MADRID 22 Mar. (EUROPA PRESS) -
Entre el 40 y el 80 por ciento de los pacientes con patologías inflamatorias intestinales, como la enfermedad de Crohn o la colitis ulcerosa, no se adhiere al tratamiento, lo que dificulta el control de los síntomas y complica la problemática, advierte los expertos, quienes cifran en cerca de 250.000 personas las afectadas por estas enfermedades en España.
"La repercusión económica de la falta de adherencia es muy elevada, porque supone más recaídas, más ingresos, y más costes laborales", señala además el presidente del grupo de trabajo de enfermedades inflamatorias intestinales (EII) Español (GETECCU), el doctor Fernando Gomollón.
La colitis ulcerosa, que afecta exclusivamente al colon, se manifiesta a través de deposiciones con sangre y diarrea. Mientras que, la enfermedad de Crohn, que puede afectar a cualquier parte del intestino, se traduce en dolores abdominales, diarrea y fiebre.
Ambas patologías son crónicas y están caracterizadas por periodos en los que la enfermedad no se manifiesta pero, no por ello, se debe abandonar el tratamiento, advierten los expertos, quienes recuerdan que, de hacerlo, la enfermedad se complica.
Así, una de las razones de la falta de adherencia radica en el hecho de que la enfermedad experimente fases asintomática, por lo que el paciente, al encontrarse bien, "olvida" tomarse la medicación, apunta la doctora Valle García, médico adjunto del Servicio de Aparato Digestivo del Hospital Reina Sofía de Córdoba, quien explica que pueden suministrarse de manera oral, rectal u ultravenosa.
En general, los pacientes tienen que ser seguir un tratamiento basado en mesalazina o en inmunodepresores, como azatioprima y metotrexate. No obstante, estos últimos pueden provocar efectos secundarios, como la disminución de leucocitos o riesgo de infecciones, por lo que se requiere un control continuo por parte del profesional sanitario.
Además, están los tratamientos biológicos, como infliximab y adalimumab, que también precisan de más monitorizaciones de lo normal. En este sentido, esta experta aconseja explicarle bien al paciente estas circunstancias para que se adhiera mejor al tratamiento.
En general, Gomollón reconoce que "hay que conocer bien todos las opciones terapeuticas" y que "hay que buscar una receta para cada paciente".
PROYECTO ENEIDA
Por otra parte, GETECCU ha impulsado el proyecto ENEIDA, que cuenta con el apoyo económico de Ferring, y en el que participan más de un centenar de profesionales procedentes de 37 Unidades de Enfermedad Inflamatoria de hospitales españoles. Este registro cuenta en la actualidad con información sobre 18.623 pacientes.
"ENEIDA es una herramienta para optimizar la atención médica de los pacientes con EII, una oportunidad única de avance científica en la enfermedad", precisa el vicepresidente de GETECCU, el doctor Eugeni Domenech.
De esta manera, reconoce que esta herramienta facilita la recogida de datos clínicos de interés y estimula la colaboración entre centros estatales. Además, esta iniciativa, contempla 18 proyectos de investigación aprobados, y ha presentado ya 24 comunicaciones en diversos congresos nacionales e internacionales.
En concreto, las investigaciones se centran en estudios epidemiológicos, de eficacia terapéutica, de seguridad de fármacos, de asociación de características genéticas a respuesta a fármacos y de asociación de mutuaciones genéticas.
"El primer principal objetivo de ENEIDA es disponer a un tiempo de una herramienta de gran utilidad para la práctica clínica diaria y de una plataforma excelente para la investigación clínica", destaca, por su parte, el responsable del Grupo Clínico y de Investigación Unidad de EII del Servicio de Aparato Digestivo del Hospital de la Princesa de Madrid, el doctor Javier Pérez Gisbert, quien resalta que es el "mayor registro que existe en el mundo".
La incidencia de este tipo de enfermedades, de carácter genético, está aumentando por factores ambientales, como el tipo de alimentación o el contacto inmediato con los germenes. Gomollón lamenta que "el diagnóstico siga siendo tardío", al ser detectado a uno de cada cinco pacientes un año después de experimentar los síntomas. No obstante, precisa que, en España, existe un retraso "razonable" en comparación con otros países.