MADRID, 15 Ene. (EUROPA PRESS) -
Un nuevo trabajo de la Universidad de Duke (Estados Unidos), centrada en el estudio de imágenes cerebrales y publicado en la revista 'Molecular Psychiatry', señala que los adultos con trastorno de estrés postraumático (TEPT) tienen cerebelos más pequeños.
El cerebelo, una parte del cerebro conocida por ayudar a coordinar el movimiento y el equilibrio, puede influir en las emociones y la memoria, que se ven afectadas por el trastorno de estrés postraumático. Lo que aún no se sabe es si un cerebelo más pequeño predispone a una persona al trastorno de estrés postraumático o si el trastorno de estrés postraumático reduce la región del cerebro.
"Las diferencias se produjeron en gran medida en el lóbulo posterior, donde parecen localizarse muchas de las funciones más cognitivas atribuidas al cerebelo, así como en el vermis, que está vinculado a muchas funciones de procesamiento emocional", comenta Ashley Huggins, investigador y autor principal del informe. Huggins, ahora profesor asistente de Psicología en la Universidad de Arizona, espera que estos resultados alienten a otros a considerar el cerebelo como un objetivo médico importante para quienes padecen TEPT.
"Si sabemos qué áreas están implicadas, entonces podemos empezar a centrar intervenciones como la estimulación cerebral en el cerebelo y potencialmente mejorar los resultados del tratamiento", explica Huggins.
Aunque la mayoría de las personas que sufren una experiencia traumática se salvan del trastorno, alrededor del 6% de los adultos desarrollan TEPT, que a menudo se caracteriza por un mayor miedo y por revivir el evento traumático.
Hay más de 600.000 combinaciones de síntomas que pueden conducir a un diagnóstico de trastorno de estrés postraumático, detalla Huggins. También será importante tener en cuenta si las diferentes combinaciones de síntomas de TEPT tienen diferentes impactos en el cerebro.
Por ahora, sin embargo, Huggins espera que este trabajo ayude a otros a reconocer el cerebelo como un importante impulsor de comportamientos y procesos complejos más allá de la marcha y el equilibrio, así como un objetivo potencial para tratamientos nuevos y actuales para personas con trastorno de estrés postraumático.
"Si podemos comprender mejor lo que sucede en el cerebro, entonces podremos intentar incorporar esa información para crear tratamientos más efectivos que sean más duraderos y funcionen para más personas", concluye el especialista.