MADRID, 16 Ene. (EUROPA PRESS) -
Investigadores de la Universidad Médica de Carolina del Sur (Estados Unidos) ha demostrado que la oxitocina, una hormona producida naturalmente en el hipotálamo y conocida coloquialmente como la 'hormona del amor', presenta diferencias de género significativas cuando se usa como tratamiento para adictos a la cocaína con historial de trauma infantil. En concreto, han evidenciado que, en las mujeres adictas con antecedentes de este tipo, la oxitocina podría conllevar mayor riesgo de recaída.
La oxitocina ha demostrado tener una acción terapéutica en la adicción, reduciendo el deseo que podría provocar una recaída, mientras que también reduce la actividad cerebral asociada con el estrés. A pesar de estudios previos que muestran algunas acciones terapéuticas potenciales de la oxitocina, todavía no se sabe si existen diferencias basadas en el género.
Para comprender el papel de la oxitocina en la adicción, es importante entender los cambios que pueden ocurrir en el cerebro en respuesta a los factores ambientales. Los eventos extremadamente traumáticos, principalmente en edades infantiles, pueden conducir a un trastorno de estrés postraumático (TEPT), que puede cambiar las conexiones neuronales dentro del cerebro. La adicción también puede llevar a cambios en las conexiones del cerebro, y las áreas modificadas tanto por el trauma como por la adicción pueden superponerse.
La amígdala, una región del cerebro que experimenta estos cambios, es rica en receptores de oxitocina y puede volverse hiperreactiva en respuesta al estrés. Aunque se ha demostrado que la oxitocina reduce la actividad de la amígdala en respuesta a las señales de estrés, se sabe menos acerca de cómo podría afectar el deseo de consumir cocaína en personas adictas.
Para testearlo, los investigadores pidieron a 67 participantes del estudio, mientras estaban en una resonancia magnética, que vieran imágenes de drogas junto con otras de productos más mundanos. Ver fotos de drogas llevó a que la amígdala se 'iluminara' en los hombres drogadictos, lo que se correlacionó con un aumento en los deseos de consumir cocaína. Los participantes fueron tratados con oxitocina o con un placebo y se midió el efecto sobre la amígdala.
En los hombres con un historial de trauma, la respuesta fue como se predijo. La oxitocina redujo la actividad dentro de la amígdala, así como las ansias que sentían por la cocaína, consistente con estudios previos que demostraron el efecto terapéutico de la hormona.
Sorprendentemente, esta tendencia no se mantuvo en mujeres con antecedentes de trauma. Mientras que la amígdala de los hombres con adicción a la cocaína se volvió altamente activa en respuesta a las señales visuales de la droga, la de las mujeres con adicción a la cocaína y un historial de traumatismo mostraba poca actividad. Además, el tratamiento con oxitocina llevó a que la respuesta en el cerebro a la droga se intensificara y exacerbara.
LA PARTICULARIDAD DE LAS MUJERES ADICTAS A LA COCAÍNA
Históricamente, las mujeres adictas a la cocaína tienen peores resultados en el tratamiento que sus homólogos masculinos. Este estudio señala claramente la necesidad de desarrollar los cambios inducidos por el trauma en el cerebro, explorar cómo se diferencian por género y entender mejor cómo afectan a la adicción. También sugiere que tratar a las mujeres con un antecedente de trauma infantil con oxitocina sola podría incrementar tanto la actividad de la amígdala como el deseo, llevando potencialmente a una mayor incidencia de recaída.
"Aunque más hombres usan cocaína, en realidad tiene efectos más devastadores en las mujeres cuando recaen, y son mucho más sensibles a la cocaína", explica Jane Joseph, una de las responsables del trabajo, que se ha publicado en la revista 'Psychopharmacology'.
La investigadora ve varias explicaciones plausibles para los sorprendentes hallazgos del estudio de que el género importa cuando se trata de la respuesta de los adictos a la cocaína con antecedentes de trauma al tratamiento con oxitocina. Los hombres podrían ser más susceptibles a las señales visuales de las drogas y al deseo que inducen. En contraste, las mujeres pueden ser más susceptibles a las señales asociadas al estrés, como las relacionadas con traumas pasados, que podrían aumentar la respuesta de la amígdala.
Otra hipótesis es que las mujeres podrían tener una respuesta contundente en la amígdala al estrés y al deseo de consumir como resultado de los cambios que podrían suceden en respuesta a la hiperreactividad inicial inducida por el trauma. Sin embargo, ya que este estudio solo observó las señales del medicamento y las respuestas de antojo, estos planteamientos deben ser evaluados en futuros estudios.