MADRID, 3 Jul. (EDIZIONES) -
En investigación de inteligencia emocional el primero de los países es Estados Unidos, pero el segundo es España. Eso sí, somos un país muy intenso a nivel emocional, aunque no somos los únicos, pero al que también le falta educación emocional.
Así lo asegura en una entrevista con Infosalus Pablo Fernández-Berrocal, catedrático de Psicología, director y fundador del Laboratorio de Emociones y del Máster de Inteligencia emocional de la Universidad de Málaga, y vicepresidente de la International Society for Emotional Intelligence.
Es un auténtico referente en el estudio de la inteligencia emocional y acaba precisamente de publicar 'Inteligencia emocional. Aprender a gestionar las emociones' (Shackleton Books), un manual que pretende servir de guía sobre la inteligencia emocional.
QUÉ ES LA INTELIGENCIA EMOCIONAL
Según la define, consiste en "una inteligencia más entre el resto de tipos de inteligencias que tenemos --como la numérica, la verbal o la espacial -- que son las clásicas o 'frías' y que todos conocemos; pero que no se nos olvide que también existen otras 'calientes' porque nuestro cerebro trabaja en cómo comprende y gestiona las emociones y las relaciones sociales".
Ser inteligente no es solo con objetos y símbolos, sino también ser muy habilidoso en las relaciones sociales, con las personas y con las emociones, según prosigue, un conjunto de habilidades que implica cómo somos capaces de percibir y expresar las emociones, como las usamos, cómo saber si evolucionan y, por ejemplo, saber por qué estoy enfadado, ¿pero soy capaz de cambiar el rumbo o no? "¿Qué puedo hacer yo para estar mejor tanto en mi como en el resto, cómo comprender y gestionar con las emociones de otras personas?", remarca.
FORTALECER NUESTRO BIENESTAR Y SALUD MENTAL
Con ello, Fernández-Berrocal subraya que el concepto de inteligencia emocional existe desde los años 90 y representa un factor protector de nuestra salud mental porque las personas con mayor inteligencia emocional, tanto niños como adultos, tienen mejor salud mental pero también física: "Al final la fuente de la que bebe la inteligencia emocional es que las emociones no son nuestros enemigos, y las tenemos porque son la forma más adaptativa".
Esto implica un gran poder nuestro cuerpo y mente, las emociones, según resalta. "Está muy bien sentirlas. Por ejemplo, la tristeza, la ira, o el enfado, pero si las mantenemos en el tiempo hay que transitarlas, pero hay que de nuevo saber gestionarlas y salir de ellas", agrega.
El problema es que nuestra cultura piensa primero y después actúa, en su opinión, y que primero todo pasa por pasar una decisión y no es verdad: "En esta cultura es tan importante saber gestionar las emociones porque hemos generado un sistema educativo centrado solo en educar la parte relacionada con los aspectos cognitivos, mientras que lo social y emocional se aprende de otra manera. Si logramos introducirlo en el sistema escolar o en los adultos, quienes también pueden aprenderlo, no solo en la infancia, pues tenemos la capacidad de gestionar mejor todas las situaciones emocionales en cualquier contexto, no solo personal, también profesional".
Es más, este catedrático de Psicología lamenta que vivimos en una sociedad súper estresante, donde hay tanta presión por hacer tantas cosas a la vez que, o aprendemos a gestionarlo o tendremos trastornos de ansiedad. Por ejemplo, dice que la inteligencia emocional es un factor de protector del suicidio en este sentido.
"Si empezamos a aprender a gestionar nuestras emociones desde pequeños, mejor, pero si se hace de adultos el tiempo necesario para aprenderlo es mayor, aunque es efectivo. Se tarda más tiempo de adultos que en niños de tres o cuatro años", agrega.
