Conoce la infertilidad secundaria, un problema cada vez más frecuente entre las parejas

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Publicado: martes, 4 junio 2024 8:33

   MADRID, 4 Jun. (EDIZIONES) -

   La infertilidad secundaria se refiere a no poder conseguir un embarazo después de una concepción previa. Afecta en torno al 10% de las parejas en edad reproductiva, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS). En España, una de cada diez mujeres tiene dificultades para lograr un segundo embarazo y se ve en esta situación.

   La infertilidad puede deberse a factores masculinos, femeninos, a una combinación de ambos, o bien ser idiopática (de origen desconocido). Eso sí, tanto en las mujeres como en los hombres favorecen una menor tasa de fecundidad el estilo de vida (alcohol, tabaco, exposición a contaminantes ambientales, obesidad), así como los factores ambientales.

   Elisa Gil Arribas es ginecóloga especialista en medicina reproductiva de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF) y nos concede una entrevista a Infosalus por este asunto. Precisa que “en Medicina se denomina ‘secundario’ a todo aquello que no ocurría antes, y que aparece después; “es decir, una esterilidad primaria sería aquella en la que una mujer nunca ha conseguido embarazo, y la secundaria la que, habiendo conseguido embarazos previos, es ahora cuando no se consigue gestación”.

PRINCIPAL CAUSANTE: EL ENVEJECIMIENTO DE LA MUJER

   Sostiene que, efectivamente, la infertilidad secundaria es habitual en nuestra sociedad, a la vez que mantiene que “la inmensa mayoría de las veces”, esta esterilidad secundaria se explica por el envejecimiento de la mujer: “Las mujeres, que hemos retrasado mucho nuestra maternidad en nuestro entorno, tenemos el primer hijo a una edad avanzada (de media en España a los 32 años, según los últimos datos demográficos), de manera que los segundos o siguientes hijos los buscaremos tarde”.

   Asumiendo que la causa más frecuente en los países desarrollados es la edad materna avanzada, tal y como prosigue esta experta en medicina reproductiva, la causa más habitual de esterilidad secundaria es esta misma, el envejecimiento de las mujeres.

   Eso sí, remarca la doctora Gil que, por supuesto, puede haber otras muchas causas, como la afectación de la calidad seminal en el varón por exposición a tóxicos, o por estrés; así como las infecciones del aparato genital femenino, o por ejemplo, las complicaciones previas que afecten al útero en caso de partos o embarazos malogrados.

   “Pero la causa principal de por qué una mujer que se ha embarazado previamente y tiene sus hijos sanos anteriores no se embaraza es, sin lugar a dudas, el envejecimiento de sus óvulos”, insiste esta doctora de la Sociedad Española de Fertilidad.

   En 2022 las mujeres españolas fueron madres por primera vez en torno a los 32 años de media, según datos del INE. “Sabemos que, a partir de los 35 años, en el caso de la mujer, las dificultades de concebir una segunda criatura sin ayuda externa son más difíciles. Por tanto, nos encontramos ya, y nos encontraremos más aún en un futuro próximo, con muchas mujeres y muchas familias que se enfrentaran a ello, sin pensar que ese problema podría afectarles”, reconoce por su parte Lola Pavón, psicóloga especialista en infertilidad y docente del Instituto Europeo de Salud Mental perinatal.

CUÁNDO CONSULTAR CON UN ESPECIALISTA

   Con ello, interpelamos a la doctora Gil, de la Sociedad Española de Fertilidad, sobre el momento idóneo en el que consultar en caso de que no llegue ese segundo hijo esperado, a lo que afirma que, de la misma manera que con la esterilidad primaria, “siempre hay que darle a la naturaleza la posibilidad de conseguir un embarazo espontáneamente, asumiendo que la especie humana tarda mucho en conseguir una gestación evolutiva”.

   Es decir, dice que debemos dar oportunidades suficientes a la naturaleza de conseguir un embarazo naturalmente. Por lo tanto, resalta que no deberíamos angustiarnos y consultar antes de 4-6 meses en mujeres de más de 35 años, y rondando el año sí ya se debe proceder a esa búsqueda activa de embarazo en mujeres menores de esa edad.

   “Por supuesto, si el primer hijo costó y se requirió tratamiento para lograrlo, o ha ocurrido algo que pudiera justificar un problema (operaciones, complicaciones en el parto anterior, infecciones, inicios de tratamientos médicos por otra patología, por ejemplo), mantiene esta ginecóloga que la consulta debe realizarse antes. “También debe adelantarse una consulta si hemos cambiado de pareja, por si el varón tuviera un problema no conocido”, agrega.

