MADRID, 15 Mar. (EUROPA PRESS) -
El 5 por ciento de los adolescentes españoles sufre depresión y que entre un 10 y un 20 por ciento presenta problemas de ansiedad, según se ha puesto de manifiesto en el VI Curso de Salud integral en la Adolescencia, organizado por la Sociedad Española de Medicina de la Adolescencia (SEMA) en el Hospital Universitario de la Paz de Madrid.
La detección precoz de este tipo de trastornos, cada vez más frecuentes entre los adolescentes, implica, según los expertos, que se dedique tiempo y se observe con detenimiento a este grupo de población y no asociar sus cambios de comportamiento a la edad. Estos aspectos se debatieron en
"La adolescencia es una etapa vital de profundos cambios y en la que es fundamental inculcar unos hábitos de vida saludables. Un periodo además en el que es importante adquirir una serie de herramientas emocionales que te ayudarán al desarrollo personal a lo largo de la vida. Por este motivo, debemos observar con detenimiento al adolescente y no achacar sus cambios de comportamiento y rutinas a que son cosas propias de la edad", ha asegurado el miembro de la SEMA, Félix Notario.
Asimismo, el experto ha destacado la necesidad de que profesores, padres y amigos tienen que estar atentos a los primeros signos de alarma (cambios físicos, irritabilidad, falta de apetito, aislamiento) que puedan experimentar los jóvenes. Además, ha subrayado la labor del pediatra a la hora de desarrollar unas habilidades específicas a la hora de abordar las consultas médicas en esta etapa.
Cuando los adolescentes con depresión acuden a la consulta muchas veces no presentan síntomas asociados a tristeza. "Manifestaciones psicosomáticas, disminución del rendimiento escolar, irritabilidad, pérdida de la energía habitual, mayor rebeldía o práctica de conductas de riesgo, son algunos de los signos de alarma que deben llevar al pediatra a sospechar que puede haber un problema más profundo detrás", ha comentado el doctor Notario.
Otros signos de alarma pueden ser cambios bruscos en el estado de ánimo, hipersensibilidad, negativismo, deseo de huir, sentimientos de inutilidad, poco respeto a la autoridad, peleas excesivas, alteraciones del sueño, poca atención al aspecto físico, retraimiento social, disminución de la capacidad para concentrarse y pensamientos de muerte.
Ahora bien, aunque muchos de estos son característicos de la etapa adolescente, el experto ha avisado de la necesidad de insistir en que no se pueden banalizar este tipo de manifestaciones. "Debemos tener en cuenta, en primer lugar, factores hereditarios que, de existir, pueden tener un peso importante en el desarrollo de esta patología y, en segundo lugar, tenemos que valorar de manera global la situación personal del adolescente: consumo de sustancias, pérdidas personales significativas, uso excesivo de las redes sociales y de las tecnologías, etcétera que pueden estar ocasionando un aislamiento excesivo", ha destacado el doctor Notario.
ANSIEDAD Y OTROS TRASTORNOS ASOCIADOS AL RITMO DE VIDA
Asimismo, el experto ha señalado que tanto la ansiedad como otros trastornos psicológicos muchas veces no se diagnostican en los adolescentes debido a que el propio adolescente o, incluso la familia, los ocultan. Entre los motivos que producen estos cuadros de ansiedad, se encuentra el temperamento del adolescente, los sucesos vitales estresantes, los ambientes sociales desfavorables o nocivos y el propio estilo de vida de los padres.
Al mismo tiempo, prosigue, los episodios de ingesta voraz y desmesurada, por ejemplo, muchas veces son la respuesta a una situación que no pueden controlar y que les sirve para aliviar momentáneamente un estado afectivo desagradable. "Este tipo de episodios ansiosos son también fruto del ritmo frenético de vida impuesto", ha matizado el experto.
Finalmente, Notario ha recordado que la detección temprana es fundamental para una intervención eficaz. "Una vez identificado el problema, el paso siguiente es hablar con el adolescente, que seguramente niegue la problemática. Tendremos que mostrarle conductas concretas que hemos observado, reconocer sus miedos como reales por muy nimios que parezcan a nuestros ojos de adultos y prestarle nuestro apoyo sin críticas, ni juicios de valor que le hagan sentirse censurado", ha argumentado, para aconsejar acudir a la consulta del pediatra para que se realice una exploración profesional en profundidad y, en caso necesario, se derive a la consulta de un psicólogo pediátrico.