MADRID, 7 Ene. (EUROPA PRESS) -
Investigadores del King's College de Londres (Reino Unido) han demostrado que los cerebros de los jóvenes adultos adoptados que fueron internados en orfanatos cuando eran niños son alrededor de un 8,6 por ciento más pequeños que los cerebros de los adoptados que no han ingresado en este tipo de instituciones.
Según la investigación, cuanto más tiempo pasen los adoptados en los orfanatos, menor será el volumen total del cerebro, y cada mes adicional de estancia se asocia a una reducción del 0,27 por ciento del volumen total del cerebro. Los cambios relacionados en el volumen cerebral se asociaron con un menor coeficiente intelectual y más síntomas del trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).
Publicado en la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences', el estudio analizó las exploraciones cerebrales de 67 adultos jóvenes, de 23 a 28 años, que fueron expuestos a condiciones de internamiento severas en instituciones rumanas bajo el régimen comunista y posteriormente adoptados en familias de Reino Unido. Se compararon con los escáneres cerebrales de 21 adoptados ingleses de 23 a 26 años de edad que no habían sufrido esta aislación.
El análisis estadístico mostró que, en este grupo de jóvenes adultos rumanos, aquellos cambios en el volumen cerebral que estaban relacionados también se asociaban con un menor coeficiente intelectual y más síntomas de TDAH. Esto implica que los cambios en la estructura cerebral podrían desempeñar un papel mediador entre la experiencia de privación y los niveles de rendimiento cognitivo y de salud mental.
La investigación investigó otros posibles factores que podrían haber influido en los resultados, pero encontró que los resultados no se veían afectados por el nivel de nutrición, el crecimiento físico y la predisposición genética de los cerebros más pequeños.
"Es esencial reconocer que estos jóvenes casi siempre han recibido un gran cuidado en familias adoptivas cariñosas desde que dejaron las instituciones. Sin embargo, a pesar de muchas experiencias y logros positivos, aún existen algunos efectos profundamente arraigados de la privación en estos jóvenes adultos", relfexiona uno de los autores del trabajo, Edmund Sonuga-Barke.
El estudio también investigó dónde estaban ocurriendo estos cambios en el cerebro y qué características localizadas contribuyeron a las diferencias. En comparación con los adoptados en el Reino Unido, los jóvenes adultos rumanos que habían sufrido aislamiento en su infancia tenían regiones frontales inferiores derechas del cerebro marcadamente más pequeñas, tanto en términos de volumen como de superficie.
Por el contrario, el lóbulo temporal inferior derecho era más grande en volumen y área de superficie y grosor para los jóvenes adultos rumanos, y esto se asoció con niveles más bajos de síntomas de TDAH. Esto implica que este aumento de volumen y superficie en esta región puede jugar un papel compensatorio en la prevención del desarrollo de los síntomas del TDAH. En la región prefrontal medial derecha, cuanto mayor sea la duración del internamiento, mayor será el volumen y la superficie.
"Encontramos diferencias estructurales entre los dos grupos en tres regiones del cerebro. Estas regiones están vinculadas a funciones como la organización, la motivación, la integración de la información y la memoria. Es interesante ver que el lóbulo temporal inferior derecho es de hecho más grande en los jóvenes adultos rumanos y que esto se relacionó con menos síntomas de TDAH, lo que sugiere que el cerebro puede adaptarse para reducir los efectos negativos del aislamiento. Esto puede explicar por qué algunas personas parecen menos afectadas que otras", concluye otro de los autores, Mitul Mehta.