MADRID, 4 Ago. (EDIZIONES) -
La pregorexia aparece en aquellas mujeres embarazadas que no se quieren ver gordas. Es la llamada anorexia en el embarazo. Se cree que surgió en Estados Unidos a través de una publicación hace unos 10 años, abonada por ese falso ideal de una figura delgada promovida por muchas personas públicas embarazadas.
Así lo explica a Infosalus la psiquiatra María Victoria Bonán, del servicio de Psiquiatría del Hospital de la Paz de Madrid, quien avisa, eso sí, de que la pregorexia no está incluida en la clasificación internacional de enfermedades mentales, pero sí se considera un trastorno de la alimentación en el embarazo.
En concreto, dice que se caracteriza por un intenso temor a ganar peso con una restricción en la ingesta calórica y también con una distorsión en la imagen corporal. "Las mujeres que han tenido un trastorno de alimentación en el pasado tienen un mayor riesgo de padecerlo", añade la doctora Bonán.
No obstante, precisa que este trastorno se puede iniciar bien en el embarazo o existir previamente a la gestación. "Se puede considerar que tanto el embarazo como el postparto son periodos de gran vulnerabilidad que pueden favorecer el inicio de un trastorno de estas características", sostiene.
Es más, señala que el embarazo en sí mismo es estresante y se trata de una etapa donde se producen cambios en el peso y en el esquema corporal de la mujer. La especialista estima que los trastornos de conducta alimentaria tienen lugar en un 7,5-8% de los casos, mientras que las formas parciales o incompletas se sitúan en torno al 20 por ciento. Fuera del embarazo, en personas no gestantes entre el 1 y el 5% de la población padece estos trastornos.
"Aparecen más trastornos de este tipo durante la gestación porque se considera un periodo de mayor vulnerabilidad, no sólo por los cambios en el cuerpo si no por el devenir de la parentalidad, por el hecho de ser madre, ya que puede ser muy estresante para algunas personas", destaca la experta.
Para identificar los trastornos de conducta alimentaria en el embarazo, Bonán indica que en las citas de seguimiento del embarazo se suelen realizar preguntas abiertas sobre la alimentación, cuáles son las preocupaciones acerca del peso de la mujer, de su esquema corporal e imagen, a través también de la evaluación de salud de la madre, y de las ecografías para ver cómo se desarrolla el feto.
Uno de los principales peligros de la pregorexia para el bebé es el retraso en el crecimiento intrauterino, que el bebé sea de tamaño pequeño, así como un recién nacido de bajo peso. También puede haber alteraciones en el neurodesarrollo si han faltado nutrientes esenciales, se puede dar un parto prematuro o la muerte fetal en los casos más extremos. Para la madre, el riesgo de la pregorexia se centra en problemas de desnutrición, anemia, descalcificación de los huesos, y en una mayor probabilidad de depresión durante el embarazo y el puerperio.
"Las mujeres con este trastorno tienen una mayor probabilidad de tener una enfermedad depresiva subyacente, con una probabilidad del 40%, que es conveniente que se detecte durante la gestación y el puerperio", indica Bonán.
UN 29% MANTIENE LOS SÍNTOMAS TRAS EL PARTO
La experta del servicio de psiquiatría del Hospital Universitario de La Paz sostiene además que en la anorexia en el embarazo, entre el 29 y el 78% de estas pacientes tendrán una remisión de los síntomas una vez den a luz, no sólo por los cambios hormonales que se producen tras el parto, sino por responsabilidad ante la maternidad, en cómo influye la alimentación del bebé. No obstante, un 29% mantendrá la sintomatología después del alumbramiento, precisa.
Para el tratamiento y supervisión de estas pacientes, Bonán señala que un equipo multidisciplinar debe controlar la evolución del embarazo, que estará formado fundamentalmente por el obstetra, la matrona, una psiquiatra, y una psicóloga clínica, además de que se deberá desarrollar un plan individualizado, donde se revisen desde los aspectos del trastorno de conducta alimentaria, hasta la salud materno fetal, y el soporte al vínculo maternal.
"La psicoterapia tendría que focalizarse en ayudar a esa persona a afrontar los cambios en su cuerpo y en un apoyo al nuevo rol que va a asumir. Este abordaje se tendría que facilitar gracias a la comunicación abierta dado que las personas no comunican este problema de salud por miedo al estigma. Se debería poder ofrecer a la gestante un programa de seguimiento intensivo donde haya un consejo o asesoramiento nutricional", sentencia.