Así afecta el 'bullying' a los niños

El bullying aumenta en España un 20% anual
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Actualizado: lunes, 10 agosto 2020 12:36

MADRID, 5 Feb. (EUROPA PRESS) -

El 'bullying' o acoso escolar tiene efectos en todos los niveles de la vida de un niño, y pueden ser psicológicos o físicos. En España, al menos dos menores de cada clase sufren acoso escolar o violencia, una situación que se ve favorecida por la conexión con el entorno digital y la violencia en Internet, ha alertado Unicef este martes.

En España se registraron un total de 5.500 casos de acoso escolar entre 2012 y 2017, según datos del Ministerio de Educación, la Policía Nacional, la Guardia Civil y varios cuerpos de policía local.

Sólo en 2017 se contabilizaron hasta 1.054 casos, una cifra superior a la de cualquiera de los cinco años anteriores. Además, las situaciones de acoso en adolescentes se han recrudecido especialmente. Según el III Estudio sobre acoso escolar y ciberbullying elaborado por la Fundación ANAR y la Fundación Mutua Madrileña, en 2017 las agresiones fueron más violentas y prolongadas en el tiempo respecto al año anterior.

Una exposición continua al acoso durante la adolescencia puede provocar cambis físicos en el cerebro y aumentar la probabilidad de sufrir una enfermedad mental, según un estudio reciente del King's College de Londres.

"Está demostrado que el entorno y el ambiente influyen en nuestro sistema nervioso y en el desarrollo de nuestro cerebro", ha apuntado la profesora de Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

En concreto, las situaciones de abuso y maltrato, "y en el acoso escolar se dan ambas", ha puntualizado Acebes, "generan una disminución del volumen del cuerpo calloso, una estructura que conecta los hemisferios cerebrales fundamental para el funcionamiento adecuado del cerebro".

Por otra parte, también puede provocar una alteración en la corteza prefrontal, que afecta a la facultad de resolución de problemas y a la habilidad de gestionar emociones.

SALUD MENTAL

De hecho, si no hay un tratamiento y un apoyo adecuados, "se ha comprobado que los niños que sufren acoso pueden tener más posibilidades de padecer problemas de salud mental, como depresión y ansiedad, predisposición a autolesionarse, trastornos postraumáticos y miedos patológicos asociados al desarrollo y la conexión entre el hipotálamo y el hipocampo, relacionados con respuestas cardiovasculares ante estímulos de peligro, así como con el condicionamiento al miedo", ha alertado la neuropsicóloga.

Los investigadores del Reino Unido midieron áreas del cerebro de adolescentes cuando tenían 14 y 19 años. De los últimos, los que habían sufrido acoso escolar crónico presentaron una disminución de las áreas cerebrales del núcleo caudad y el putamen, que los investigadores asociaron a unos mayores índices de ansiedad.

No obstante, "a esta edad el sistema nervioso es muy plástico y se puede modular. El cerebro restá en desarrollo hasta la edad adulta, por lo que es posible desaprender lo aprendido", ha especificado la neuropsicóloga.

A los 19 años la corteza prefrontal, más ligada a capacidades intelectuales, como la facultad de razonamiento o la regulación de los impulsos o las emociones no está del todo madura, "de modo que todavía se encuentra en fase de desarrollo y con capacidad de moldearse", ha asegurado Acebes.

EL GRUPAL, EL MÁS COMÚN EN LA PUBERTAD

La forma de 'bullying' más común durante la pubertad es la grupal. Los adolescentes, cuando actúan en manada, se legitiman. "A esa edad todo se hace en pandilla: el botellón, las primeras experiencias sexuales... el acoso también es más fácil si se hace en grupo", ha explicado el profesor de estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, José Ramón Ubieto.

En la adolescencia, el acoso tiene los rasgos propios de esta etapa. "Todos los adolescentes se sienten acosados, es su estado natural. Sienten presión por su cuerpo, por su sexualidad, por las relaciones familiares o sociales... Están buscando definirse, y este acoso lo trasladan a la víctima, que se convierte en el chivo expiatorio", ha indicado el también autor de 'Bullying. Una falsa salida para los adolescentes'.

¿LA SOLUCIÓN?

Un decreto para regular la convivencia en los centros educativos presentado por la Comunidad de Madrid señala como falta grave que un alumno conozca una situación de acoso y no lo comunique. Además, obliga al centro a "informar a la Fiscalía o al organismo correspondiente en función de la gravedad de los hechos".

Para Ubieto este tipo de medidas no son la solución y califica de "disparate" tratar de imponer a profesores y alumnos el papel de "acusadores".

Pero los alumnos tienen un papel determinante a la hora de prevenir y frenar el acoso escolar. En la mayoría de los colegios se implanta lo que se enomina 'Plan de convivencia', un protocolo que se activa cuando se detecta un caso de acoso y que tiene en cuenta la corresponsabilidad de los profesores, de los padres y de los alumnos.

Los planes que están consiguiendo frenar el acoso escolar proponen medidas que no pasan ni por obligar a los alumnos a chivarse ni por recurrir a los tribunales.

Programas como el KiVa, un método de prevención puesto en marcha en aulas de Finlandia y cuyos resultados han sido alabados por la comunidad educativa internacional, ponen el foco en tres figuras: la víctima, los acosadores y los testigos. Este plan actúa sobre los alumnos para que su actitud no sea la de meros espectadores, sino que se conviertan en el apoyo de la víctima.

EL PAPEL DE LA FAMILIA

Acebes cree el papel de la familia es "fundamental". "No es que los padres (ni tampoco la escuela) tengan la culpa de que exista el acoso, pero la maduración cerebral de los niños viene condicionada por el aprendizaje de la conducta prosocial, que primero empieza en la familia y después continúa en la escuela", ha indicado la neuropsicóloga.

Ha agregado que está comprobado que los niños con familias con conductas más agrsivas, en las que no se establecen vínculos apropiados y en las que no existen normas o límites adecuados tienen más predisposición a interiorizar y repetir estas conductas agresivas.

"Los acosadores también tienen un mayor número de trastornos mentales, como problemas de condunta o de personalidad. Los alumnos que hacen 'bullying' presentan un desequilibrio entre las áreas prefrontales y las regiones límbicas que están vinculadas a la gestión de la afectividad", ha apuntado Acebes.

"Esto puede venir determinado por una alteración cerebral genética pero también por un aprendizaje inadecuado, tanto en el ámbito familiar como en el educativo", ha concluido la experta.