MADRID, 28 Dic. (EUROPA PRESS) -
La exposición ambiental de metales pesados y el consumo de tabaco en la gestación aumenta por un 2,5 el riesgo de que el hijo padezca trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), una enfermedad que se suele manifestar en la infancia y ocupa un "lugar destacado" en adultos.
"Su importancia no solo radica en que causa sufrimiento en los niños afectos, sino que también interfiere con el desarrollo social y educacional, y pueden conducir a problemas sociales y psicológicos que duran toda la vida", ha comentado el pediatra del Hospital Universitario Ntra. Sra. de Candelaria, Sta. Cruz de Tenerife y miembro del grupo de trabajo de TDAH de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP), Pedro Javier Rodríguez Hernández.
La mayoría de los estudios indican que el trastorno afecta al 5 por ciento de los niños en edad escolar, especialmente a los niños. Asimismo, los factores genéticos son, quizás, los más importante ya que se ha demostrado que esta enfermedad tiene una heredabilidad superior al 70 por ciento. Del mismo modo, diversos estudios de neuroimagen han demostrado "diferencias estructurales y funcionales" en los cerebros de niños con y sin TDAH. Estos presentan menor volumen cerebral, menor grosor cortical.
Ahora bien, aunque el trastorno se caracterice por la existencia de déficit de atención, acompañado, en ocasiones, por hiperactividad e impulsividad, hay diferentes subtipos: el inatento, en el que predomina el déficit de atención; el hiperactivo e impulsivo, en el que predominan la hipercinesis y la impulsividad; y el combinado, en el que aparecen los tres síntomas en igualdad de importancia y que provoca una disminución de la flexibilidad cognitiva, dificultad en el establecimiento de metas y menor fluidez y velocidad en el procesamiento de la información.
Asimismo, más del 70 por ciento de los pacientes con diagnóstico de TDAH sufren otros trastornos, como son el trastorno negativista desafiante, trastornos de ansiedad, trastornos del estado de ánimo, trastorno disocial y trastornos de aprendizaje.
SIGNOS DE PRESENCIA DEL TDAH
El déficit de atención comienza a evidenciarse entre los 5-7 años. En mayores de 18 años, se caracteriza por la dificultad para estructurar el tiempo, para organizar y planificar proyectos o por la incapacidad para establecer prioridades.
Además, la hiperactividad se identifica a partir de los 3 años y se atenúa durante la evolución con respecto a la presentación en la niñez, manifestándose en el adolescente como una sensación interna de inquietud que provoca el inicio simultáneo de múltiples tareas que se suelen abandonar inacabadas.
Del mismo modo, la impulsividad también se manifiesta entre los 3 y los 4 años y suele mejorar con el tiempo. En caso de que el cuadro evolucione, sobre todo en aquellos que reciben un diagnóstico tardío, puede dar lugar a cuadros compatibles con trastorno disocial de la personalidad, trastorno por consumo de sustancias e incluso problemas de delincuencia.
Tanto el tratamiento farmacológico como el no farmacológico han demostrado una efectividad y seguridad elevada, especialmente cuando se utilizan de manera conjunta. En este sentido, la terapia sin fármacos se debe realizar con los padres, con los niños (según la edad) y también con el colegio. Se trata de explicarles en qué consiste el trastorno, por qué se produce y qué pueden hacer para mejorarlo:
"No es culpa ni de los padres ni de los niños; los síntomas tienen como causa una disfunción de origen cerebral, no se deben a que los niños sean vagos, desobedientes o desafiantes y, como tal, se puede tratar y mejorar. Transmitir la información al niño de forma fraccionada, en orden, y evitar dar más de una orden cada vez. Establecer rutinas para facilitar la organización y planificación. Limitar, en la medida de lo posible, los estímulos distractores", han zanjado los pediatras.