ARTÍCULO 30 MARZ0 2024
MADRID, 21 Jun. (EDIZIONES) -
Uno de los síntomas más característico y que más desapercibido pasa en la sociedad es el miedo a caer. Los pacientes mayores con trastornos de equilibrio tienen miedo a caer y, por ello, a hacer actividades que otra persona puede realizar sin dificultad. Son actividades cotidianas como coger objetos que estén por encima de la cabeza, a agacharse, a ducharse, o por ejemplo, a subir y bajar una rampa.
“Esto es un signo muy característico de personas con trastorno de equilibrio y deberíamos ser conscientes de que no es normal en las personas mayores, de que puede ser tratado y prevenido. Otro síntoma puede ser la sensación de mareos. Pueden sentir algo parecido a los efectos del alcohol”, explica en una entrevista con Europa Press Salud Infosalus la doctora María Ángeles Caballero Mora, coordinadora grupo de caídas de la Sociedad Española de Medicina Geriátrica (SEMEG) y médico especialista en Geriatría del Hospital Universitario de Ciudad Real.
Pero, también, según incide esta experta, las caídas en los ancianos pueden ser un síntoma de trastornos de equilibrio. A su juicio, es muy importante que concienciemos tanto a las personas mayores como a la sociedad de que caerse no es normal. “No es normal a ninguna edad”, subraya.
CAUSAS DE FALTA DE EQUILIBRIO EN ANCIANOS
Con ello, determina esta geriatra que las principales casusas suelen ser problemas cerebrovasculares, como los ictus; pero también enfermedades neurológicas, como el Parkinson; problemas oculares, como las cataratas; o bien problemas del oído, como los vértigos periféricos.
“En los mayores, además de los factores de riesgo que afectan a los jóvenes, hay otros específicos muy comunes que son fáciles de prevenir y de evitar. Uno de los más comunes es la toma de psicofármacos. Aunque no todos los psicofármacos son iguales, algunas personas mayores presentan una alta dependencia de las benzodiacepinas”, alerta.
De hecho, la miembro de la SEMEG mantiene que su abuso, precisamente, es uno de los factores de riesgo que más frecuentemente nos encontramos, y uno de los más fácilmente corregibles: “Los pacientes pueden ir a su médico para que les cambie este fármaco por otro más seguro para ellos. Existen muchos otros factores que pueden ser evaluados por un médico para reducir el riesgo de caída”.
Por último, recuerda también que el equilibrio va disminuyendo con los años, y esta disminución fisiológica se ve acentuada por el sedentarismo y por una alimentación deficitaria. “Por eso, una alimentación hiperproteica, y el ejercicio físico como taichí, el pilates, o los bailes de salón pueden ayudar a prevenir los trastornos de equilibrio en los mayores”, agrega esta doctora.
CONSECUENCIAS DE LA FALTA DE ESTABILIDAD
Y, como comentábamos anteriormente, la falta de estabilidad en las personas de edades más avanzadas puede tener como principal consecuencia a las caídas, y sus consecuentes “temidas fracturas de cadera”.
En este punto, la experta del Hospital Universitario de Ciudad Real cree que el problema de las fracturas de cadera no es sólo romperse un hueso importante, y tener que pasar por quirófano, sino que, tal y como subraya, “los problemas también vienen después”, con la recuperación: “Estas personas tienen más riesgo de tener más enfermedades, de que se desestabilicen las enfermedades crónicas que ya tienen, a la vez que presentan una mortalidad más elevada”.
También suelen producirse fracturas vertebrales, según continúa la doctora Caballero Mora, que provocan en muchas ocasiones que la persona no se pueda mover por el dolor que provocan. “Las caídas también pueden provocar hemorragias cerebrales que presentan una mortalidad muy elevada y generan secuelas neurológicas muy difíciles de revertir”, agrega.
Por último, indica que las caídas también favorecen la fragilidad en los mayores, “un estado de vulnerabilidad que hace que pequeños eventos adversos, como una gastroenteritis o una infección de orina, generen consecuencias mucho mayores que en aquellos que no son frágiles”. En su opinión, esto puede hacer que tengan que ingresar, que sean más dependientes después de sufrirlas, o llegar incluso a fallecer, cuando se trata de problemas que no tendrían gran impacto en un paciente sano.
