Silla de ruedas
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Actualizado: martes, 30 mayo 2017 13:53

   MADRID, 30 May. (EUROPA PRESS) -

   La esclerosis múltiple afecta a 47.000 personas en España, a 700.000 personas en Europa y a 2,5 millones de personas en todo el mundo, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), que alerta de que cada año se diagnostican 1.800 nuevos casos en España, de los cuales un 70 por ciento corresponderían a personas de entre 20 y 40 años.

   Estos datos se dan a conocer con motivo, este miércoles 31 de mayo, del Día Mundial de la Esclerosis Múltiple, una enfermedad neurológica inflamatoria y degenerativa, que es la causa más frecuente de discapacidad neurológica en adultos jóvenes.

   "Una de las principales características de esta enfermedad es la heterogeneidad, la variabilidad en aspectos clínicos, radiológicos, respuesta a los tratamientos, siendo diferente en cada paciente tanto su forma de inicio como en curso más o menos agresivo. Y esta incertidumbre provoca una importante alteración en la vida personal, familiar, laboral y social de los afectados", señala la doctora Ester Moral Torres, coordinadora del Grupo de Estudio de Enfermedades Desmielinizantes.

   Sin embargo, añade, "en las últimas dos décadas el tratamiento de la esclerosis múltiple ha experimentado un cambio radical, principalmente a partir de la introducción de ciertos fármacos que pueden modificar favorablemente el curso de esta enfermedad y ya existe un gran número de pacientes que llevan conviviendo más de 15 años con la enfermedad sin presentar discapacidad importante".

    Diagnosticarla y tratarla a tiempo puede cambiar la evolución de la misma por lo cual, consultar de manera precoz, resulta de vital importancia. Cualquier síntoma atribuible a una lesión del sistema nervioso central puede verse en la esclerosis múltiple debido a que las lesiones se pueden producir en cualquier localización de la sustancia blanca o gris -tanto cerebral como medular- y deberse a los diversos mecanismos inflamatorios y neurodegenerativos implicados en esta enfermedad.

    Sin embargo, algunos síntomas y síndromes son más frecuentes. Así, los sensitivos (hormigueos o adormecimiento de uno o más miembros) y los visuales, presentes en el 50-53% (sobre todo pérdida de agudeza visual), son los síntomas más comunes de esta enfermedad, especialmente en su fase inicial.

   Por el contraria cuando la enfermedad está avanzada o progresiva suelen darse más síntomas motores (40-45% de los casos) que principalmente se manifiestan en forma de debilidad y/o rigidez muscular. Otros síntomas frecuentes son los cerebelosos (20-25%), como intestabilidad en la marcha, y los trastornos esfinterianos (10-13%) con trastornos de micción. Añadir que aunque, salvo en fases muy avanzadas de la enfermedad, los síntomas evidentes de deterioro cognitivo son muy infrecuentes, en una valoración cognitiva detallada se pueden encontrar fallos desde el comienzo de la enfermedad en parte de los pacientes.

   Por otro lado, las alteraciones del estado de ánimo como ansiedad o depresión es algo muy frecuente entre los pacientes con EM -bien reactiva o como consecuencia directa de la propia enfermedad- y la fatiga puede llegar a estar presente hasta en un 65-70% de los pacientes. La edad media de comienzo de los síntomas es alrededor de los 28 años y la relación de afectados es aproximadamente 3 mujeres por cada hombre.

   En un 85% de los casos, lo más frecuente es que la enfermedad se presente en "brotes", es decir, síntomas neurológicos nuevos o empeoramiento brusco de síntomas antes presentes, que duran más de 24 horas. "Y lo recomendable es tratar farmacológicamente aquellos brotes que produzcan alguna discapacidad o que repercutan en la calidad de vida de los pacientes. Además, los pacientes pueden padecer otra serie de síntomas, que también pueden influir significativamente en la calidad de vida y que hacen que el abordaje de la enfermedad deba ser multidisciplinar", señala la doctora Moral.

   Las personas con esclerosis múltiple a veces desarrollan grados variables de discapacidad, y cuando ésta se adquiere es, en general, en casos avanzados de la enfermedad, ya que muchos de los cuales fueron diagnosticados en la época en la que no se disponía de tratamientos efectivos.

"Estas cifras ya han cambiado y sin duda mejorarán en los próximos años a medida que de cada vez haya más personas que hayan sido tratadas en las fases iniciales de la enfermedad con los nuevos fármacos. Los fármacos actuales pueden cambiar el curso de la patología y prevenir la discapacidad pero aún resulta imprescindible continuar investigando para conseguir controlar por completo el avance de la discapacidad y recuperar capacidades perdidas", concluye.