Este beneficio de la lactancia materna dura hasta los nueve años del bebé

Archivo - Vianca Lemus Piñeda (35 años) da el pecho a su hija Ana Sofia Piñeda Lemus (1,5 años) en el jardín de su lugar de trabajo, el Ministerio de Salud Pública en Ciudad de Guatemala.
Archivo - Vianca Lemus Piñeda (35 años) da el pecho a su hija Ana Sofia Piñeda Lemus (1,5 años) en el jardín de su lugar de trabajo, el Ministerio de Salud Pública en Ciudad de Guatemala. - PATRICIA WILLOCQ/UNICEF - Archivo
Publicado: lunes, 2 octubre 2023 8:12

MADRID, 2 Oct. (EUROPA PRESS) -

Una nueva investigación que se presenta en la Reunión Anual de la Asociación Europea para el Estudio de la Diabetes (EASD) en Hamburgo, Alemania (2-6 de octubre) ha vinculado la fórmula infantil y la introducción temprana de bebidas gaseosas con mayores niveles de grasa corporal más tarde en la infancia.

Mientras que los jóvenes que fueron amamantados durante al menos seis meses o más tenían un porcentaje de grasa corporal inferior a los nueve años en comparación con los que no recibieron leche materna durante seis meses (grupo que incluye a los niños que nunca fueron amamantados o recibieron leche materna durante menos de seis meses). Los niños a lo que no se les dieron refrescos antes de los 18 meses también tenían una masa grasa inferior a los nueve años.

El hallazgo apoya la teoría de que la forma en que se alimenta a un niño en la infancia puede estar relacionada con su susceptibilidad a la obesidad más adelante en la vida.

"Numerosos estudios anteriores han examinado la relación entre la alimentación infantil y el riesgo de sobrepeso u obesidad infantil basándose en el índice de masa corporal (IMC) --afirma la investigadora principal, Catherine Cohen, del Campus Médico Anschutz de la Universidad de Colorado (Estados Unidos)--. Sin embargo, el IMC es una medida burda de la adiposidad en la infancia. En este estudio, nuestro objetivo era ampliar esta investigación previa examinando las asociaciones de las prácticas de alimentación infantil con una medida más precisa de la adiposidad infantil (porcentaje de masa grasa)".

La doctora Cohen y sus colegas analizaron los datos de más de 700 parejas madre-hijo que participaban en Healthy Start1, un estudio longitudinal de cohortes sobre cómo el estilo de vida y el entorno de una madre durante el embarazo pueden afectar al crecimiento y desarrollo de su hijo. Las madres tenían una edad media de 29 años en el momento del reclutamiento, y el 51% de los bebés eran varones.

En las entrevistas realizadas cuando sus hijos tenían seis y 18 meses, se preguntó a las madres sobre las prácticas alimentarias, incluida la duración y exclusividad de la lactancia materna frente a la alimentación con leche artificial y la edad a la que sus hijos empezaron a tomar alimentos complementarios, término que engloba los sólidos/cualquier líquido distinto de la leche materna o artificial. A continuación, los investigadores agruparon a los niños en función de la duración de la lactancia materna (6 meses o más frente a menos de 6 meses); la edad a la que se introdujo al bebé en los alimentos complementarios (a los 4 meses o antes, o a los 5 meses o más); y la edad a la que se les introdujo en los refrescos (18 meses o más frente a menos de 18 meses).

Más de la mitad de los bebés (65%) fueron amamantados durante al menos seis meses, al 73% se les introdujeron alimentos complementarios a los 5 meses o más, y al 86% se les introdujeron los refrescos después de los 18 meses.

El porcentaje de masa grasa (proporción del peso total que puede atribuirse a la grasa corporal) se evaluó dos veces. Durante la primera evaluación (mediana de edad de cinco años), fue del 19,7%, por término medio. En la segunda evaluación (mediana de edad de nueve años), la media fue del 18,1%.

Los patrones de alimentación infantil no se asociaron con diferencias en la grasa corporal a la edad de cinco años. Sin embargo, una menor duración de la lactancia materna y la introducción precoz de los refrescos se asociaron a un aumento más rápido de la grasa corporal en las dos visitas de la infancia y, por tanto, a un mayor porcentaje de grasa corporal a los nueve años.

Los lactantes que fueron amamantados durante menos de 6 meses tenían un 3,5% más de grasa corporal, de media, a los nueve años, que los que fueron amamantados durante 6 meses o más.

"Aunque este estudio no puede dilucidar los posibles mecanismos en juego, investigaciones anteriores sugieren que la relación entre la lactancia materna y el riesgo de obesidad puede estar relacionada con diferencias en la composición nutricional de la leche humana frente a los preparados para lactantes --explica la doctora Cohen--. También se están investigando como posibles efectos biológicos las diferencias en la regulación del apetito y el impacto de la leche humana en el microbioma del lactante".

El análisis también descubrió que los lactantes a los que se introdujo el refresco antes de los 18 meses tenían alrededor de un 7,8% más de grasa corporal, de media, a los nueve años, que los que probaron por primera vez el refresco a los 18 meses o más.

Por último, los autores también comprobaron si el efecto de la introducción temprana de los refrescos difería en función de si habían sido amamantados durante al menos seis meses. Comprobaron que la relación entre la introducción temprana de los refrescos y el índice de cambio del porcentaje de masa grasa en la infancia era similar, aunque ligeramente superior, en los niños que habían sido amamantados durante menos de 6 meses (+1,87% de grasa corporal al año) que en los que habían sido amamantados durante 6 meses o más (+1,49% de grasa corporal al año).

La edad del niño en el momento de la introducción de alimentos complementarios no se asoció fuertemente con el porcentaje de masa grasa en la infancia. Todos los resultados se ajustaron en función del sexo, el origen étnico, la edad materna, la educación, los ingresos, la paridad, el IMC previo al embarazo y el peso corporal.

Los autores del estudio concluyen que "los patrones de alimentación infantil, especialmente la menor duración de la lactancia materna, la introducción temprana de refrescos y su efecto conjunto, pueden influir en los niveles de grasa corporal más adelante en la infancia".

"Nuestros hallazgos se suman al conjunto más amplio de pruebas que respaldan los posibles beneficios para la salud de la lactancia materna, tanto para las madres como para sus hijos --resalta Cohen--. También corroboran la importancia potencial de retrasar la introducción de los niños en el consumo de refrescos, una bebida hipercalórica sin valor nutritivo durante esta etapa vulnerable de la vida".

"Por supuesto, se necesitan estudios adicionales para confirmar si nuestros resultados son generalizables también a otras poblaciones".