que no se atreven o no se ven capaces de hablar con sus hijos en esta etapa.
Esta experta sostiene que la adolescencia es una etapa tan convulsa, en la que los padres tienen tantos problemas con los hijos, porque por un lado supone "un torbellino de cambios físicos" para los menores que no pueden controlar, y donde tienen lugar cambios internos, hormonales y cerebrales muy radicales. "El desarrollo cerebral de los adolescentes no sufría tantos cambios desde su etapa fetal", advierte Álvarez Romano.
Además, subraya, que se trata de una etapa en la que se producen una serie de cambios "sin saber qué pasa". En muchos casos, la autora considera también que los padres no tienen en cuenta la magnitud del cambio que están experimentando sus hijos, en medio de un torbellino físico, y donde los jóvenes no siempre cuentan con el control de la situación porque a veces les guían impulsos dictados por estos cambios físicos.
También en este periodo tan rebelde de los jóvenes entra en juego el componente psicológico, el cómo se ven. En su opinión, la adolescencia representa una época donde afloran las inseguridades sobre su aspecto, al mismo tiempo que representa una época "de muchos cambios muy repentinos sobre los que ellos no tienen control". A juicio de la psicóloga, es una periodo que igualmente produce ansiedad a los padres y a los hijos porque no saben qué es lo que va a pasar y tampoco lo controlan.
Hoy en día también contamos con la 'amenaza' de que se ha adelantado su edad de comienzo y ya vemos, por ejemplo, a niñas de 9 años preocupadas por su imagen, cuando antes lo hacían a los 11, según comenta Lola Álvarez. Esto sucede, según explica, fruto de la inseguridad, y de que la conducta adolescente se ha extendido entre los niños, donde estos solo quieren hacer cosas de mayores para tener mayor control sobre todo.
"El creerse mayor lo asocian con un mayor control de las cosas, aunque no suele ser así. Antes los niños querían ser mayores para tener más autonomía. Es una lástima porque el periodo de libertad en la infancia es tan única y que se vean sujetos a los parámetros adolescentes tan pronto les crea ansiedad porque no tienen el equipo mental y físico para estar a la altura. Empiezan antes la adolescencia, pero también pueden acabar después también, no hay que olvidarlo", destaca.
Aquí lamenta que la pandemia ha incrementado los casos de violencia en el hogar, no sólo de hijos a padres, sino también al revés, así como la violencia de género. "La pandemia ha sido un trauma social a todos los niveles y ha generado una especie de crisis social en muchos aspectos. Un adolescente necesita espacio alejado de sus padres y en estos meses se nos está obligando a pasar más tiempo en casa todos juntos, sin nuestro espacio, por lo que han aumentado los conflictos", considera Álvarez Romano.
LA CIRCUNSTANCIA FAMILIAR, LA CLAVE DE LOS CONFLICTOS
En el libro hace hincapié igualmente en la idea de que la circunstancia familiar es la clave de las conductas de los adolescentes: "Empiezan a desarrollar su criterio propio y muchas veces en consulta he oído opiniones de los chicos frente a sus padres, y donde se ve claramente que el joven no está de acuerdo con la versión oficial de la familia, algo que puede suponer un germen de conflicto con sus padres".
Por eso, Lola Álvarez Romano aconseja pedir ayuda a un especialista en función del grado del rebeldía de los jóvenes. "Si tiene preocupaciones por su ropa y chilla pero no va más allá, ya pasará; pero si tiene 14 años y está hasta las 4 de la mañana fuera de casa, ahí sí que hay que actuar porque tiene riesgo", subraya.
En consulta indica que muchas veces recibe la pregunta de los padres de qué es lo que han hecho mal para que su hijo se comporte así: "Se suele ir desgranando en la consulta del profesional. Llega un momento en el que el niño decide desobedecer las reglas de los padres y todo suele deberse a que tiene algún punto de conflicto con ellos. 'Por qué tengo que hacer yo esto si tú no lo haces'".
Reconoce que, a veces, los padres no se dan cuenta de las consecuencias de sus actos y pueden decepcionar a sus hijos, por ejemplo al prometer cosas que no pueden cumplir, o al no explicarles la verdad sobre determinados aspectos de la familia. "Muchas veces los niños que son rebeldes es debido a que suele haber una historia o motivo en el 99% de casos detrás, y por el que quieren desafiar constantemente a la autoridad de los padres", insiste esta experta con más de 30 años de experiencia en apoyo a niños y adolescentes.
LAS REDES SOCIALES: UN ARMA DE DOBLE FILO
Otro de los protagonistas entre los conflictos de los padres con los hijos adolescentes son las redes sociales y el uso que estos hacen de ellas. A juicio de la también miembro de la Asociación de Psicoterapeutas de Niños y Adolescentes de Reino Unido (ACP por sus siglas en inglés), las redes ya se han implantado en el mundo y son un "arma de doble filo" dado que, durante la pandemia han sido muy útiles para todo el mundo, nos ha salvado del aislamiento total y de poder trabajar.
Ahora bien, sí advierte de que suele ser punto de conflicto porque muchos adolescentes abusan de su uso, e igual no lo hacen de la mejor manera: "Los padres no manejan las redes con tanta agilidad como los hijos y es uno de los problemas. En realidad, lo que no hay que olvidar son los valores humanos. Las redes sociales siguen siendo parte de la interacción humana, y ésta debe estar siempre guiada por los valores humanos del día a día, que inculcan los padres a los hijos".
Además, otro de los puntos sobre los que existe margen de maniobra con los hijos rebeldes es la comunicación: "Los padres aún pueden hacer cosas, hablar sobre qué está bien y mal, que los padres se informen de las redes a las que tienen acceso. En realidad, la clave es la comunicación, si es buena cuantas menos áreas desconocidas haya, mejor. Puede que no sepas todo lo que ocurre en la vida de tu hijo pero tengas una vida aproximada y tengas tiempo a la hora de educarle en el uso de redes. Todo lo que pueda ser un punto de conversacion entre padres e hijos guiará también su uso de redes".
Es más, pide trabajar la comunicación con los hijos no sólo durante la adolescencia, sino también durante la infancia. "Los padres no siempre dan en el clavo pero si hacen lo posible porque todo vaya mejor y hay un poco más de armonía, la convivencia entre padres e hijos adolescentes será más fácil. Hay que trabajar siempre por una comunicación abierta, honesta", agrega.
Otro de los puntos fundamentales sobre el que los padres pueden ayudar a sus hijos adolescentes es a la hora de ayudarles a desarrollar la tolerancia, el saber aguantar aquello que no nos gusta: "A veces hay que aguantar una cola de una hora para un trámite de dos minutos. A nadie le gusta, pero la vida está llena de situaciones frustrantes en sociedad, y la pandemia todavía más. Por eso es algo que necesitamos trabajar y en realidad cultivar todos, tanto padres como hijos".