MADRID, 4 Oct. (EUROPA PRESS) -
Un nuevo estudio, publicado en 'Journal of Lipid Research' y llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Boston (EEUU), ha descubierto que en la obesidad la lipoproteína de baja densidad (LDL) no funciona con normalidad, lo que aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares (ECV).
En este sentido, la obesidad es un problema de salud pública en todo el mundo que afecta actualmente a más del 40 por ciento de los adultos en Estado Unidos. Además, más del 9 por ciento de la población estadounidense padecía obesidad grave (clase 3) en 2020, la designación más alta con un peso de 122 kilos o más para una persona de 1,70 m y un índice de masa corporal (IMC) de 40 o más. Asimismo, la obesidad es un importante factor de riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes y ciertos tipos de cáncer.
La obesidad suele conllevar hiperlipidemia (concentraciones elevadas de grasas/lípidos en la sangre), diabetes, hipertensión, inflamación crónica y estrés oxidativo, que aumentan la susceptibilidad a las ECV.
La lipoproteína de baja densidad (LDL) es una nanopartícula que transporta el colesterol en la sangre. El colesterol, que es bueno con moderación, es esencial para el funcionamiento normal de las células. Sin embargo, el exceso de colesterol puede depositarse en las arterias y provocar ECV, de ahí que el colesterol LDL reciba el nombre de colesterol malo.
"Nuestros resultados demostraron que, en la obesidad, no es la cantidad sino la calidad del LDL lo que contribuye a la enfermedad: El colesterol malo empeora debido a la inflamación asociada a la obesidad. Como consecuencia, el suministro de colesterol pasa de ser normal a anormal, por lo que se retiene más colesterol en la pared arterial, formando en última instancia placas que ocluyen el flujo sanguíneo", ha explicado la autora, Shobini Jayaraman, doctora e investigadora científica en farmacología, fisiología y biofísica.
En el estudio, se compararon las lipoproteínas sanguíneas de pacientes con obesidad grave antes de la cirugía bariátrica y 6 o 12 meses después con las lipoproteínas de un grupo de control de sujetos sanos delgados. A continuación, los investigadores estudiaron las interacciones de las lipoproteínas con tres receptores celulares clave para la función de las LDL. Entre ellos, el receptor de LDL (que dirige la captación normal de colesterol por las células) y dos receptores scavenger (que pueden provocar una acumulación perjudicial de colesterol).
A continuación, diseñaron un ensayo para cuantificar las interacciones de las lipoproteínas con muchos componentes de la matriz extracelular. Estas interacciones pueden favorecer la retención de lipoproteínas perjudiciales en las arterias, lo que puede causar aterosclerosis. Además, analizaron la composición de las LDL y utilizaron cromatografía líquida y otros métodos bioquímicos para explorar la carga y agregación de nanopartículas, que influyen en la funcionalidad de las LDL.
En los pacientes con obesidad, las partículas de LDL se volvieron disfuncionales y menos eficaces a la hora de transportar su carga de colesterol a los receptores de LDL. Además, las partículas de LDL tendían a transportar preferentemente colesterol a los receptores carroñeros o a adherirse a la matriz de la pared arterial.
"Este comportamiento aberrante se derivaba de alteraciones en la composición bioquímica de las LDL inducidas por la inflamación asociada a la obesidad. Estos cambios nocivos contribuyeron a aumentar el riesgo de ECV en pacientes con obesidad", añadió Jayaraman.
Según los investigadores, durante el primer año tras la cirugía bariátrica los pacientes perdieron mucho peso, la inflamación inducida por la obesidad remitió y la calidad de las LDL mejoró progresivamente a los 6 y 12 meses del postoperatorio. Aun así, la calidad de las LDL no alcanzó los niveles de los controles delgados y tampoco lo hizo el IMC. Sin embargo, la calidad de las LDL estaba claramente correlacionada con la pérdida de peso: cuanto más se acercaba el peso del paciente al normal, mejor era la calidad de sus LDL, lo que se traducía en un menor riesgo de ECV.
"Nuestro estudio demuestra que la calidad de las LDL sigue mejorando a medida que se normaliza el peso del paciente, lo que sugiere que el riesgo de ECV sigue disminuyendo. Esto es prometedor no sólo para los pacientes que se someten a cirugía bariátrica, sino quizá para muchos otros que tienen sobrepeso o son obesos y utilizan diversos enfoques para perder peso", ha afirmado la autora principal, Olga Gursky, doctora y profesora de farmacología, fisiología y biofísica de la facultad.