Claves sobre la hipoxemia o muerte silenciosa y su relación con la COVID-19

Coronavirus, COVID-19, Virus, pulmones.
Coronavirus, COVID-19, Virus, pulmones. - FEELLIFE/GETTY - Archivo
Publicado: lunes, 28 septiembre 2020 8:36

   MADRID, 28 Sep. (EDIZIONES) -

   La hipoxemia es la disminución grave de la cantidad de oxígeno que lleva la sangre. El concepto de 'grave' significa que la sangre ya no transporta el oxígeno suficiente para que los órganos cumplan adecuadamente con sus funciones vitales, y es que especialmente durante los inicios de la pandemia, se produjeron varios fallecimientos en estas circunstancias.

   "Se llama hipoxemia silenciosa o feliz porque uno de los órganos afectados es el cerebro que, en función de la gravedad de la hipoxemia, empieza a funcionar peor (lentitud, somnolencia) o se produce un coma (pérdida de conciencia). No hay dolor, ni angustia", detalla en una entrevista con Infosalus el doctor Luis Puente Maestu, jefe de servicio de Neumología del Hospital General Universitario Gregorio Marañón (Madrid) y profesor de Neumología de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid.

   Es más, explica que la COVID-19 produce neumonía y, en los casos más graves, una reacción inflamatoria del pulmón que se llama 'distress respiratorio agudo'. Dado que la función principal de los pulmones es coger oxígeno de la atmósfera y saturar la sangre que pasa por ellos, cuando están enfermos no cumplen con esta función, y en consecuencia, el especialista afirma que la sangre se carga con menos oxígeno.

   "En los casos graves de neumonía y en 'distress', la función pulmonar se reduce tanto que se produce hipoxemia. La hipoxemia, sobre todo la aguda, es un fenómeno que pone en peligro la vida de quién la padece y es por tanto una urgencia que requiere tratamiento con suplemento de oxígeno, y atacando a la causa que produce esa disfunción pulmonar", subraya el especialista del Gregorio Marañón.

   En algunos pacientes con COVID-19, aparte de la alteración del pulmón, se producen trombos en los vasos pulmonares que pueden contribuir a la disfunción del pulmón. "Estos pacientes suelen estar algo más graves", añade.

   Con ello, el neumólogo reconoce que la hipoxemia es difícil de detectar, si bien insiste en que la enfermedad que produce la hipoxemia (la neumonía) sí se asocia a síntomas. "El principal es la disnea. Normalmente en el caso de la COVID-19 además, llevarán algunos días con fiebre y con tos", agrega.

EL USO DE PULSIOXÍMETROS EN CASA, ¿SÍ O NO?

   Sobre si hay alguna forma de detectarla desde casa, el neumólogo recalca que no es fácil, salvo con el uso de pulsioxímetros, unos aparatos que miden la saturación de la sangre. En concreto, precisa que cuando la saturación es menor de 90% es cuando se produce hipoxemia.

   Con el conocimiento de la hipoxemia, ¿ha cambiado el manejo de los pacientes hospitalizados de COVID-19?¿Ya no se está intubando tanto? No ha cambiado sustancialmente el manejo de los pacientes, pero si es cierto que hoy en día disponemos de distintas formas de suministrar oxígeno y se intenta no intubar a los pacientes, porque la intubación en sí misma es una medida muy agresiva que se intenta posponer si hay alternativa.

    Preguntado por el uso de estos aparatos desde casa, después de que en Estados Unidos se haya recomendado, el neumólogo del Hospital Gregorio Marañón resalta que los pulsioxímetros son aparatos muy asequibles hoy en día, pero como todo en la vida, afirma que tienen una parte positiva y otra negativa.

   "En general, un paciente con COVID-19 no debutará con una hipoxemia grave, sino que será un proceso en el que sentirá disnea, tos, fiebre o mialgias y acudirá al médico, que es quien debe evaluar el cuadro, explorando a la paciente, quizá haciendo una radiografía, y con un pulsioxímetro, y decidir si puede estar en casa. En hipoxemias agudas, como la de la COVID-19, no es recomendable que el paciente esté en su domicilio, pero si el paciente así lo desea el pulsioxímetro puede ayudar a monitorizar la situación", agrega el especialista.

   A su juicio, sería útil para seguir a pacientes que no están graves en el momento de ser vistos por el médico, pero por si empeoran. "En pacientes sin síntomas yo no lo recomendaría. Hay mucha gente que se obsesiona con las cifras y acaba angustiándose en situaciones que no son de preocupar", sentencia el profesor de Neumología de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid.