MADRID 21 May. (EUROPA PRESS) -
Entre el 50 y el 55 por ciento de los diabéticos tipo II son también hipertensos, según ha informado la experta de la Sociedad Española de Hipertensión-Liga Española para la Lucha contra la Hipertensión Arterial (SEH-LELHA), Olga González Albarrán, quien, además, ha advertido de que entre el 80 y el 82 por ciento de los diabéticos españoles tienen sobrepeso y obesidad.
Por ello, los expertos han recomendado un seguimiento exhaustivo de esta enfermedad, debido a que la causa de fallecimiento más frecuente en el paciente diabético son los eventos cardiovasculares. Y es que, tal y como ha recordado González Albarrán, la población diabética tiene entre 2 y 3 veces más probabilidades de desarrollar un evento cardiovascular o ictus, que la población no diabética.
En este sentido, el especialista ha informado de que la hipertensión arterial empeora y acelera el daño que la diabetes ejerce sobre las arterias, lo que da lugar a que las personas que la padecen sufran con mayor frecuencia infarto de miocardio, insuficiencia renal, accidentes vasculares cerebrales (trombosis) o enfermedad vascular periférica.
"La diabetes es una enfermedad metabólica que se caracteriza por una hiperglucemia crónica, pero que tiene consecuencias vasculares, ya que "incrementa las complicaciones microvasculares como retinopatía diabética, neuropatía y neuropatía diabética. Por otro lado, puede afectar a grandes arterias como las coronarias, lo que puede provocar una cardiopatía isquémica o a las arterias del sistema nervioso central, lo que da lugar a enfermedad cerebrovascular", ha recalcado González Albarrán.
Asimismo, prosigue, los pacientes diabéticos deben ser considerados de alto riesgo cardiovascular. Por ese motivo, ha destacado la necesidad de que estos pacientes tengan su presión arterial en 130/85-80 mmHg, y que, además, lleven a cabo una dieta mediterránea rica en grasas de origen vegetal, legumbres, pescado y carne de ave y reducir el consumo en carnes rojas, dulces y lácteos.
Finalmente, la experta ha subrayado el importante papel que juega el ejercicio físico en el control glucémico y en la mejora de las comorbilidades de paciente. En este sentido, ha recomendado ejercicios de carácter aeróbico que movilicen grandes grupos musculares de forma continuada, ya que aumentan la eficacia del control glucémico, comparado con el ejercicio físico anaeróbico aislado.