MADRID, 5 Abr. (EDIZIONES) -
Podrías tener un problema de inflamación si presentas gases a todas horas; si estás muy estreñido o por el contrario, vas mucho al baño con diarrea; si tienes esa sensación de malestar, de contracturas continuas, el vientre hinchado, pesadez en el cuerpo, mal humor, estás más cansado de lo habitual, estresado. También se puede comprobar mediante analíticas de sangre; o incluso hay personas que notan que no pueden perder peso.
“Probablemente esas mil dietas muy restrictivas han ocasionado esa inflamación intestinal que no permite movilizar la grasa del cuerpo. Hay que intentar ponerle solución. Primero probar con una alimentación antiinflamatoria, y si te encuentras mejor no hace falta ir más allá, pero si te encuentras mal puede tratarse de una bacteria o de algún alimento que te sienta mal y que desconoces”, explica Sandra Moñino, dietista-nutricionista especializada en inflamación, nutrición clínica y pérdida de peso.
Dice que la inflamación crónica en nuestra sociedad es cada vez más frecuente y esto es así porque estamos expuestos a muchos factores que “hacen que nuestro cuerpo lo interprete como un ataque”, como por ejemplo una alimentación poco adecuada, la falta de ejercicio, el sedentarismo, o la falta de exposición solar.
EL PROBLEMA DE LA INFLAMACIÓN CRÓNICA
Pero cuidado porque esta dietista-nutricionista afirma que la inflamación es buena y la necesitamos porque “nos protege de daños mayores”, si bien cuando esta inflamación se mantiene en el tiempo y es progresiva, se convierte en una inflamación crónica que sí puede pasarnos factura a nuestra salud.
Aquí habla del desarrollo, por ejemplo, de numerosas dolencias como la depresión, las migrañas, la ansiedad, enfermedades autoinmunes como la esclerosis múltiple o la fibromialgia, o la enfermedad intestinal, entre otras. “La inflamación crónica del cuerpo puede representarse de diferentes formas, incluso a nivel mental, porque existe una gran conexión intestino-cerebro”, advierte.
EL HÁBITO ANTIINFLAMATORIO BÁSICO: LA ALIMENTACIÓN
“Al estar inflamado, en muchas ocasiones, si le prestamos atención a nuestra alimentación mejoramos muchísimo a nivel de salud si tenemos un problema”, remarca Sandra Moñino, que acaba de publicar ‘Adiós a la inflamación’ (HarperCollins), y por lo que aconseja, en primer lugar, intentar evitar determinados alimentos proinflamatorios.
Entre otros, señala al azúcar (el más proinflamatorio, está muy extendido, sobre todo en productos procesados) por los picos de glucosa que provoca; así como los edulcorantes, que muchas veces son sustitutos del azúcar; los aceites vegetales (girasol, colza, palma; aquí no se incluye el aceite de oliva virgen extra), ricos en omega 6, ya que el desequilibrio con omega 3 que se puede provocar también favorece esa inflamación; los productos procesados; o las harinas refinadas que aumentan los picos de glucosa en sangre.
“Los alimentos que no pueden faltar son las grasas, a las que se les tiene mucho miedo, por acumularla en nuestro cuerpo o por enfermedades porque pensamos que están relacionadas, como las cardiovasculares o metabólicas, pero son necesarias siempre que se trate de grasas saludables. Éstas vienen de los frutos secos, del aceite de oliva virgen extra, del aguacate, de las aceitunas, del coco”, enumera esta experta.
Por ejemplo, señala que la grasa de los lácteos siempre hay que intentar que sea procedente de cabra o de oveja porque la de vaca puede provocar a muchas personas inflamación por la caseína que contiene.
DESCANSO METABÓLICO DE 12 HORAS
Después, Sandra Moñino resalta que otro hábito antinflamatorio a seguir son los llamados “descansos metabólicos” de 12 horas, dejar ese tiempo sin consumir nada entre la cena y el desayuno, “un tiempo necesario para que el cuerpo haga limpieza nocturna y deje descansar a otros órganos que participan de la digestión, pero que tienen otras funciones en el cuerpo como la desintoxicación, como es el caso del hígado”.
La proteína es esencial también en nuestra alimentación, tal y como continúa, y la podemos encontrar en carnes, pescados, huevos y en legumbres: “No puede faltar en nuestros platos principales porque nos ayuda si queremos perder peso a mantener esa masa muscular y a proteger nuestros huesos”.
Comer con calma, no tragar, sino masticar bien los alimentos porque forma parte de nuestra digestión y cuanto más mastiquemos menos tendrá que trabajar nuestro cuerpo o aparato digestivo, recalca esta experta en nutrición.
A su vez, ve conveniente el exponernos a la luz del sol, para gozar de niveles estables de vitamina D; el no beber mucha agua con las comidas porque, según explica, “en muchas ocasiones se bebe demasiada agua con las comidas y esto hace que el ácido del estómago se diluya y no actúe de la misma forma, pudiendo dar lugar a esas enfermedades antes descritas”.
Mantener un buen descanso, según prosigue, es otro de los hábitos antiinflamatorios a seguir, de 7 a 8 horas diarias. “El ejercicio físico es una de las cosas más antiinflamatorias que hay, el combinar fuerza y cardio, y mantenernos el mínimo tiempo posible sedentarios”, defiende.
Asimismo, hace hincapié en la importancia de la gestión del estrés, porque, según subraya, “es cierto que inflama” y a su vez la inflamación genera también más estrés. “Ponerle solución a esta inflamación ayudará a estar menos estresado, por esa conexión intestino cerebro, y te encontrarás mejor”, resalta Sandra Moñino.
En el libro destaca igualmente la importancia de no cocinar los alimentos en exceso, porque no sólo puede ser contraproducente a nivel nutricional, sino también ser perjudicial para nuestra salud: “Muchos nutrientes como las vitaminas y minerales tienden a descomponerse y a perderse ya que algunos son muy sensibles al calor. Al aceite de oliva le pasa y por eso aconsejo cocinar con la mínima cantidad y después añadirlo. Pero éste también sería el caso de las verduras y hortalizas o el omega3.
Evitar los picos de glucosa es otro de sus consejos antiinflamatorios porque, tal y como argumenta, los picos de glucosa elevados no son beneficiosos, ni tampoco las bajadas en picado que se producen en consecuencia. “Es de lo que más inflamación y acumulación de grasa produce en el cuerpo. Algunas frutas como el plátano o la uva contienen bastante cantidad de fructosa, pero al contener fibra y agua en su composición esta subida es menor, que si tomamos un producto con azúcar añadido”, agrega, al tiempo que recuerda que existen estrategias para estabilizar los picos de glucosa, como acompañar la ingesta de alimentos ricos en carbohidratos con grasas y proteínas de buena calidad.