MADRID, 29 Jul. (EUROPA PRESS) -
Los bebés pueden aprender a temer en los primeros días de vida con sólo oler el aroma que emanan sus madres ante las dificultades, según sugiere una investigación. Pero no únicamente los temores "naturales", sino que si una madre experimenta algo antes del embarazo que le hace temer algo específico, su bebé aprenderá rápidamente a tenerle miedo también a través del olor que desprende cuando ésta siente miedo.
En la primera observación directa de este tipo de transmisión del miedo, un equipo de la Escuela de Medicina de la Universidad de Michigan y la Universidad de Nueva York, ambas en Estados Unidos, estudiaron ratas madres que habían aprendido a temer el olor de la menta y mostraron la forma en que "enseñan" este miedo a sus bebés en sus primeros días de vida a través del olor de alarma que liberan durante la angustia.
En un artículo publicado en 'Proceedings of the National Academy of Sciences', el equipo informa de cómo identificó el área específica del cerebro donde tiene lugar esta transmisión del miedo en los primeros días de vida. Sus resultados en los animales pueden ayudar a explicar un fenómeno que ha desconcertado a los expertos en salud mental: cómo la experiencia traumática de la madre puede afectar a sus hijos de manera profunda, incluso cuando sucede mucho antes de que nazcan.
Los científicos también esperan que su trabajo conduzca a una mejor comprensión de por qué no todos los hijos de madres traumatizadas o de madres con grandes fobias u otros trastornos de ansiedad o depresión mayor experimentan los mismos efectos.
"Durante los primeros días de vida, una rata bebé es inmune a aprender la información sobre los peligros ambientales. Pero si su madre es la fuente de la información sobre las amenazas, pueden aprender de ella y producir recuerdos duraderos", afirma el director de la investigación, Jacek Debiec, psiquiatra y neurocientífico de la UM.
"Nuestra investigación demuestra que las crías pueden aprender de la expresión maternal del miedo muy temprano en la vida -añade--. Incluso antes de que puedan tener sus propias experiencias, adquieren básicamente experiencias de sus madres. Más importante aún es que estos recuerdos transmitidos por vía materna son de larga duración, mientras que otros tipos de aprendizaje infantiles, si no se repiten, perecen rápidamente".
Debiec, que trata a niños y madres con ansiedad y otras condiciones en el Departamento de Psiquiatría de la UM, señala que en la investigación con ratas los científicos pueden ver qué está pasando dentro del cerebro durante la transmisión de miedo, algo que no podrían hacer en los seres humanos.
Los investigadores enseñaron a ratas hembras a temer el olor a menta al exponerlas a leves descargas eléctricas mientras olían el aroma antes de estar embarazadas. Tras dar a luz, el equipo expuso a las madres sólo al olor a menta, sin las descargas, para provocar la respuesta de miedo y usó un grupo de comparación de ratas hembra que no temían a la menta.
Estos expertos expusieron a las crías de ambos grupos de madres al olor de menta bajo muchas condiciones diferentes, con y sin sus progenitoras presentes. Usando imágenes especiales del cerebro y estudios de la actividad genética en las células individuales del cerebro y el cortisol en la sangre, se centraron en una estructura del cerebro llamada la amígdala lateral como el lugar clave para el aprendizaje de los temores.
Durante la edad adulta, esta área es clave para la detección y la planificiación de respuestas a las amenazas, así que tiene sentido que también sea el centro de aprendizaje de nuevos temores. Pero el hecho de que estos temores se podrían aprender de una manera que se prolongó durante una época en la que se suprimió naturalmente la capacidad de las crías de rata de aprender directamente cualquier temor, es lo que hace que los nuevos hallazgos sean tan interesantes, según Debiec.
POSIBLES FORMAS DE EVITAR ESTE APRENDIZAJE
El equipo demostró que incluso los recién nacidos podrían aprender los temores de sus madres, incluso cuando las madres no estaban presentes. Cuando los investigadores dieron a las ratas bebé una sustancia que bloquea la actividad en la amígdala, no pudieron aprender el temor al olor a menta de sus madres, lo que sugiere, según este experto, que puede haber formas de intervenir para evitar que los niños aprendan las respuestas de miedo irracional o perjudiciales de sus madres o reducir su impacto.
La nueva investigación se basa en lo que los científicos han aprendido con el tiempo sobre el circuito de miedo en el cerebro. Ese trabajo ha ayudado a los psiquiatras a desarrollar nuevos tratamientos para los pacientes humanos con fobias y otros trastornos de ansiedad, como por ejemplo, la terapia de exposición que les ayuda a superar los temores al confrontar gradualmente la cosa o experiencia que les causa el miedo.
De la misma manera, Debiec espera que la exploración de las raíces del miedo en la infancia y cómo el trauma de la madre puede afectar a las generaciones posteriores podría ayudar a los pacientes humanos. Aunque es demasiado pronto para saber si el mismo efecto basado en el olor sucede entre las madres y los bebés humanos, se ha demostrado el papel calmante del aroma de la madre en los bebés humanos.
Debiec, que es oriundo de Polonia, recuerda el trabajo con hijos mayores de sobrevivientes del Holocausto, que experimentaron pesadillas, instintos de huída e incluso 'flashbacks' relacionados con experiencias traumáticas que nunca tuvieron ellos mismos. Aunque estos jóvenes han aprendido sobre el Holocausto por sus padres, este miedo profundamente arraigado sugiere algo más, apunta.