MADRID 1 Jun. (EUROPA PRESS) -
Alrededor de una de cada seis personas no vacunadas afirma seguir experimentando los efectos de la vacuna contra el virus COVID-19 hasta dos años después de la infección, según un estudio suizo publicado por 'The BMJ'.
Los resultados muestran que el 17% de los participantes no recuperó la salud normal y el 18% declaró síntomas relacionados con el COVID-19 24 meses después de la infección inicial.
La mayoría de las personas que padecen COVID-19 se recuperan poco después de la fase inicial de la enfermedad, pero otras experimentan problemas de salud persistentes (conocidos como covid prolongada), que pueden repercutir en la calidad de vida y la capacidad laboral.
Los estudios previos sobre los resultados a largo plazo tras la infección por COVID-19 han informado de una amplia gama de estimaciones (22-75% a los 12-24 meses), lo que impide a los investigadores sacar conclusiones firmes sobre el tratamiento y el apoyo a largo plazo.
Para abordar parte de esta incertidumbre, los investigadores analizaron los patrones de recuperación y persistencia de los síntomas a lo largo de dos años en adultos de la cohorte SARS-CoV-2 de Zúrich, un estudio en curso de individuos con infección confirmada por SARS-CoV-2.
S us hallazgos se basan en 1.106 adultos no vacunados (edad media 50 años) con una infección confirmada por SRAS-CoV-2 entre el 6 de agosto de 2020 y el 19 de enero de 2021 y 628 adultos (edad media 65 años) seleccionados al azar entre la población general que no habían padecido el virus.
Los participantes proporcionaron información sobre 23 posibles síntomas covíricos prolongados seis, 12, 18 y 24 meses después de la infección. También se tuvieron en cuenta otros factores potencialmente influyentes, como la edad, el sexo, la educación, el empleo y los problemas de salud preexistentes.
En general, el 55% de los participantes declararon haber recuperado su estado de salud normal menos de un mes después de la infección, y el 18%, entre uno y tres meses. A los seis meses, el 23% de los participantes declararon que aún no se habían recuperado, porcentaje que se redujo al 19% a los 12 meses y al 17% a los 24 meses.
Las proporciones de personas que seguían experimentando síntomas que se creía que estaban relacionados con el COVID-19 en los tres puntos temporales fueron similares pero ligeramente superiores, disminuyendo del 29% a los seis meses, al 20% a los 12 meses y al 18% a los 24 meses.
En comparación con las personas que no tenían infección, las que padecían covid-19 presentaban un riesgo excesivo tanto de problemas físicos, como alteraciones del gusto o el olfato (9,8%), malestar tras el esfuerzo (9,4%) y dificultad para respirar (7,8%), como de problemas de salud mental, como disminución de la concentración (8,3%) y ansiedad (4%) en el sexto mes.
Las personas que declararon síntomas en todos los seguimientos o que declararon un empeoramiento de los síntomas tenían más probabilidades de ser mayores y de tener problemas de salud preexistentes.
Se trata de hallazgos observacionales y los investigadores reconocen varias limitaciones, entre ellas que se centraron únicamente en el tipo salvaje de SARS-CoV-2 en una población no vacunada y se basaron en la salud autodeclarada, que puede ser poco fiable.
No obstante, se trata de un estudio poblacional de gran tamaño con evaluaciones periódicas de una serie de resultados sanitarios, y los resultados fueron similares tras los análisis posteriores, lo que refuerza la credibilidad de las estimaciones.
"Los problemas de salud persistentes crean retos significativos para los individuos afectados y suponen una carga importante para la salud de la población y los servicios sanitarios", escriben los autores, y piden ensayos clínicos "para establecer intervenciones eficaces que reduzcan la carga de la afección postcovid-19".
Comprender la trayectoria de la carga de síntomas y la recuperación tras un covídico prolongado es crucial para la elaboración de políticas, las decisiones de tratamiento y la coordinación de la atención, afirma un investigador de la Universidad del Sur de California en un editorial vinculado.
El diseño de futuros tratamientos, ensayos clínicos e intervenciones políticas "dependerá de estudios sólidos basados en datos de alta calidad a nivel poblacional", escribe.
"Además, en vista de la complejidad de las trayectorias de los síntomas y la carga de enfermedad única que experimenta cada paciente individual con covida larga, los pacientes deben participar más estrechamente en el diseño y la realización de estos estudios en el futuro", concluye.