TRATAMIENTOS DISPONIBLES HOY EN DÍA POR ESTOS CASOS

   Con ello, y a la hora de conocer los diferentes tratamientos disponibles para la esterilidad hoy en día, la doctora Gil subraya que para la esterilidad primaria se debe abordar el caso desde el inicio, para tratar de elaborar un buen diagnóstico de la situación: “De acuerdo a los hallazgos diagnósticos podremos ofrecer las diferentes técnicas de reproducción asistida existentes (el coito programado, la inseminación artificial, o a la fecundación ‘in vitro’, con ovocitos propios u ovocitos de donante, si fuera necesario)”.

   Las parejas con una esterilidad secundaria sufren igual que las que tienen un diagnóstico de esterilidad primaria, tal y como reconoce esta experta de la SEF, al mismo tiempo que sostiene que estas parejas viven en la angustia de no comprender puesto que es habitual que hayan conseguido su primer hijo sin grandes dificultades, “lo cual genera grandes dosis de frustración e incomprensión”.

EL TESTIMONIO DE CRISTINA

   Por otro lado, recogemos en este reportaje el testimonio de Cristina López del Burgo, médico de familia en Pamplona, profesora de la Facultad de Medicina de la Universidad de Navarra, y una mujer que junto a su marido no ha podido tener hijos. Desde su experiencia personal se dedica, entre otras tareas, a acompañar a parejas que atraviesan por este proceso, una vivencia que también le ha servido para publicar recientemente con Alienta Editorial ‘El camino de la infertilidad’.

   Nos confiesa en una entrevista con Europa Press Infosalus que “la infertilidad es un tabú y la secundaria lo es más” puesto que, previamente ya has tenido un hijo y no llega de ninguna de las maneras ese segundo embarazo: “Es bastante doloroso. He conocido a parejas que nadie les entiende. En estos casos, muchas veces, como ya tienen un hijo, les dicen que se tienen que conformar porque por lo menos ya tienen un hijo, y no entienden que lo pasen mal por ello. Mientras que parejas con hijos les dicen que como ya tienen uno para qué quieren más”.

   A su juicio, están “en terreno de nadie” porque los que no tienen hijos les recriminan que por lo menos ya tienen uno y no deberían quejarse, mientras que los que tienen más de uno les dicen que ya tienen uno, para qué quieren más. “Nadie les entiende, pero ellos desean tener otro hijo. Son situaciones que se ven, y estas parejas también hay que acompañarles porque sufren bastante”, lamenta López del Burgo.

EL APOYO PSICOLÓGICO EN ESTA EXPERIENCIA

   Es por eso por lo que en muchas ocasiones se hace necesario un acompañamiento psicológico a estas parejas que padecen de infertilidad secundaria y por eso charlamos en Infosalus con la experta y docente del Instituto Europeo de Salud Mental perinatal, la psicóloga general sanitaria, terapeuta Gestalt y Terapeuta EMDR, formada en Psicología Perinatal, Lola Pavón, que está especializada en infertilidad.

¿Conlleva un alto impacto psicológico la infertilidad secundaria en la pareja? Resalta esta especialista que la infertilidad, tanto la primaria como la secundaria, suelen generar un alto impacto en la pareja, ya que implican enfrentarse a una serie de dificultades o de imposibilidades en relación a la consecución de un deseo tan importante como es el de ser madre y padre, el de crear un proyecto de familia donde haya hijos.

   “Cuando ya hay criaturas, como es el caso de la infertilidad secundaria, el impacto en muchas ocasiones es incluso mayor en el momento de recibir la noticia, ya que la parejanormalmente no espera llegar a tener esas dificultades o recibir ese diagnóstico”, remarca.

   Actualmente, apunta que España es uno de los países de la Unión Europea con la mayor distancia entre número de hijos deseados y el número de hijos tenidos: “Casi tres de cada cuatro mujeres de entre 18 y 55 años desearía tener al menos dos hijos; sin embargo, la media de hijos tenidos es de 1,16, según datos del INE. Por lo tanto, serán muchas las personas que se enfrentarán a este problema”.

UN RETO PARA LA PAREJA

   Lola Pavón, asimismo, subraya que las parejas suelen vivir esto como un “reto complejo” que puede poner a prueba la propia relación en algunos casos, ya que los deseos y los esfuerzos dedicados a la consecución de ese objetivo pueden no estar alineados en ambas partes y ser fuente de numerosos conflictos.

   “En muchas ocasiones, incluso estando alineados, es una gran fuente de estrés ya que puede implicar una revisión del proyecto conjunto de un modo profundo; una revisión de las relaciones sexuales que pueden pasar a ser algo programado y no fruto del deseo; puede implicar pruebas e intervenciones médicas o diagnósticos que, a veces, no son muy agradables o fáciles de sostener, como es el caso de los tratamiento de reproducción asistida”, sostiene.

