MADRID, 2 Ago. (EUROPA PRESS) -
Las consecuencias sanitarias y económicas acumuladas de la pérdida prematura de un progenitor pueden ser mayores para los niños que para las niñas, según sugieren las conclusiones de un amplio estudio a largo plazo publicado en línea en el 'Journal of Epidemiology & Community Health'.
Sin embargo, los datos indican que la muerte de uno de los progenitores antes de los 21 años está estrechamente relacionada con una mala salud mental y menores ingresos/desempleo en la edad adulta para ambos sexos.
Investigaciones publicadas anteriormente han señalado la existencia de un vínculo entre la muerte prematura de los padres y la posterior salud y prosperidad del hijo. Pero ningún estudio se ha basado en datos de registro de alta calidad, y pocos han analizado los efectos acumulativos o el impacto potencial del género, dicen los investigadores.
Por ello, utilizaron datos de registros nacionales de Finlandia para averiguar si la muerte de uno de los progenitores antes de los 21 años estaba asociada a diversas medidas de mala salud mental y resultados en el mercado laboral entre los 26 y los 30 años, y qué influencia podía tener el sexo, si es que tenía alguna.
Incluyeron a casi un millón de finlandeses (962.350) nacidos entre 1971 y 1986, que habían cumplido al menos 30 años en 2016. Los datos de registro pertinentes incluían los certificados de defunción de los padres y los historiales médicos y educativos, los periodos de baja por enfermedad y las declaraciones fiscales de sus hijos, casi todos los cuales habían completado su educación y entrado en el mercado laboral a los 30 años.
Aproximadamente 1 de cada 6 (15%; 145.673) personas había perdido a uno de sus progenitores antes de los 31 años. Menos del 5% había sufrido la muerte de su madre; casi el 12%, la de su padre.
La probabilidad de que uno de los progenitores fallezca aumenta bruscamente con la edad, desde menos del 1% antes de que el niño cumpla 6 años hasta algo menos del 5% cuando tiene entre 26 y 30 años. Los padres tenían casi 3 veces más probabilidades que las madres de morir antes de que sus hijos cumplieran 21 años.
Unas 65.797 personas perdieron a uno de sus progenitores antes de los 21 años, lo que se asoció a una mayor probabilidad de ingreso hospitalario por enfermedad mental que en el caso de los que lo sufrieron después de los 30 años.
Los hombres parecían ser más vulnerables que las mujeres. Tenían un 70% más de probabilidades de ser ingresados en el hospital; la cifra equivalente para las mujeres era del 52%. Los trastornos por consumo de sustancias y las autolesiones intencionadas fueron los motivos más frecuentes de ingreso hospitalario, pero esto varía según el sexo.
Los niños y hombres jóvenes que perdieron a sus madres prematuramente tenían casi 2,5 veces más probabilidades de ingresar en el hospital por autolesiones intencionadas que los que perdieron a sus madres a los 30 años.
Del mismo modo, las chicas y mujeres jóvenes que perdieron a su padre prematuramente tenían alrededor del doble de probabilidades de padecer un trastorno por consumo de sustancias que las que no lo habían sufrido. La muerte prematura de la madre también se asoció a un aumento sustancial (88%) de los trastornos por estrés.
El uso de medicación para trastornos mentales entre los que perdieron a uno de sus progenitores prematuramente fue entre un 18% y un 33% mayor en ambos sexos que entre los que no habían sufrido esta experiencia. Las bajas por enfermedad también eran más probables entre ambos sexos.
Perder a uno de los padres antes de los 21 años también se asoció con menos años de escolarización, menores ingresos anuales y más periodos de desempleo entre los 26 y los 30 años en ambos sexos.
La mayor reducción de años de escolarización (4%) --equivalente a más de medio curso académico-- se produjo entre las chicas que habían perdido a sus madres prematuramente.
Los efectos estimados sobre los ingresos y el empleo fueron generalmente mayores en el caso de los hombres, entre los que la muerte prematura del padre se asoció a una reducción de casi el 16,5% de los ingresos anuales y a una probabilidad un 6% menor de tener un empleo regular. Las estimaciones correspondientes para las mujeres fueron del 11% y el 4%, respectivamente.
Los principales puntos fuertes del estudio residen en el uso de datos poblacionales a escala nacional, un seguimiento exhaustivo y registros de salud psiquiátrica tanto de atención secundaria como primaria, afirman los investigadores.
Pero reconocen que se trata de un estudio observacional, que no puede tener en cuenta todos los factores potencialmente influyentes, como los rasgos de personalidad que pueden haber afectado a las asociaciones halladas.
Además, el análisis no tuvo en cuenta los problemas leves de salud mental ni los factores genéticos y ambientales (compartidos) en la infancia, que podrían haber influido, admiten.
No obstante, concluyen que "la muerte prematura de los padres está estrechamente relacionada con un mayor riesgo de mala salud mental de los hijos en la edad adulta, tanto en hombres como en mujeres, pero los cocientes de probabilidades estimados suelen ser cuantitativamente mayores en el caso de los hombres".
Del mismo modo, perder a uno de los progenitores prematuramente "se asocia negativamente con los resultados de los hijos en el mercado laboral (es decir, el empleo y los ingresos) en la edad adulta, y estas asociaciones son cuantitativamente mayores en el caso de los varones".