La baja escolarización, la diabetes, la hipertensión arterial o el tabaco puede influir en el desarrollo del Alzheimer

Actualizado: viernes, 21 septiembre 2012 14:39

MADRID, 21 Sep. (EUROPA PRESS) -

La baja escolarización, la diabetes, la hipertensión arterial, el aumento del colesterol o el tabaquismo son factores de riesgo que pueden influir en el desarrollo de la enfermedad del Alzheimer, según ha asegurado el Instituto de Especialidades Neurológicas (IENSA) del USP Sagrado Corazón de Sevilla, con motivo de la celebración del Día Mundial del Alzheimer.

Y es que, en España unas 600.000 personas padecen esta enfermedad degenerativa aunque se calcula que pueden existir unos 200.000 pacientes sin diagnosticar. Además, el número de enfermos de Alzheimer se incrementó en el año 2000 en un 50 por ciento, respecto a los años 80, y se estima que estas cifras se multiplicarán en el año 2025.

Sin embargo, las causas por las que se produce esta enfermedad aún son desconocidas y sólo se conoce que el uno por ciento de los casos de inicio precoz con transmisión familiar presentan mutaciones genéticas conocidas. No obstante, sí que se pueden conocer los primeros síntomas de la patologías entre los que destacan la pérdida inicial y progresiva de la memoria reciente, la afectación del lenguaje, la desorientación temporal y espacial, la falta de atención, la dificultad para reconocer personas y objetos, los cambios de conducta o la incapacidad para realizar tareas habituales.

Así, una vez que se detectan los primeros síntomas, el diagnóstico es eminentemente clínico, pese a que "ningún biomarcador" presenta actualmente capacidad exacta para la detección de la enfermedad en la práctica clínica. Ahora bien, el neurólogo es el encargado de este reto clínico y debe entrevistar al cuidador, realizar una exploración neurológica al paciente y hacer un estudio neuropsicológico completo.

Asimismo, las pruebas complementarias que apoyan el diagnóstico de esta enfermdad, y a su vez descartan otras causas de demencia tratables, son una analítica completa con vitaminas y una resonancia magnética cerebral. Ésta última permite cuantificar la atrofia que sucede en el cerebro enfermo y se plantea como un arma "muy útil" en el diagnóstico precoz.

En concreto, las imágenes cerebrales obtenidas con pruebas de medicina nuclear apoyan, en algunos casos, el diagnóstico de sospecha de Alzheimer y ayudan a diferenciarla de otros tipos de demencias. Además, en el último año se ha comercializado un 'test' que consiste en una analítica de sangre para la detección cuantitativa de la expresión génica en sangre de 96 genes que podrían observarse en sujetos con la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, su utilidad en la práctica clínica es muy reducida.

Otro de los principales problemas que presenta esta enfermedad es que no tiene curación, aunque actualmente existen medicamentos que pueden retardar la progresión de la enfermedad y mejorar así los síntomas conductuales y la funcionalidad global de paciente, retrasando la institucionalización del enfermo en una residencia.

Además, el tratamiento de los síntomas acompañantes de la enfermedad como la depresión, los problemas del sueño o la agresividad son indispensables para minimizar el declive en la calidad de vida de estos pacientes y de sus cuidadores. Por último, la rehabilitación cognitiva, sobre todo en el inicio de la enfermedad, una vida sana y un buen sustento familiar y social son aspectos básicos para el buen manejo del paciente con Alzheimer.