Es por ello por lo que defiende que la fisioterapia juega “un papel fundamental”, así como la práctica de ejercicios como el taichí, de yoga, o de bailes de salón, ya que como hemos contado antes, estas disciplinas pueden ayudar a prevenir trastornos del equilibrio, incluso cuando no existe un problema.
Por otro lado, menciona esta geriatra que el ejercicio físico multicomponente (fuerza, equilibrio y ejercicio aeróbico) también ayudan a corregir este trastorno de equilibrio: “Se pueden pautar entrenamientos de 12 semanas, con 3 sesiones de al menos 40 minutos cada una. De esta forma, la fisioterapia, la nutrición, e intervenir en los factores de riesgo que provocan las caídas son los pilares del tratamiento del equilibrio”.
CUÁNDO ACUDIR AL ESPECIALISTA
Por otro lado, la experta de SEMEG incide en la importancia de que una persona con un trastorno de equilibrio o caídas acuda a su médico o a su geriatra, dado que los médicos geriatras son los especialistas en detectar factores de riesgo de caídas e intentar tratarlos.
La prevención en estos casos es fundamental, tal y como prosigue Caballero, por lo que también sería beneficioso en su opinión el que acudan a un especialista en geriatría aquellas personas mayores que tomen muchos fármacos; que tomen psicofármacos (especialmente benzodiazepinas, o por ejemplo, antidepresivos triciclicos); que sientan miedo a caer; que tuvieran más de dos caídas en el último año, o una que requiriera valoración médica; que tengan la tensión arterial sistólica por debajo de 120/90 mmhg o que presenten hipoglucemias o una hemoglobina glicosilada siendo diabético por debajo de 7%.
“El ejercicio físico como hemos mencionado con anterioridad es una pieza clave en este tipo de pacientes. Es beneficioso igualmente para las personas mayores el realizar ejercicio en la comunidad. Les aconsejo que acudan a su centro cívico a ver qué actividades pueden ser adecuadas para ellos, ya que se ha demostrado que la interacción social también ayuda a prevenir estos problemas de salud”, mantiene la especialista.
LO QUE SE COME TAMBIÉN IMPORTA
A su vez, resalta la geriatra del Hospital de Ciudad Real que “la dieta es muy importante” en este tipo de pacientes, tanto en prevención como en el tratamiento: “La dieta mediterránea nos ayuda a prevenir. Cuando tenemos problemas de caídas, junto con la dieta hiperproteica rica en calcio, ambas son pilares fundamentales en este tipo de casos”.
Ve aconsejable asimismo una revisión en el podólogo una vez al año dado que, muchas veces, las callosidades hacen que tengamos un mal apoyo plantar, lo que puede ser un factor de riesgo de caídas “prevenible y tratable”. Del mismo modo, considera la doctora Caballero que las revisiones oftalmológicas, operarse en caso de cataratas, usar gafas, o una revisión en el otorrino si es necesario son otras medidas beneficiosas por su hubiera algún problema que interfiriera en el equilibrio.
FACTORES QUE SÍ PODEMOS MODIFICAR FRENTE A UNA CAÍDA
No obstante, en última instancia recuerda que algunas caídas se pueden deber a factores que no podemos modificar, como una enfermedad neurológica; si bien remarca la miembro de SEMEG que, en muchas ocasiones, las caídas se deben a factores de riesgo modificables como la pérdida de masa muscular, o un tratamiento no adaptado a la edad de la persona, ya sea porque se les pautan muchos psicofármacos, porque se les controla demasiado la tensión para la edad que tienen, o porque se establece un excesivo control metabólico para los diabéticos. “Todo ello puede provocar que las personas mayores se caigan, pero es reversible y tiene solución”, remarca.
Además, las caídas son un problema de salud pública considerado tanto por la OMS como por el Ministerio de Sanidad, tal y como destaca, por su alto impacto tanto en la sociedad como en la persona que los padece. “Son causa de discapacidad, de hospitalización, y de muerte. Una de cada 3 personas mayores de 65 años se considera que se cae al menos una vez al año; y uno de cada 2 se considera que se caen dos o más veces. A pesar de estos datos tan alarmantes y de sus terribles consecuencias, muchas veces nos encontramos con que, por desgracia, hay que preguntar específicamente por las caídas porque las personas mayores y su entorno entienden que por ser mayor es normal caerse, y no es así”, concluye la doctora María Ángeles Caballero Mora, coordinadora grupo de caídas de la Sociedad Española de Medicina Geriátrica (SEMEG).