   A su vez, señala que la infertilidad en una pareja puede suponer una “inversión de tiempo y de dinero importantes”, que ponga en segundo lugar, o en pausa, aspectos que antes nutrían el día a día. “Y, en ocasiones, puede activar un duelo de no maternidad o paternidad, un duelo de un modelo de familia, que puede ser difícil de transitar al no esperarlo”, apostilla esta psicóloga del Instituto Europeo de Salud Mental perinatal.

LOS PROBLEMAS EMOCIONALES MÁS FRECUENTES

   Con ello, recuerda esta psicóloga experta en infertilidad que son lícitas la frustración y la ansiedad en estos procesos; si bien admite que, otra cosa es que socialmente sea legitimada, comprendida, y acompañada de manera adecuada. “En muchas ocasiones, desde fuera, puede parecer que si ya hay alguna criatura en la familia no debería implicar mucho malestar el no poder tener alguna más. Sin embargo, la vivencia de esta situación es realmente angustiante y difícil para muchas personas adultas, y también para muchas criaturas que desean tener un hermano y no pueden”, insiste.

   Los sentimientos de frustración, de tristeza, de impotencia, de desesperación, de angustia, de rabia, e incluso de culpa son muy frecuentes, así como la obsesión con el asunto, dedicando grandes cantidades de tiempo a pensar y a ocuparse de ello, según prosigue esta experta. Es más, advierte Lola Pavón de que “todo ello puede generar de manera frecuente sintomatología ansiosa-depresiva clínicamente significativa, entre otros problemas de salud mental”.

EL IMPACTO SUELE SER MAYOR EN LA MUJER

   ¿Por qué el impacto psicológico suele ser mayor en la mujer en estos casos? Pavón sostiene que muchas retrasan el momento de plantearse la maternidad entre dos y cinco años en relación a lo que hubieran deseado, según la última Encuesta de Fecundidad. “Sin embargo, la internalización descontextualizada de esa ‘toma de decisión’ genera de manera frecuente mucha culpa y desasosiego cuando, luego, no es posible lograrlo. Tendiendo a una hiperresponsabilidad en cuanto al proceso y a una focalización en torno a sus cuerpos, con connotaciones muy negativas, y muy invasiva en muchas ocasiones”, avisa.

   En opinión de esta experta del Instituto Europeo de Salud Mental perinatal uno de los problemas de esta sobrecarga psicológica, médica y social para la mujer es que el asunto no se plantea como una cuestión de salud pública, o como problema social y colectivo, más allá de la visión médica e individualista: “Las mujeres y las familias son, en realidad, afectadas por un sistema que muchas veces es contrario a la vida misma y que no facilita de forma real la promoción de la natalidad, de la crianza, y de los cuidados como centro de la vida”.

   En relación a los hombres dice que hay menos estudios al respecto, si bien mantiene que es cierto que su capacidad reproductiva puede alargarse más en el tiempo, no sin ser afectada, pero no de manera tan importante como en el caso de las mujeres. “Esto puede hacer que el foco no esté tan presente en ellos y, por ende, no se dé ese exceso de internalización de culpas y de connotaciones negativas que pueden tener lugar en las mujeres, agravando el impacto que ya de por sí tiene enfrentarse a algo tan complejo como es la infertilidad”, aclara Pavón.

   También puede que influya el hecho de que las narrativas hegemónicas sobre la masculinidad no ponen el foco de autorrealización del hombre en su reproducción, sino en otros ámbitos, como puede ser el trabajo o la obtención de reconocimiento social, prosigue esta psicóloga especialista en infertilidad.

   “Por lo que sentirse autorrealizado puede no estar tan asociado a la idea de ser y ejercer como padre, como en el caso de las mujeres, donde sí puede haber en algunos casos una asociación entre esa autorrealización y el ser y ejercer de madre. Esto no es generalizado, y las nuevas generaciones están revisando en profundidad estas cuestiones, pero quizás tenerlas en cuenta sea importante para contextualizar el impacto psicológico en hombres y en mujeres desde un punto de vista amplio”, resalta Lola Pavón.

EL APOYO DEBE SER GENERALIZADO

   En último lugar, destaca esta experta que el apoyo en general, no sólo psicológico, ante una infertilidad secundaria será “crucial” para cualquier persona que afronte este tipo de procesos, sobre todo legitimando la vivencia subjetiva, o el malestar que puede implicar.

   “Eliminando así la estigmatización o el tabú con el que a veces puede vivirse, así como las sensaciones de aislamiento, o de soledad que puede generar todo ello. No siempre será necesario un apoyo terapéutico profesional como tal, ya que si la persona tiene una buena red de ayuda y apoyo, donde se siente arropada y comprendida, pueden activarse más fácilmente recursos de adaptación y de ajuste emocional adecuados para afrontar y gestionar la situación. No obstante, en caso de ser necesario acudir a terapia existen diversos enfoques desde los que se puede abordar, incluso algunos programas estandarizados tanto de evaluación como de intervención”, concluye.