MADRID, 10 Dic. (EUROPA PRESS) -
Comúnmente se tiende a pensar que se valoran más las cosas si se ha puesto mucho esfuerzo en ello, ya puede ser tiempo, dinero, interés, sufrimiento o cualquier combinación de ellos; es decir, gracias a lo que has tenido que hacer para obtener esa recompensa, su valor se multiplica. Es un fenómeno que todos reconocemos. Afecta nuestro comportamiento de una manera que pueden ser irracional.
Ante esta afirmación, neurocientíficos están tratando de descubrir por qué valoramos más algo si hemos puesto mucho esfuerzo. Así, han concluido que sí, las cosas se valoran más cuanto más cuestan y que esto se debe a la acción de la dopamina junto a los costes hundidos o irreparables que se pierden durante el esfuerzo.
Este esquema de valorar más las cosas cuanto más cuestan se debe a la reacción que tiene la dopamina con los llamados "costes hundidos o irrecuperables", es decir, el tiempo, esfuerzo, sufrimiento, etc que has invertido en conseguir ese objetivo, que irremediablemente afecta a su comportamiento y que ya no puedes recuperar, pero que libera dopamina en tu cuerpo y te incita a seguir intentándolo.
"Tomamos decisiones falaces basadas en lo que hemos invertido en algo, incluso si la probabilidad de obtener una ventaja objetiva es cero", afirma el profesor asistente de psiquiatría y ciencias del comportamiento, el doctor Neir Eshel. "Y no somos solo nosotros. Esto se ha demostrado en animales de todo el reino animal", añade.
Según estos hallazgos, todos los animales superiores están programados para tomar decisiones tontas. ¿Pero, por qué? La culpa la tiene la dopamina, que es la sustancia química cerebral que dice "hazlo de nuevo, hazlo un poco más", de la que se ha hablado mucho en relación con el placer, el aprendizaje y la formación de hábitos.
Sin embargo, aunque la dopamina esté activada, es importante diferenciar la sensación de querer hacer algo o gustar, apunta Eshel, quien se centra en cómo el cerebro motiva el comportamiento. "Puedes desear algo muchísimo aunque ni siquiera te guste mucho. O viceversa", señala.
Hace unos años, Eshel, su entonces asesor postdoctoral, Rob Malenka, la profesora de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento, Nancy Friend Pritzker y algunos colegas de Stanford Medicine comenzaron a realizar experimentos para aprender más sobre querer versus agradar y cualquiera que sea el papel que desempeña la secreción de dopamina en el cerebro en cada uno de estos estados.
"Observamos cuánto le gusta algo a un animal (cuánto consumirá si ese algo es gratuito) y cuánto quiere algo (en qué medida el consumo de ese animal se ve afectado por el costo de conseguirlo)", explica Eshel.
En el curso de su estudio, publicado en 'Neuron', se les ocurrió un posible mecanismo neuronal para la antigua observación psicológica de que se valoran más las recompensas si se trabaja más duro para conseguirlas y resulta que la liberación de dopamina en el cuerpo estriado está muy influenciada por el esfuerzo realizado para obtener una recompensa. "Ahora es posible que hayamos encontrado la base neuronal del costo irrecuperable. La dopamina podría explicarlo", afirma Eshel.
En su estudio con ratones, los investigadores definieron el "coste irrecuperable" como el número de veces que los ratones tuvieron que meter la nariz en un agujero de una caja (entre una y casi 50 veces) o el riesgo de sufrir golpes leves o moderados en los pies para obtener acceso a una "recompensa": agua azucarada o estimulación directa instantánea de la liberación de dopamina en dos centros en una estructura en el medio del cerebro llamada cuerpo estriado.
Estos centros son conocidos por su papel en la motivación y el movimiento, su abundancia de receptores de dopamina y su inervación por tractos secretores de dopamina que se originan en regiones más profundas del cerebro. Y por su implicación en el aprendizaje, la formación de hábitos y la adicción.
Los investigadores primero determinaron el "consumo gratuito" de los animales de prueba, es decir, cuánto consumirá un ratón hasta saciarse en una situación gratuita, lo que tenía que hacer solo era meter la nariz en un agujero, arriesgándose a tener heridas. Eso les dijo a los investigadores cuánto le "gustaba" algo al ratón.
Luego, poco a poco, aumentaron el coste de adquisición aumentando el número de pinchazos en la nariz o la intensidad de las descargas eléctricas en las patas de un ratón, necesarios para obtener la recompensa. Los investigadores también variaron metódicamente las cantidades de recompensa que los animales recibían por una determinada cantidad de persistencia o malestar. La liberación de dopamina en el cuerpo estriado de los ratones se evaluó tan pronto como se obtuvo cada recompensa.
No es sorprendente que la liberación de dopamina del cuerpo estriatal estuviera influenciada por el tamaño del premio. Pero, según descubrió el equipo científico, el aumento del coste de la recompensa también provocó una mayor liberación de dopamina en el cuerpo estriado: había una base bioquímica para el concepto de coste irrecuperable.
"En un entorno con recursos limitados, cuando normalmente solo nos recompensan después de un trabajo realmente duro, es posible que necesitemos una alta secreción de dopamina para que podamos volver a hacerlo", señala el investigador. En este sentido, asegura que "la liberación de dopamina puede permitirle pagar esos elevados costes irreparables en el futuro".