SE DEBE ACUDIR A UN GIMNASIO EMOCIONAl
Pero no solo sirven los libros para ello, según avisa, y afirma que "esto es como ir al gimnasio, donde un profesional nos va marcando los retos y evaluando y corrigiendo" porque, según asegura, lo que muestra la investigación es que la formación debe ser práctica, pero se deben hacer ejercicios, "como apuntarte a un gimnasio emocional, donde tienes que ir todas las semanas, y hay que sudar la camiseta"; al mismo tiempo que advierte que no se puede aprender en un curso de un fin de semana, como tampoco aprendes un idioma o a tocar el piano en ese espacio de tiempo.
Básicamente, según prosigue Fernández-Berrocal, la inteligencia emocional realiza un uso estratégico de las emociones propias y de las otras personas, al tiempo que, muchas veces, implica aumentar la intensidad de las emociones, como por ejemplo enfadarse, porque si no lo haces, no muestras que no estás de acuerdo con algo, y hay personas que no tienen suficiente asertividad a la hora de poner límites, según considera.
De hecho, lamenta la perspectiva de género que existe en nuestro país y cultura en torno a la inteligencia emocional poniendo el ejemplo de que a las mujeres no se les permite enfadarase, "está como feo", y a estas por cómo se las ha educado les cuesta más decir que no, mientras que en el caso de los hombres esto está bien visto.
TRUCOS PARA MEJORAR NUESTRAS COMPETENCIAS EMOCIONALES
Con ello, este psicólogo subraya que a día de hoy sí que podemos mejorar nuestra inteligencia emocional y la clave se sitúa en conocernos a nosotros mismos y en conocer a los demás.
"Chequear nuestros estados emocionales es la clave, saber cómo me suelo sentir, por ejemplo, cómo es tu clima en tu trabajo a nivel emocional, porque la gente no sabe cómo responder, pero es que tampoco a nivel personal; a la gente le cuesta asumir cómo se siente, esto es un 'Google maps emocional', saber cómo estoy, si triste, enfadado o tranquilo, y por qué", subraya.
Pero también el intentar indagar sobre las buenas emociones, por qué hay momentos de tranquilidad, cuáles son, y por otro lado, ver cómo disminuir el número de situaciones tristes o de enfado, y cómo aumentar los espacios de tranquilidad o de alegría.
"Tenemos que tener espacios físicos y psicológicos de tranquilidad para tener relax y hay que construirlos, y no dejarlos al azar. Hay que planificarlos y el uso estratégico de estos momentos, poner tu inteligencia al servicio de tus emociones y de las personas es fundamental", sostiene el vicepresidente de la International Society for Emotional Intelligence.
¿CÓMO SABER SI TENEMOS INTELIGENCIA EMOCIONAL?
Con ello, recuerda que la Red está llena de pruebas gratuitas de inteligencia emocional, si bien avisa sobre las mismas que "no están debidamente validadas" y no siguen los criterios internacionales de la Asociación Americana de Psicología o APA (por sus siglas en inglés) para la evaluación psicológica y el uso de test.
Por eso, apunta que hay una serie de pruebas psicológicas que sí cumplen con estos principios y que emplean los profesionales del sector, tanto del ámbito académico como en el aplicado: la evaluación con escalas o pruebas de autoinforme (cómo comprendemos y gestionamos nuestras propias emociones y sentimientos, y cómo nos relacionamos con los demás y cómo afrontar un conflicto personal); la evaluación 360 grados (percepciones que otras personas tienen sobre uno); pruebas de rendimiento, que miden la inteligencia emocional como una capacidad.
"La clave para saber si uno tiene inteligencia emocional es hacerse un chequeo, el autoconocimiento de nosotros y de otros, e implica empatía sobre los estados emocionales de los otros, porque esto no solo te permite comprender a los otros, sino también a ti, con preguntas como: ¿Atiendo a mis emociones y soy capaz de saber qué estoy sintiendo, cómo estoy emocionalmente?; ¿sabes qué consecuencias tiene tu estado emocional para ti y los demás?; ¿cómo evolucionan mis emociones?, donde se incluye la regulación emocional", detalla este experto.