MADRID, 6 Sep. (EUROPA PRESS) -
Una nueva investigación aporta nuevas pruebas a la creciente hipótesis de que la influencia de las proteínas puede ser un concepto poderoso para entender todo el sistema de la obesidad y, potencialmente, para combatirla, según publican los investigadores en la revista 'Philosophical Transactions of the Royal Society B Biological Sciences'.
Los seres humanos, como muchas otras especies, regulan la ingesta de proteínas más fuertemente que cualquier otro componente de la dieta, por lo que si la proteína se diluye se produce un aumento compensatorio en la ingesta de alimentos.
La hipótesis propone que la dilución de proteínas en las dietas modernas por alimentos procesados ricos en grasas e hidratos de carbono está provocando un aumento de la ingesta de energía, ya que el cuerpo busca satisfacer su impulso natural de proteínas, ingiriendo calorías innecesarias hasta conseguirlo.
Este documento, resultado de la reunión de debate de la Royal Society celebrada en Londres (Reino Unido) el pasado mes de octubre, muestra que la investigación observacional, experimental y mecanicista apoya cada vez más el apalancamiento proteico como mecanismo significativo que impulsa la obesidad.
Los autores exponen estudios publicados que abarcan mecanismos del apetito proteico para mostrar cómo el efecto de palanca proteica interactúa con entornos alimentarios procesados industrialmente y con cambios en las necesidades proteicas a lo largo de la vida para aumentar el riesgo de obesidad.
Por ejemplo, las necesidades cambiantes de proteínas en determinadas etapas de la vida (como la transición a la menopausia), así como un impacto combinado con cambios en los niveles de actividad o gasto energético (por ejemplo, deportistas que se retiran o jóvenes que adoptan estilos de vida más sedentarios).
Dado que los datos indican que los niños y los adolescentes también muestran un apalancamiento proteico, los autores analizan el posible impacto de la exposición a una dieta rica en proteínas en la etapa preconcepcional o en los primeros años de vida (por ejemplo, a través de algunas fórmulas de alimentación infantil) en el establecimiento potencial de unas mayores necesidades proteicas y una mayor susceptibilidad a dietas procesadas más pobres en proteínas en años posteriores.
Dado que la OMS ha declarado que la obesidad es la mayor amenaza para la salud a la que se enfrenta la humanidad, los autores afirman que es necesario centrarse en enfoques integradores que examinen cómo interactúan los diversos factores que contribuyen a la obesidad, en lugar de considerarlos explicaciones contrapuestas.
Esto también ayudará a investigadores y responsables políticos a entender cómo avanzar en este campo y qué causas podrían ser más relevantes para atajar la creciente epidemia de obesidad.
Los autores concluyen que "sólo situando nutrientes específicos y factores biológicos en su contexto más amplio podremos esperar identificar puntos de intervención sostenibles para frenar e invertir la incidencia de la obesidad y las complicaciones asociadas".