MADRID, 9 Ago. (Infosalus/EP) -
Los bebés nacen con un 'kit' básico de habilidades físicas que su desarrollo ampliará en los primeros meses y años de vida, entre ellas su capacidad para adaptarse a la temperatura exterior. En el verano las altas temperaturas ponen a prueba estos sistemas de adaptación, sobre todo si tenemos en cuenta que en muchos de ellos la actividad física es inherente a sus juegos.
Según señalan desde el sitio web 'Healthychildren.org', el portal en Internet dirigido a los padres de la Academia Americana de Pediatría, existen demasiados casos de jóvenes que han sufrido golpes de calor con consecuencias fatales mientras practicaban deporte de competición.
Las combinaciones más peligrosas a menudo implican elevados niveles de humedad y calor, aunque pueden producirse problemas similares en climas no tan drásticos derivados de esta baja tolerancia al calor en los menores, señalan los pediatras estadounidenses que añaden que en comparación con los adultos, la capacidad de los niños para tolerar el calor es muy diferente.
El conocimiento sobre cómo los menores gestionan a nivel de desarrollo el calor puede ser de ayuda para prevenir problemas graves o incluso leves. Por este motivo los facultativos americanos recuerdan que existen una pocas diferencias básicas en la constitución química de los niños que les hace más difícil regular la temperatura corporal que a los adultos:
- Desproporción superficie corporal y peso: los niños tienen más área de superficie corporal que peso corporal, por ello cuando la temperatura fuera es superior a la temperatura del cuerpo, los niños tienden a acalorarse más deprisa que los adultos. No dejes que su menor tamaño te confunda.
- Generan más calor: durante el ejercicio, los niños generan hasta entre el 20% y el 25% más calor procedente de su peso corporal que los adultos. Las tasas metabólicas superiores de los menores también contribuyen a mayores cantidades de calor que los niños pueden generar con el ejercicio y las actividades.
- Movimientos bruscos que acaloran más: los movimientos que son bastos e ineficaces producen más calor en los niños que en los atletas más mayores que poseen técnicas más cuidadas y tienen movimientos más fluidos.
- Menor capacidad para deshacerse del calor: la cantidad de sangre bombeada durante el ejercicio es menor en niños que adultos, por lo que es menor la habilidad para movilizar el calor hacia la piel para deshacerse de él.
- Mecanismos inmaduros de sudoración: los niños tienen mecanismos de sudoración inmaduros y también sudan menos que los adultos, por lo que tienen menos capacidad para deshacerse del calor mediante la evaporación del sudor. No tienen tantas glándulas sudoríparas y las que tienen no son tan eficientes como las de los adultos. Cuando su piel se quema por el sol también disminuye la habilidad de las glándulas sudoríparas para funcionar por lo que deben utilizar siempre protector solar, lo que también les protegerá del cáncer de piel y el envejecimiento prematuro.
- Peor aclimatación: los niños se adaptan al calor más lentamente, esto hace que tarden más tiempo en acostumbrarse a las temperaturas del verano y a la humedad que los adultos. Este proceso de adaptación, denominado aclimatación, permite a los menores no tener demasiado calor ni demasiado frío sino estar bien.
- Sensación de sed peor regulada: la temperatura del cuerpo central en los niños se eleva más y de forma más rápida con la deshidratación, por lo que es incluso más importante proporcionar descansos para beber a los niños activos más pequeños. La sensación de sed en los niños no está tan bien regulada como en los adultos por lo que tomar descansos frecuentes para beber fluidos debería ser una exigencia mientras se realizan actividades físicas.
- El sobrepeso, un factor de riesgo: los niños con sobrepeso tienen un mayor riesgo de enfermedad cardiaca porque ese peso extra puede agravar la mayoría de estos problemas. Estos niños tienen que generar más calor para mover una mayor masa corporal, les es más difícil disipar el calor (por lo que retienen más) y se adaptan incluso más despacio a las temperaturas elevadas.