MADRID, 20 Oct. (EUROPA PRESS) -
El 40 por ciento de los pacientes con síndrome del intestino irritable sufre impacto en sus relaciones sociales, el 36 en sus relaciones físicas o sexuales, y el 35 en las familiares, según han destacado los expertos del Grupo Español de Motilidad Digestiva (GEMD).
Este síndrome es un trastorno del sistema digestivo caracterizado por dolor abdominal recurrente, al menos una vez por semana, relacionado con alteraciones en el hábito deposicional, que puede cursar con diarrea, estreñimiento o mixtos. Sus síntomas "son de moderada intensidad lo que supone un fuerte impacto en la calidad de vida de quienes lo padecen", ha señalado Silvia Gómez Senent, miembro del GEMD y médico especialista en aparato digestivo.
Muchos pacientes sufren urgencia defecatoria, "lo que hace que tengan una necesidad difícilmente controlable de evacuar las heces, con la repercusión que esto tiene para su calidad de vida", ha indicado.
Asimismo, los pacientes sufren un fuerte impacto a nivel emocional, según esta especialista. Así, una investigación reciente realizada en Holanda y publicada en Neurogastroenterology and Motility concluye que los pacientes con este síndrome tienen con más frecuencia síntomas psicológicos y peor calidad de vida.
TRATAMIENTO
La mayoría de los tratamientos disponibles "se suelen utilizar para mejorar los síntomas que padecen estos pacientes, ya que no se conoce la causa última que desencadena los mismos, aunque pueden estar implicados distintos factores ambientales, la microbiota intestinal, la motilidad colónica y la alteración de la sensibilidad visceral", explica la doctora.
En este sentido, existe una novedad terapéutica reciente "que puede ayudar a restablecer fisiológicamente la comprometida permeabilidad de la mucosa intestinal, y esto es debido a la triple acción de sus componentes que dificultaría la entrada de sustancias causantes de inflamación, favoreciendo además la proliferación de bacterias en la flora intestinal con acción protectora frente a la inflamación", indica.
A la hora de tratar a un paciente, hay que tener en cuenta los factores dietéticos, pues en ciertos casos "puede indicarse una dieta sin FODMAP (aquella que elimina alimentos vegetales ricos en hidratos de carbono). Estas pueden inducir cambios negativos en la homeostasis y microbiota intestinal además de provocar déficits nutricionales", señala Gómez.
Por otro lado, añade, se debe tener en cuenta que alimentos como el alcohol, las grasas y el café, "pueden agravar los síntomas. Muchos pacientes prueban con frecuencia a restringir algunas sustancias como la lactosa o el gluten, por ejemplo".