MADRID, 16 Mar. (EUROPA PRESS) -
Con motivo del Día Mundial del Sueño, que se celebra este viernes bajo el lema 'Sueño de calidad, mente sana, mundo feliz', desde la Sociedad Española del Sueño (SES) recuerdan que el insomnio crónico multiplica por tres el riesgo de depresión.
Con este lema, este año se pretende reivindicar la importancia del descanso como medida de protección de la salud mental, sobre todo en un contexto en el que, según los últimos datos, los problemas del sueño afectan a al 45 por ciento de la población mundial.
Como explica el doctor Diego García Borreguero, coordinador de la SES, existe una "estrecha relación bidireccional", demostrada por numerosos estudios científicos en los últimos años, entre el sueño y la salud mental.
"Por un lado, prácticamente todos los trastornos mentales están asociados a una mayor frecuencia de insomnio, y por otro, el insomnio es un importante factor de riesgo para padecer algunos trastornos mentales, especialmente la depresión clínica", afirma el experto, que recurre a las cifras para corroborar esa conexión.
Según los datos existentes, se estima que alrededor del 75 por ciento de los pacientes con depresión padecen insomnio, un problema con el sueño que con frecuencia persiste una vez superada la depresión. A su vez, según los estudios,se sabe que los pacientes con insomnio crónico tienen un riesgo medio tres veces superior de padecer a medio plazo depresión clínica en comparación con la población que no padece de insomnio.
"Debe de entenderse que el insomnio y la depresión son dos entidades clínicas, cada una con sus propias causas y diferentes cursos clínicos, y que la visión común de que el insomnio es un mero síntoma de la depresión es excesivamente simplista. Ahora bien, ambas se refuerzan mutuamente", advierte el experto.
En este sentido, aclara que padecer de insomnio eleva el riesgo de padecer de depresión, y viceversa, aunque el tratamiento de ambos cuadros debe de ser realizado por separado".
DIFERENCIAS ENTRE FALTA DE SUEÑO E INSOMNIO
El portavoz de la Sociedad Española de Sueño insta, en todo caso, a diferenciar entre la falta de sueño y el insomnio, caracterizado por una dificultad para iniciar y/o mantener el sueño. En todo caso, la primera también tiene un impacto sobre la salud mental.
"La falta de sueño altera a corto plazo el estado mental y causa síntomas depresivos, además de otros problemas de salud, como es un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, metabólicas, obesidad, o neurológicas", apunta. "Pero, además, a largo plazo, esta falta de sueño también acaba por incrementar el riesgo de depresión", argumenta García Borreguero.
LA REGULARIDAD COMO PILAR DE UN BUEN DESCANSO
En opinión del doctor García Borreguero, la sociedad no es suficientemente consciente de la relación entre sueño y salud mental y de la importancia de un buen descanso para proteger esa salud.
"El sueño suele ser frecuentemente considerado como algo prescindible, al menos en la medida en la que a corto plazo no altere demasiado la calidad de vida o nuestro bienestar. Y aunque el bienestar resulte importante, el problema no es tanto el corto plazo, sino el medio y largo plazo", afirma el experto, que define "buen descanso" como el número de horas que cada persona debe dormir para encontrarse bien física y mentalmente durante el día.
Un número de horas que es "individual", según el experto, porque viene predeterminado genéticamente, y en ningún caso se debería acortar. "La genética determina en buena medida a qué hora nos sentiremos cansados por la noche y también a qué hora nos despertaremos por la mañana. Ambos procesos, dormirnos por la noche y despertarnos por la mañana, deben ocurrir de manera natural. Todo lo que sea alterarlo y, sobre todo, acortar el tiempo de sueño, acaba por cobrarse un precio sobre nuestra salud mental, pero también sobre nuestra salud metabólica y cardiovascular", avisa.
"No en vano, los estudios epidemiológicos muestran que aquellas personas que duermen menos suelen sufrir un acortamiento de la esperanza de vida", explica.
Para conseguir un "buen descanso", García Borreguero considera que el pilar fundamental es "la regularidad" en cuanto a los horarios de acostarse y levantarse y, también, el hecho de despertar mediante la luz natural ("algo muy olvidado, pero muy saludable").
"Aunque el sueño no es el único factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades mentales, dormir suficiente es uno de los instrumentos más sencillos que tenemos en nuestra mano para reducirlo", concluye.
Además de la citada regularidad en los horarios de sueño, desde la World Sleep Society ofrecen otros consejos para conseguir un sueño saludable en adultos.
En primer lugar, si se tiene la costumbre de dormir siesta, esta no debería exceder los 45 minutos. Asimismo, es recomendable evitar la ingesta excesiva de alcohol durante las cuatro horas previas a acostarse y, en la medida de lo posible, no fumar.
También es preciso evitar la cafeína seis horas antes de acostarse. Esto incluye el café, el té y muchos refrescos, así como el chocolate. Otro consejo es prescindir de las comidas pesadas, picantes o azucaradas cuatro horas antes de acostarse.
Por otro lado, pese a que es aconsejable realizar ejercicio con regularidad, es recomendable que no sea justo antes de acostarse. Para dormir, se recomienda usar ropa de cama cómoda. Así, es importante que la habitación esté bien ventilada y a una temperatura cómoda para dormir (ni mucho frío, ni mucho calor).
Además, se recomienda evitar toda fuente de ruido que pueda entorpecer el descanso y eliminar la mayor cantidad de luz posible.
Por último, los expertos en sueño hacen hincapié en la importancia de "reservar la cama únicamente para dormir y tener sexo". "Es decir, no se debería utilizar como oficina, sala de trabajo o espacio de recreo", finalizan.