MADRID, 8 Ago. (EUROPA PRESS) -
Una nueva investigación realizada por científicos de la Universidad de Manchester (Reino Unido), en colaboración con la empresa No7 Beauty Company, ha demostrado que la composición de la microbiota cutánea puede cambiar en tan solo siete días por lo que alertan de que los viajes cortos en busca de sol puede alterarla, según publican en la revista 'Frontiers in Aging'.
Aunque las comunidades bacterianas que viven en la piel recuperaron su estructura original en pocas semanas, los investigadores señalaron que no pueden descartarse efectos perjudiciales para la salud de la piel.
La piel, el órgano más grande del cuerpo humano, alberga una gran variedad de bacterias, hongos y virus, microorganismos que componen la microbiota cutánea. Entre otras cosas, estas poblaciones microbianas, organizadas en complejas estructuras comunitarias, protegen contra los patógenos.
La exposición prolongada a los rayos ultravioleta (RUV) se asocia a daños en el ADN de las células cutáneas, inflamación y envejecimiento prematuro de la piel.
Debido a la falta de estudios centrados en cómo influye el comportamiento individual en los cambios de microbiota asociados a la RUV, y cómo esto puede relacionarse con la salud de la piel, los investigadores han examinado ahora los efectos de los comportamientos de búsqueda del sol en la composición de la microbiota cutánea de los veraneantes.
"Aquí demostramos, en una cohorte de veraneantes, que su comportamiento de exposición al sol afecta significativamente a la diversidad y composición de su microbiota cutánea", afirma la doctora Abigail Langton, investigadora principal de la Universidad de Manchester y autora correspondiente del estudio.
"Hemos demostrado que el desarrollo de un bronceado se asocia a una menor abundancia de Proteobacterias inmediatamente después de las vacaciones --prosigue--. Sin embargo, la microbiota de todos los veraneantes se recuperó unas semanas después de que dejaran de pasar largos periodos de tiempo al sol".
Antes de las vacaciones a destinos soleados, que duraban al menos siete días, los investigadores analizaron la piel de los participantes. La microbiota de la piel está formada en gran parte por tres comunidades bacterianas superficiales: Actinobacterias, Proteobacterias y Firmicutes. Los días 1, 28 y 84 después de las vacaciones, se volvió a evaluar la microbiota cutánea de los participantes.
Además, a cada veraneante se le asignó un grupo en función de su respuesta individual al bronceado. Ocho de los 21 participantes que se broncearon durante las vacaciones fueron considerados "buscadores". El grupo de los "bronceados" estaba formado por siete individuos que ya tenían un bronceado a la salida y lo mantuvieron durante las vacaciones.
Estos dos grupos se clasificaron como "buscadores de sol". Los seis participantes restantes se consideraron "evitadores"; su tono de piel era el mismo antes y después de las vacaciones.
"Este estudio se llevó a cabo con veraneantes reales y aporta datos importantes sobre cómo la exposición al sol que provoca una respuesta de bronceado, incluso durante un periodo de sol relativamente corto, puede dar lugar a una reducción aguda de la abundancia de proteobacterias, lo que disminuye la diversidad de la microbiota cutánea", explica el doctor Thomas Willmott, primer autor del estudio e investigador de la Universidad de Manchester.
A pesar de la rápida reducción de Proteobacteria y el consiguiente cambio en la diversidad de la microbiota cutánea, la estructura de la comunidad bacteriana se había recuperado 28 días después de que los individuos regresaran de vacaciones.
"Esto indica que la exposición a los rayos UV durante las vacaciones tiene un efecto agudo sobre la microbiota cutánea, pero la recuperación es relativamente rápida una vez que la persona regresa a un clima menos soleado", prosigue Willmott.
"Las proteobacterias dominan la microbiota cutánea. En consecuencia, no es sorprendente que se produzca una rápida recuperación de la microbiota para restablecer las condiciones óptimas de funcionamiento de la piel", señala Langton.
Los autores afirman que lo que podría ser más preocupante es la rápida alteración de la diversidad de la microbiota, que se ha relacionado con estados de enfermedad. La disminución de la riqueza bacteriana de la piel, por ejemplo, se ha relacionado anteriormente con la dermatitis. En concreto, la fluctuación de la diversidad de proteobacterias se ha relacionado con problemas cutáneos como el eccema y la psoriasis.
Los investigadores señalan que los estudios futuros deberían examinar por qué las proteobacterias parecen ser especialmente sensibles a la RUV y cómo repercute este cambio en la diversidad en la salud de la piel a largo plazo. "Lo ideal sería que estos estudios aumentaran el número de participantes para poder obtener más información", afirma Langton.